Ser amigo…una enorme responsabilidad.

pexels-photo-2575835Yo creo que han pasado varios días sin tomarme un café con un amigo.

Debo reconocer que no he sido de muchas amistades.

Y podría decir que son contados en los dedos de mi mano, aquellos a quienes puedo llamar: “amigos”.

Se convino el martes como fecha de encuentro y a las dos de la tarde.

Salí motivado y al mismo tiempo expectante de lo que podría pasar en la conversación y sobre todo lo que sentiría con el reencuentro.

Propusimos que el primero que llegara elegiría el lugar en el centro comercial.

Nos dimos cuenta de que ambos teníamos en mente el mismo sitio, pues allí tomamos un delicioso café capuchino.

Luego de los saludos protocolarios y del repaso de lo ocurrido en los últimos días, tarea obligatoria debido al tiempo transcurrido desde la última conversación, pasamos a los temas profundos cargados de dolor y sentimiento.

El llanto afloró con facilidad cuando pregunté por su trabajo anterior y por lo que estaba haciendo ahora.

Y nuevamente lo más interesante y significativo, cuando me di cuenta de que la conversación versaba nuevamente en la traición y en el olvido de los que en su momento llamábamos nuestros cercanos en el ambiente laboral y de cómo los jefes y compañeros de trabajo no son realmente amigos sino pares en competición.

el amigo fielMás allá de la catarsis y del desahogo provocado por la temática tratada, llegamos a la conclusión de que los verdaderos amigos se conocen en las dificultades.

Con frecuencia me pregunto sobre la enorme responsabilidad que significa esa relación tan particular a la que llamamos amistad.

Tal vez la desconfianza o el temor a desnudar el alma sea lo que me prive de tener más amigos significativos.

Recuerdo con mucho pesar que, en su momento, quizá por la inmadurez o tal vez por la falsa expectativa confié mis más profundas sombras y temores a personas que no supieron guardar el secreto que les confiaba. Entonces sufrí la decepción profunda que produce el sentirse defraudado precisamente por las personas especiales de tu vida. Porque como decía el poeta Khalil Gibran: “Si revelas tus secretos al viento, no culpes al viento por revelarlos a los árboles”.

Gibran escritor, poeta, artista visual y pensador filosófico profundo, decía que: – “Puedes olvidar a aquél con el que has reído, pero no a aquél con el que has llorado” para referirse a los verdaderos amigos que se conocen en los momentos de dificultad.

Aunque nada debe sorprenderme con un ser humano, porque todos sus pensamientos y conductas están dentro del campo de todas las posibilidades precisamente, en cualquier momento esa posibilidad hace que el sentimiento y la lealtad se tornen en contra.

Por lo tanto, yo creo que, ser amigo es una enorme responsabilidad…desde el respeto y la misericordia.

El lugar es aquí y el momento es ahora.

ciencia ficciónYo creo que el lugar es aquí y el momento es ahora.

A lo largo de mi vida consciente, he venido reflexionando sobre la naturaleza humana.

Y este encantamiento en parte, desde niño, se lo debo a las películas de ciencia ficción.

Recuerdo que, en compañía de mi padre, pasábamos buenos ratos frente a la televisión, disfrutando de la magia de los metrajes de este género. Sin embargo, lo más apasionante era la avalancha de preguntas que surgían, no por la vida extraterrestre, sino por las dudas que me generaban las dinámicas psíquicas de los protagonistas.

Pienso que esto fue el origen de mi elección vocacional para estudiar la conducta humana. Porque en estas producciones cinematográficas, de viajes interplanetarios, sigo encontrando fascinación por la psicología profunda.

Los guionistas y directores, (más allá de los combates intergalácticos que, hoy en día, están plagados de efectos y sonidos especiales), deben llenar los momentos que se dan entre batalla y batalla estelar, con personajes que tienen una vida privada, al interior de las naves espaciales.

Rememoro un episodio de “Viaje a las Estrellas, La nueva generación”, donde hay un androide que, por supuesto carece de reacciones humanas y le suplica a su ingeniero constructor y programador, que le dote con dichos sentimientos, pues él quiere vivir esas experiencias “maravillosas” que tienen sus compañeros de la tripulación.

Al terminar el capítulo, el humanoide se encuentra abatido por la angustia que le genera el amor, la sexualidad, el odio, la codicia, la envidia, la ira, la gula, la lucha por el poder y la búsqueda de placeres desenfrenados. Y finalmente decide suprimir esas cargas emocionales, por lo difícil que es para él, soportarlas y comprenderlas.

