Saber esperar.

pexels-photo-7252582Yo creo que saber esperar lo he venido aprendiendo desde que estaba niño.

Debo reconocer que mi padre fue mi primer maestro de la paciencia, hasta el último día de su vida. Recuerdo una vez, cuando me pidió que lo acompañara a visitar un cliente que le tenía un regalo.

En esa época era común que se recibieran anchetas de navidad como parte de un ritual de fortalecimiento de la relación comercial. Llegamos a las nueve de la mañana a una oficina elegante y espaciosa. Nos acomodaron en la sala de espera. Enfrente estaba “nuestra” ancheta marcada con todos los detalles. Le dije a mi padre: – listo, esta es, vámonos-. A lo que él me respondió. -debemos esperar a que el dueño de la oficina salga, nos salude, luego nos invite adentro, nos ofrezca algo para tomar, para más tarde conversar y finalmente agradecerle la gentileza de su regalo-.

La visita social se tomó un tiempo eterno para mí, pues se alargó hasta la invitación a almorzar y como era un niño antojado no veía la hora de llegar a mi casa para poder disfrutar los productos del regalo. Sin embargo, ese día comprendí la importancia de esperar.

Aquí en el presente, este año en curso, particularmente, por mi tratamiento de quimio y radioterapia, ha representado muchos más aprendizajes, si lo comparo con los adquiridos en los años anteriores.

Por ejemplo, aprendí a ser paciente, en el sentido literal. Ahora comprendo el significado profundo de esta palabra. Antes no entendía por qué los médicos veían “pacientes”, tal vez porque en su momento los asociaba con “personas enfermas”. hoy sé que se refiere a quien espera con paciencia que su condición cambie.

pexels-photo-3943882Esto me permite conectarlo con otro aprendizaje: el de aceptar la incertidumbre.

Nada más poderoso para activar la ansiedad que el desconocimiento de lo que está por venir y la imaginación catastrófica que acompaña el pensamiento fatal. Pues no tener certeza, es una prueba poderosa para quienes como yo deseamos el control del destino.

Lo sucedido hasta ahora me ha permitido el cultivo de la paciencia, dado que el mismo proceso por el que he venido atravesando me ha obligado a dedicarme tiempo. Sería una torpeza no aprovecharlo para meditar y descansar mientras espero.

Reconozco que tengo afán de seguir vivo, aunque sé que en el sagrado arte de vivir todo tiene su momento.

La vida me enseña que algunos procesos no deben apresurarse. Aceptar la realidad me dice que cada evento toma su tiempo. Por lo tanto, debo concederle el espacio necesario para que se produzca.

Yo creo que saber esperar es obligatorio mientras aquieto mi mente, para ganar armonía.

Cultivar la paciencia.

mikado-1743593_960_720Yo creo que todo se da en su momento, debido a que cada cosa tiene su tiempo y su espacio.
Entonces una de las mayores sabidurías que podemos desarrollar, es precisamente la paciencia, pues al preguntarnos cómo desarrollarla, descubriremos para nuestro asombro, que la vida a cada momento, nos ofrece maravillosas oportunidades para su fortalecimiento.
Cualquier circunstancia que produzca en nosotros frustración, se convierte en la mejor manera para experimentar con la paciencia. Nada como un “buen nudo”, por ejemplo, para poder practicar el arte de ser pacientes.
De otro lado, ser rechazados, sin duda, es otro momento de intenso dolor psíquico y moral que pone a prueba la paciencia. Debido a nuestro afán por buscar aprobación, incluso a muy alto precio, esto nos lleva a estar vulnerables frente al juicio de las demás personas. Y en el afán por recibir el beneplácito del prójimo, sentimos como una eternidad, cualquier demora, en dicha respuesta. Es aquí cuando la paciencia, sabe darle tiempo a cada uno, para reaccionar.
Al igual que, cuando estamos en medio de la calle, y en el apuro por llegar a tiempo a nuestro destino, no soportamos la congestión vehicular, y gracias a nuestra impericia en el manejo de la presión, estallamos emocionalmente, en vez de aprovechar esta maravillosa oportunidad, para practicar la paciencia.
Así mismo, el orgullo y la posición social nos hacen olvidar que en una fila bancaria o de cualquier espectáculo público, que yo creo es el acto más democrático y justo que existe, cada uno va a ser atendido, según su turno de llegada, por lo tanto, la paciencia se hace imprescindible.
Saber esperar sin ansiedad ni apuro, es la mejor definición de la paciencia. Y creo que, en el sagrado arte de vivir, en proporción con la evolución de nuestra sabiduría personal, el Universo nos enseña que su tiempo es perfecto y a cada uno le llega en el tiempo, lo que le debe llegar.
Entonces voy a cultivar mi paciencia, siguiendo el consejo del poeta Antonio Machado,en la interpretación de Joan Manuel Serrat pues comprendo que hay situaciones que no puedo apurar, y debo aprender de la espera, pues los grandes dulces y cocciones… se hacen a fuego lento.