Yo creo que la vida se compone de momentos sublimes.
Ayer viví nuevamente la experiencia de la graduación.
Es un ritual de paso muy especial, donde el estudiante deja de serlo por un momento, para convertirse en profesional con todas las implicaciones que ello trae. Y digo por un momento, porque ahora, precisamente, luego de graduado, sus estudios no terminan allí.
En un proceso público y frente a los asistentes al acto, se declara que, esta persona, cuyo nombre aparece en el diploma, a partir de la fecha, se compromete a ejercer su profesión con plena consciencia. Entonces la responsabilidad pesa.
Y en el fondo sé que la incertidumbre asalta de manera incisiva cuando no se tiene respuesta a la pregunta: ¿Y ahora qué?
Los padres también se gradúan.
Los abrazos de felicitación van y vienen. Los papás son los más felicitados y orgullosos.
Luego de los esfuerzos conjuntos, las esperanzas y temores hacen parte del clima posterior que sobrevuela la fiesta de graduación; porque los amigos y familiares acompañan el coro de congratulaciones con la pregunta incómoda relacionada con la búsqueda de empleo. Entonces comienza una nueva etapa en el camino.
Cuando conocí al graduado, hace algunos años atrás, me impresionó su creatividad y habilidad artística.
Desde niño manifestó sus dotes para la arquitectura por su acertado manejo de los espacios, y buen gusto estético, cuando de manera lúdica presentaba propuestas y diseños variados.
Su madre sabiendo leer las habilidades de su hijo, observó el futuro y desde muy pequeño le patrocinó clases de pintura que fueron perfeccionando y fortaleciendo su genio interior.
Celebro el efecto de esa estrategia vocacional que simplemente avivó la llama de lo que se sospechaba, era un arquitecto en ciernes.
Ahora, cuando con orgullo puedo decir señor arquitecto, debo reconocer que gran parte de su éxito se ha fundamentado en la actitud, alegría, optimismo y coraje, que ha mostrado en los momentos más difíciles, cuando sus profesores de una manera intencional rechazaban los trabajos realizados con tanto esfuerzo y diseño creativo, poniendo a prueba su tolerancia a la frustración.
Como él mismo lo dijo, en medio de la celebración, – “este es el primer paso de una carrera ascendente hacia el éxito”-; y que, por supuesto, digo yo, estará tapizada de pequeñas y grandes derrotas, que tendrán la magia de fortalecer el carácter arrollador de su personalidad ganadora.
¡Salud arquitecto! …que podamos ver tu magia creativa en muchas obras de arte. Pues al fin y al cabo la arquitectura es la madre de todas las artes.
Y porque yo creo que, estamos llamados a ser arquitectos de nuestras propias vidas.