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Hasta el 20 de junio. Ese es el plazo que tiene el Congreso para trabajar, después de que pasaran 27 días sin que funcionara formalmente. En ese lapso tendrá que priorizar el control político al Gobierno y definir a cuáles de los cerca de 200 proyectos que hay en curso, deberá darles preponderancia.
Aunque durante el receso los partidos intentaron no quedarse quietos, como es el caso del Centro Democrático que tenía reuniones semanales y participaba en los encuentros informales de las comisiones, ahora que se instalaron sesiones tendrán que trabajar a toda marcha.
Esta semana, después de varios rifirrafes y de la presión de distintos sectores, ambas cámaras del Congreso instalaron sesiones. El lunes lo hizo el Senado y el martes fue el turno para la Cámara de Representantes.
Sin embargo la normalidad no ha regresado. La tarea legislativa se vio frenada, con proyectos de ley y de actos legislativos quietos. Un ejemplo es el mismo Gobierno que, aunque ahora está enfocado en el coronavirus, tuvo que pausar su reforma a la justicia, de la que ya existe un borrador listo para presentar.
Con este panorama, surgen distintas propuestas para encontrar una solución. Ricardo Ferro, del Centro Democrático, propone que el Congreso reforme su reglamento para permitir, por una única vez, que en la próxima legislatura se puedan estudiar proyectos de ley que se presentaron en esta. “Tenemos más de 200 iniciativas en curso y se terminarán ahogando. La prioridad tiene que ser salvar la agenda legislativa”, expresa.
Desde la otra orilla, el representante de la Alianza Verde, Mauricio Toro, explica que para su partido esa también es una preocupación por la que hoy se reunirán para definir prioridades.
Pero la principal tarea, como lo expresa Nicolás Echeverry, del partido Conservador, es el control político. “Todos los congresistas se han expresado en su lucha contra la corrupción. Tenemos Posibilidades de sesionar de domingo a domingo, los días de fiesta y cuando sea necesario para hacer control político”.
Añade Toro al respecto que el Congreso debe “radicar, votar proyectos y hacer control político, vinculante para los miembros del Gobierno, frente a todos los decretos durante el estado de excepción”.
Sin embargo, aquí le surge una preocupación al representante verde. El martes cuando sesionó la Cámara, se tomaron 58 minutos en llamar a lista y se manifestó el problema que significaría votar virtualmente, sobre todo, porque el reglamento define que las votaciones deben tardarse máximo 30 minutos y, además, no hay claridad de si las votaciones virtuales son legales.
Ferro asegura que, después del 27 de abril, esto no sería un problema. “Cuando empiece el aislamiento inteligente”, dice, “sesionaremos presencialmente”.
Así, con incertidumbre sobre cómo se podrá votar, el Congreso se prepara para dos meses maratónicos y en los que, desde ya, empezará a allanarse el camino para las campañas electorales, que están cada vez más próximas a iniciar.