La realidad es una construcción subjetiva.

Actitud en familiaYo creo que cada persona vive su vida de la misma forma como la percibe.

Es decir, la realidad es una construcción subjetiva.

Por estos días, cuando he frecuentado amigos y familiares por las fiestas decembrinas, no puedo sustraerme a la sensación curiosa que me invade cuando escucho sus temas de conversación. En algunos soplan vientos de derrotas, pero en otros surge la posibilidad de un mañana mejor.

Si dentro de mi pervive el pensamiento catastrófico, todos mis comentarios, frases, expresiones y actitudes frente a la vida estarán colmadas de pesimismo.

La desesperanza aprendida es un proceso mental complejo donde se pierde la motivación, y por lo tanto la esperanza de alcanzar los sueños y las metas.

Es como si la persona renunciara a la posibilidad de que las cosas salgan bien, se resuelvan o mejoren.

A la desesperanza el filósofo Federico Nietzsche, la consideraba “la enfermedad del alma moderna”.

Como psicólogo sé que todo esto se debe a la manera como se ha vivido la vida. Para algunos el desfile maravilloso de sucesos y experiencias hermosas, nutritivas y plenas de significado. Pero para otros, sus vivencias han sido frustrantes, dolorosas, restando toda posibilidad a la esperanza.

Además, que reconozco que hay factores biológicos, emocionales, de aprendizaje, políticos y socioculturales que influyen en la manera como percibo el mundo.

Si se puedeSin embargo, creo que más allá de los factores determinantes que expresé hace algún momento, la frustración e impotencia, donde suelo pensar que no voy a lograr metas y sueños, son procesos mentales que se cultivan si encuentro el terreno propicio.

Ahora es importante aclarar que una cosa es la desesperanza y otras muy diferentes la decepción o la desesperación.

La decepción se produce cuando compruebo como se ha frustrado mi expectativa.

En tanto que la desesperación es anterior a que se produzca el desenlace de mi meta; pues se caracteriza por la pérdida de la paciencia y la paz interior debido al estado ansioso y angustiante que hace del futuro una posibilidad atemorizante.

La desesperanza, por su lado, es la percepción de la imposibilidad de lograr las metas.

Es cuando la persona cultiva pensamientos donde no hay nada que hacer, ni ahora, ni siempre. Se resigna y abandona la meta.

Entonces, a partir de ahora voy a activar varios mecanismos psicológicos para contrarrestar esto como, por ejemplo:

Comprender que se trata de una percepción subjetiva y no necesariamente estoy leyendo el campo de todas las posibilidades donde lo que pienso puede que no suceda.

Darme cuenta de que todo pasa y que cada día es nuevo, y representa la oportunidad para ser creativo confiando en mis propias potencialidades.

lazos familiaresHabitar ambientes que permitan estar rodeado de personas optimistas.

Constantemente resignificar las situaciones en busca de ángulos positivos.

Buscar el mejor momento para actuar en vez de pensar. Porque el Universo no premia a los que piensan sino a los que actúan.

Centrarme en mis recursos, dones y talentos, más que enfocarme en el problema o en sus posibles consecuencias negativas.

Con frecuencia me digo y afirmo: ¡Esto tiene solución!

Yo creo que, salvo casos extremos de catástrofes naturales o eventos críticos inesperados, lo que veo como “problema” es una construcción subjetiva que se gesta cuando evalúo una situación teniendo como base todas las posibilidades para resolverlo.

Estoy comprendiendo que no es algo que está fuera de mi sino algo que edifico. Por lo tanto, si está en mí… tengo el poder para deconstruirlo.

Para amar de verdad.

grandma-2657142_960_720Yo creo que, para amar de verdad, debo vencer el miedo que me causa la incertidumbre, al tiempo que confirmo, que no es posible amar desde la frialdad de la lógica de la cabeza, pues al pensar sobre el amor, obstaculizo el proceso de sentir.
El amor fluye cuando estoy conectado aquí y ahora con él. Debido a que el amor no puede ser entendido desde el pasado y mucho menos planeado y controlado hacia el futuro… descubro que el amor es un sentimiento que disfruto y sufro en el momento presente.
Lo que necesito trabajar y corregir de mi forma de amar, lo puedo observar aquí y ahora, en cada acto egoísta que percibo. Entonces es posible lograr transformaciones en mí, cuando me doy cuenta y me hago cargo, de conductas, reacciones, pensamientos y actitudes que son más el resultado de mis temores, que de la clarividencia que regala el amor incondicional.
No puedo condicionar mi amor desde el miedo que produce el pasado del otro. Ni puedo cambiarlo o negarlo. El descalificarlo por lo que hizo o dejó de hacer, es lo mismo que negarle su corrección en el presente. Yo creo en segundas oportunidades… por mi fe en el potencial humano, que todo lo puede, si se tiene la voluntad y la responsabilidad para el cambio.
Es muy fácil amar desde lo abstracto y en teoría. Lo complejo es amar desde las actuaciones concretas, que afectan, confrontan, inquietan, perturban y cuestionan.
Cuando estoy lleno de ego, el amor desaparece. Entonces sé que el amor se fortalece cuando transformo mis odios, rencores, celos, enojos y mi necesidad de posesión, en generosos regalos de amor, gracias a la confianza que genera el Yo, que sabe que nada puede “hacerle daño”, a menos que la misma persona lo permita.
Es importante recordar que, en el Universo, la energía que destruye es la misma energía que construye. Nada permanece para siempre, todo va y viene en un permanente fluir. Y más aún cuando se trata de la naturaleza de los seres humanos, donde el cambio es una constante.
Frente a estas reacciones negativas que me generan algunas actuaciones del otro, realmente el mejor mecanismo de acción es observar la situación y observarme en ella, para descubrir si en verdad, hay motivo para sentir celos, enojo, o rencor y si el problema, es la actuación del otro, o mi manera de interpretar dicha conducta.
El amor es generosidad. Entonces el secreto está en compartir, en soltar, en fluir.
Sabemos que, en el Universo, cualquier acumulación o retención intoxica, por lo tanto, es sano fluir y soltar, dejar correr y expresar… ya que nada debe retenerse y mucho menos una persona en su decisión y opción de amar, porque amar es una elección.
Yo creo que, para amar de verdad, es importante trabajar el miedo a perder.