Yo creo que la angustia y el enojo del ego se producen cuando me tomo todo lo que me dicen como si fuera algo personal.
En el edificio de diez y siete pisos donde está mi consultorio hay cuatro ascensores. En las horas pico, la congestión es normal ya sea para subir o bajar. El destino, de manera providencial, me reúne durante unos segundos con mi amigo y tocayo, quien conozco desde hace muchos años y cuya oficina está en el piso trece y me regala la fortuna de disfrutar de un rápido, productivo y maravilloso diálogo con él, mientras dura el ascenso o el descenso a nuestros espacios de trabajo o al parqueadero.