Yo creo que hay valores que no pueden perderse. Y dentro de esos valiosos imperdibles, se encuentra el valor del compromiso, que comprende a muchos otros valores.
Si se trata de la fidelidad, ahí tenemos el mejor ejemplo para el compromiso. En otras palabras, se trata de ser fiel al compromiso. Aunque en algunos círculos se entiende la fidelidad desde el punto de vista sexual, en el fondo lo que significa básicamente, es respetar el compromiso. Si con la pareja se llegó a un acuerdo tácito o explícito en relación con la exclusividad, estaríamos faltando a ese compromiso en particular. Y no estamos hablando solo de los cuerpos o de lo que se hace con ellos, sino del respeto por la intimidad, la comunicación y la vida en particular que se va construyendo con el otro. Pues el compromiso no puede perderse en la enfermedad, la pobreza, o la tristeza como se promete en el rito matrimonial, pues el otro tiene la esperanza y el compromiso de acompañar en todo momento.
Por eso ser fiel a la palabra, implica honrar los compromisos. Si se quedó con alguien en cumplir una cita a determinada hora, lo correcto es ser puntual y cumplirle. Porque esa persona creyó en tu palabra y en tu actuación.
Así la fidelidad y el compromiso se complementan de manera especial cuando se trata de prometer un acto futuro.
Quien se compromete, adquiere un compromiso y no solo para con otro, sino para consigo mismo. Pues se trata de controlar la conducta para no fallar.
Cuando el otro es un niño, con más razón hay que cumplirle para que no pierda la fe en la palabra de sus mayores y pueda, cuando sea grande, llevar el mismo ejemplo y testimonio de vida, pues cumple su palabra.
Esto quiere decir que el respeto, la fidelidad y la responsabilidad hacen parte del valor de los valores, en mi concepto, el compromiso.
Para educar un niño en los valores, el ejemplo de sus mayores es fundamental… ¿qué estamos haciendo para auto-monitorear nuestra conducta?
Hola Juan,
Simplemente gracias,
Gracias por asumir con un gran nivel de compromiso el proyecto de compartir con los lectores de EL COLOMBIANO un espacio para reflexionar sobre esas cosas simples, y a veces complejas, que conforman nuestras vidas. Esas cosas, que si las miramos con detenimiento, nos reafirman que todos, en lo fundamental, somos iguales.
Un abrazo,
Ángela
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Angela, gracias a tí también por tu apoyo, y aliento y por ser el alma detrás de todo esto
Un abrazo Juan