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30 días para definir rumbo con Eln
Analistas coinciden en que el nuevo presidente decidió darle una oportunidad a esos diálogos.
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Aureliano Carbonell (blanco) y Pablo Beltrán hacen parte de la mesa de negociación de la guerrilla del Eln que se encuentra en Cuba a la espera de una decisión del Gobierno Duque. FOTO Reuters
09 de agosto de 2018
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Los 31 días que tiene este mes de agosto y los primeros de septiembre serán cruciales para el futuro del proceso de paz con el Eln. En ese tiempo, el Gobierno del presidente Iván Duque se dedicará a estudiar el mejor escenario para continuar o no con esas negociaciones, mientras que desde Cuba, los miembros del equipo de paz del grupo insurgente esperan que se tome una decisión.
Durante su discurso, Duque dio pistas sobre lo que espera del Eln y por eso afirmó que para continuar con esa mesa de negociación, esa guerrilla debe frenar asesinatos, secuestros, extorsiones, ataques a la infraestructura y a la Fuerza Pública.
En ese sentido, Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios de Seguridad y Paz, afirma que el nuevo mandatario dio un primer paso en no insistir en un tema que al parecer era fijo en su discurso, y tiene que ver con la concentración de los integrantes de esa organización ilegal para avanzar en los diálogos.
“Duque pidió un cese de hostilidades pero no habló de la concentración”, dice el analista, y agrega que estos 30 días de plazo para estudiar el proceso de paz “pueden quedarse cortos, pues hay que gestionar con muchos actores como ONU, y acá hay que tener en cuenta que el Eln siempre ha tenido el tiempo a su favor y el Gobierno no, entonces lo anunciado por el mandatario puede ser un mensaje claro en el que le dice a esa guerrilla que ahora el tiempo apremia para lograr acuerdos”.
En declaraciones a medios nacionales, Pablo Beltrán y Gustavo Giraldo, alias Pablito, ambos integrantes del Comando Central (Coce) del Eln, insistieron en que la intención de ese grupo subversivo es esperar, con los ánimos de continuar los diálogos desde La Habana, Cuba, la postura del nuevo Gobierno.
“Acá estamos esperando lo que diga el presidente Duque, si quiere la paz o quiere la guerra. Nosotros independientemente de lo que digan, somos unos luchadores de la paz”, afirmó “Pablito” al noticiero CM&. Además, el subversivo, comandante del frente de guerra Oriental, agregó que “a nosotros nadie nos puede dar una orden que nos concentremos. Vamos a dialogar como ellos entienden el proceso de paz y nosotros como asumimos el proceso de paz, no nos pueden decir que hagamos (sic), porque somos una fuerza beligerante”.
Por su parte, Carlos Velandia, consultor sobre paz y conflictos, cree que la mesa de diálogos tiene futuro siempre y cuando las partes se encuentren y comiencen a negociar los nuevos términos.
“Todo puede funcionar si se conversa y se pacta entre ambos. Las cartas están en la mesa y solo falta que se organicen para que se encuentren y conversen el nuevo escenario”, dice Velandia.
Añade que todo lo que se digan tiene que ser aterrizado en la mesa y no por medio de alocuciones o comunicados difundidos en redes sociales. “Tiene que darse un acuerdo físico para poder aspirar a algún avance, además, dudo que el Eln se pronuncie rápido sobre lo que pidió el presidente, pues deben estudiar lo dicho no solo con los integrantes del equipo negociador en Cuba, también con la gente que se encuentra en las selvas”.
Sobre delitos conexos
A parte de las exigencias ya expuestas, el nuevo jefe de estado también mostró su intención de presentar dos reformas constitucionales con las que buscará que ni el secuestro ni el narcotráfico sean conexos al delito de rebelión.
Ante esto, EL COLOMBIANO consultó con “Uriel”, uno de los comandantes del frente de guerra Occidental del Eln, quien considera que lo anunciado por el nuevo presidente “es una puñalada a cualquier intento de acuerdo”, sin embargo afirma, reafirmando la posición de continuar con los diálogos, que hay que esperar un pronunciamiento al respecto por parte del Comando Central, que probablemente se dé en la publicación de la revista Insurrección de ese grupo guerrillero.
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