El lugar es aquí y el momento es ahora.

ciencia ficciónYo creo que el lugar es aquí y el momento es ahora.

A lo largo de mi vida consciente, he venido reflexionando sobre la naturaleza humana.

Y este encantamiento en parte, desde niño, se lo debo a las películas de ciencia ficción.

Recuerdo que, en compañía de mi padre, pasábamos buenos ratos frente a la televisión, disfrutando de la magia de los metrajes de este género. Sin embargo, lo más apasionante era la avalancha de preguntas que surgían, no por la vida extraterrestre, sino por las dudas que me generaban las dinámicas psíquicas de los protagonistas.

Pienso que esto fue el origen de mi elección vocacional para estudiar la conducta humana. Porque en estas producciones cinematográficas, de viajes interplanetarios, sigo encontrando fascinación por la psicología profunda.

Los guionistas y directores, (más allá de los combates intergalácticos que, hoy en día, están plagados de efectos y sonidos especiales), deben llenar los momentos que se dan entre batalla y batalla estelar, con personajes que tienen una vida privada, al interior de las naves espaciales.

Rememoro un episodio de “Viaje a las Estrellas, La nueva generación”, donde hay un androide que, por supuesto carece de reacciones humanas y le suplica a su ingeniero constructor y programador, que le dote con dichos sentimientos, pues él quiere vivir esas experiencias “maravillosas” que tienen sus compañeros de la tripulación.

Al terminar el capítulo, el humanoide se encuentra abatido por la angustia que le genera el amor, la sexualidad, el odio, la codicia, la envidia, la ira, la gula, la lucha por el poder y la búsqueda de placeres desenfrenados. Y finalmente decide suprimir esas cargas emocionales, por lo difícil que es para él, soportarlas y comprenderlas.

Ahora entiendo el oficio del psicólogo cuando pretende ayudar a aquellos que dotados con la capacidad de amar y por lo tanto de odiar, sufren y se mueven en un mar de emociones encontradas. Porque al fin y al cabo el odio no disminuye con el odio, sino que disminuye con el amor.

El manejo del tiempo en los humanos es conflictivo y dañino. Quedarse apegado al pasado no permite el avance y adelantarse al futuro le llena de miedo sin sentido y fundamento.

En el ahora, es preferible extasiarse con el milagro que encierra la vida cuando aprendo a vivirla como viene y no necesariamente como yo desearía.

Porque a veces para entender es necesario olvidar lo aprendido. Y es precisamente en el desaprender que me he embarcado en este año buscando la paz adentro, y no afuera, como lo pretendí durante muchos años.

Soy lo que pienso, en consecuencia, en eso me convierto.

Este año estoy más dedicado a sentir la vida en vez de pensarla. Por lo tanto, este es el lugar y el momento es ahora… porque no hay más.