La felicidad es una construcción hipotética.

pexels-photo-762041Yo creo que la felicidad es una construcción hipotética que, en gran parte proviene de la naturaleza química del cerebro y la intención mental de ser feliz, como un propósito de vida.

La mente se estructura a partir de las experiencias que tengo. Este flujo de experiencias cotidianas va esculpiendo gradualmente el cerebro, lo que permite concluir en parte, que la mente y sus experiencias, determinan la conducta cerebral.

Si lo que pienso, la naturaleza de lo que pienso y la intención de lo que pienso determinan la forma como va a comportarse el cerebro, descubro que al cambiar mi estilo de pensamiento es muy probable que cambie mi manera de actuar.

Reconozco que la ansiedad se incrementa cuando permito pensamientos catastróficos y que esta disminuye cuando programo horizontes de paz, calma y serenidad infinita en medio de la meditación.

En el estado meditativo, encuentro más fácil hacer consciente, lo inconsciente, sobre todo cuando sufro a causa de las falsas expectativas que creo en torno al comportamiento de los demás.

Si cambio mi expectativa, entonces cambia la manera como me relaciono con los otros y desaparece el sufrimiento gracias al desapego del deseo de que los demás actúen según mi criterio.

Si logro flexibilidad mental, también alcanzo a relajar los músculos que tenso, cada vez que las cosas no salen como quiero.

La mente está llena de la acumulación lenta de los residuos de las experiencias vividas en el pasado. En este sentido estos residuos, los puedo ubicar en una balanza, que llamo del “sentido común”, donde identifico aquellos recuerdos y memorias que me benefician y del otro lado aquellos que me causan dolor e infelicidad.

Con la ayuda de la psicoterapia y la meditación mindfulness, puedo crear, preservar e incrementar los beneficios implícitos de las memorias acumuladas y al mismo tiempo, prevenir, eliminar o decrementar el dolor que estas causan.

El cerebro tiene capacidad para aprender y reaprender; es decir puede cambiar debido a las experiencias y exigencias del momento. Como le ocurre a aquellas personas que han perdido la visión y entonces el cerebro desarrolla y agudiza su sentido del oído.

Entonces el secreto está en saber aprovechar la plasticidad cerebral, estimulando con cada experiencia placentera o dolorosa, las sinapsis para la neurogénesis y de esta forma incrementar el poder de la memoria para trabajar en nuevos aprendizajes. Y si estos van acompañados de emoción, facilito el proceso porque incrementa la excitación neuronal y consolida el cambio.

En mi caso, la felicidad es una decisión. No creo que vine a este mundo a sufrir exclusivamente. Pienso que cada experiencia que tengo, puedo catalogarla como dañina o beneficiosa si me permito aprovecharla para mi crecimiento personal.

Nada en el Universo sucede porque sí. Cada acontecimiento tiene un propósito y es mi trabajo, encontrar el “para qué” oculto de cada situación, si desarrollo la capacidad de ver la semilla o el abono en medio del estiercol.

Yo creo que la felicidad es una construcción hipotética subjetiva, que le da razón de ser a mi vida, pues al fin y al cabo la vida tiene sentido, si yo mismo le doy sentido.

Hacer las preguntas precisas, en el momento preciso.

pexels-photo-4246265Yo creo que toda buena investigación comienza con una excelente pregunta.

Un arte particular habita la manera como se hace una entrevista. A través de ella, es posible obtener información valiosa, de las personas con quienes conversamos, siempre y cuando formulemos las preguntas precisas, en el momento preciso.

Algunos años atrás, cuando oficiaba de decano en una facultad de psicología, me correspondía dentro de mis múltiples tareas, la de entrevistar candidatos para ocupar los cargos de profesor de cátedra.

Recuerdo que los aspirantes llegaban a mi oficina, preparados para demostrar sus conocimientos científicos, enseñar sus títulos y publicaciones más recientes y acompañados de un buen número de propuestas para mejorar la carta descriptiva y el plan de estudios del programa de psicología. Sin embargo, la sorpresa en sus rostros era evidente cuando luego de saludarlos con amabilidad, les preguntaba: – ¿usted es feliz?

Y la razón de mi inquietud, se fundamenta en la creencia que tengo, de que no es conveniente, un profesor infeliz, al frente de un salón de clase, y mucho menos en los primeros semestres de una carrera.

Este mismo postulado puede extenderse a cualquier oficio. Personalmente, sentiría inseguridad, si me someto a una cirugía, o realizo un vuelo en helicóptero o incluso recortarme el pelo, con una persona que no ama su trabajo y por lo tanto no es feliz ejerciéndolo.

Regresando al arte de preguntar, que pasaría si ahora el cuestionario estuviera dirigido hacia mí mismo:

Por ejemplo, Juan – ¿eres feliz con la profesión que tienes o con las tareas que realizas para ganarte la vida? -.

¿Podrías describir con más detalle que es aquello que te apasiona de tu trabajo?

Como llevas muchos años ejerciendo tu profesión. - ¿Todavía te apasiona?

Sin dudarlo, la respuesta sería afirmativa, pues confirmo que mi actividad profesional corresponde a lo que quiero hacer, porque desde muy chico era mi vocación. Esto permite que la labor que realizo todos los días me motive a levantarme cada mañana.

Reconozco la importancia de trabajar en lo que me gusta, para alcanzar más fácil lo que quiero. Aunque a veces me asalta el miedo de romper los convencionalismos, y esto hace que sea tentador seguir el camino del deber ser. Con frecuencia el sentimiento de responsabilidad se vuelve prioritario y por momentos me impide ver la posibilidad de otras posibilidades.

También descubro que hay preguntas confrontadoras que, a toda costa evito responder, afortunadamente sin lograrlo, porque, aunque anticipo el dolor de la respuesta, con humildad y sin orgullo, sé que debo enfrentarme con mi propia sombra.

Entonces si me pregunto: – ¿Al día de hoy cómo quisiera que fuera mi existencia? Para responder me aferraría a mi propósito vital, para conseguir que la vida no vaya pasando sin intervenir en ella.

Tengo la certeza de que los cambios no son fáciles; sin embargo, la recompensa es mayor cuando se saborean los frutos de la transformación.

Yo creo que nunca es tarde para empezar a vivir la vida que quiero, gracias a las preguntas apropiadas, en el momento apropiado, para obtener respuestas apropiadas por lo operativas.