Ahora entiendo el oficio del psicólogo cuando pretende ayudar a aquellos que dotados con la capacidad de amar y por lo tanto de odiar, sufren y se mueven en un mar de emociones encontradas. Porque al fin y al cabo el odio no disminuye con el odio, sino que disminuye con el amor.

El manejo del tiempo en los humanos es conflictivo y dañino. Quedarse apegado al pasado no permite el avance y adelantarse al futuro le llena de miedo sin sentido y fundamento.

En el ahora, es preferible extasiarse con el milagro que encierra la vida cuando aprendo a vivirla como viene y no necesariamente como yo desearía.

Porque a veces para entender es necesario olvidar lo aprendido. Y es precisamente en el desaprender que me he embarcado en este año buscando la paz adentro, y no afuera, como lo pretendí durante muchos años.

Soy lo que pienso, en consecuencia, en eso me convierto.

Este año estoy más dedicado a sentir la vida en vez de pensarla. Por lo tanto, este es el lugar y el momento es ahora… porque no hay más.

Entre la ofensa y el olvido.

pexels-photo-8711095Yo creo que como decía Sōsan, también conocido como Sengcan, – “Cuando la mente existe imperturbada en el Camino, nada en el mundo la puede ofender. Y cuando nada puede ofender, algo deja de existir”-.

El ego y la expectativa hacen mucho daño.

En estos últimos días me ha sorprendido el incremento de los incidentes callejeros provocados por la carga emocional y el estrés, así como por las expectativas que tiene el ego de ser reconocido.

Ya sea en la calle o en la propia casa, la intolerancia campea, cuando la ofensa se produce fácilmente y algunas veces de manera inconsciente.

Cada vez son más frecuentes los casos de violencia intrafamiliar que reportan los diarios y las autoridades y la manera fácil y espontánea como se detonan dichos conflictos.

Reflexiono y entonces me doy cuenta de que, como todos, estoy en El Gran Camino. Y en ese proceso de caminar la vida, continuamente me encuentro con situaciones emocionales que se tornan difíciles cuando tengo preferencias. Es decir, el proceso sería más fácil si no tuviera opciones preferidas.

Y nuevamente cito a Sōsan cuando sostiene que: – “…si el amor y el odio están ausentes, todo se vuelve claro y sin disfraz”-.

puente en el caminoLo que estoy aprendiendo es que, si deseo ver la verdad, no debo tener opiniones a favor o en contra de nada. Porque si lo hago, así sea la más pequeña distinción, el cielo y la tierra se separan infinitamente.

En este año que comienza sé que no debo contraponer lo que es de mi gusto, a lo que me disgusta, porque termino afectando la mente, ya que cuando el significado profundo de las cosas no es comprendido, la paz esencial de la mente se perturba en vano y el cuerpo paga las consecuencias.

Así que El Camino es perfecto, como el vasto espacio, cuando nada falta y nada sobra.

Y mi expectativa de ver cumplimentado el ego es un esfuerzo inútil, por lo tanto, es innecesario cualquier movimiento en esa dirección.

Yo creo que, entre la ofensa y el olvido, lo mejor es la mala memoria.

¿Existen parejas felices?

cactus-2927920_960_720Yo creo en la posibilidad de vivir felizmente en pareja y  siento que no es un juego de palabras motivadoras a la manera de los libros de crecimiento personal. Creo que el amor en pareja se cultiva en cada momento y que además de las condiciones básicas, de respeto, responsabilidad y amor, es muy importante descubrir el papel sanador del perdón.

Podríamos afirmar que la sanación de recuerdos actúa como la materia prima para recibir los regalos del perdón en pareja. No al azar se dice que: “Examinar, observar y comprender es perdonar”; entonces la idea es olvidar el agravio…pero nos encontramos con el muro que opone el ego para evitar, de esta manera ser lastimado nuevamente.

Eso significa que ¿parte del crecimiento como personas consiste en desarrollar la capacidad de olvidar el daño que nos han causado? Ya que precisamente, no olvidar, es el mecanismo de defensa que aparece de manera inmediata.

Algunos tratadistas del perdón sostienen que perdonar es recordar de manera selectiva y que incluso se puede elegir recordar sin dolor. Pero yo creo que perdonar, más que un tema de recuerdo, es concederle al otro la oportunidad de la equivocación; debido a que perdonar es reconocer que mi pareja, de alguna manera, creía actuar desde su derecho.

Traer a la memoria ofensas pasadas es más una necesidad de auto-castigo Y sospecho que el recuerdo se sana cuando descubro que pude haber sido yo mismo, el causante de la ofensa.