La felicidad es la ausencia de apegos.

JUAN CARLOS POSADA MEJIAYo creo que la iluminación surge cuando estoy consciente de mi propia ignorancia.

Este pasado fin de semana, comencé una serie de diálogos internos, partiendo de la pregunta: ¿Qué debo perdonarme?

Entonces luego de una profunda meditación me respondí: En este momento de mi vida, me pido perdón por dejarme llevar por personas y situaciones generadoras de dependencia.

Soy el responsable de mis enfados, pues cuando analizo el conflicto, percibo que es el apego a mi creencia o idea lo que me hace sufrir y no el conflicto.

Con el paso del tiempo he descubierto que el verdadero amor no puede darse, si hay miedo.

Pues cuando hay amor verdadero, no hay demandas, ni expectativas, ni dependencia.

Me doy cuenta de que disfrutar de tu presencia es maravilloso, pero no puedo aferrarme a eso, porque sé que genera dependencia.

Ahora, en realidad no tengo miedo de perderte, porque no eres mi propiedad.

Amarte realmente es lo mismo que decirte: – Te amo como eres; sin apego, sin miedos, sin condiciones, sin egoísmo, sin intentar cambiarte -.

Y podría agregar: – Te amo libremente porque amo tu libertad, al igual que la mía-.

Confirmo que sólo en la libertad se ama.

Soy egoísta cuando te exijo que hagas lo que yo quiero.

Dejar que cada uno haga lo que quiera es amor.

Porque el verdadero amor no soporta exigencias ni chantajes.

Durante muchos años creí que la felicidad consistía en lograr el objeto de mi apego.

Ahora me doy cuenta de que la felicidad está precisamente en la ausencia de apegos y por lo tanto en no ser dependiente.

Como estaba inconsciente no podía compartir el amor.

Mis falsas creencias y la manera equivocada de percibir me llenaron de miedos, preocupaciones, ataduras, conflictos, y culpabilidades y una serie de juegos manipuladores que ahora estorban y no le dan sentido a mi proyecto de vida.

Yo creo que, en este momento de mi vida, estoy más consciente de mi propia ignorancia, y como consecuencia de esto, he dado el primer paso para ser feliz desde el amor incondicional que entiende y perdona precisamente por el desapego.