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La desaparición de personas es un delito que rompe los tejidos sociales y comunitarios: los victimarios destrozan los proyectos vitales de los desaparecidos y hunden en la desazón a los familiares y cercanos. Dicha práctica viola un conjunto de derechos humanos básicos: el de la vida, la libertad, el de una familia, entre otros. Por tal motivo, se considera un crimen de lesa humanidad. Las cifras en Colombia causan espanto, pues según datos del Registro Único de Víctimas hay alrededor de 200 mil casos de desaparecidos.
Por tal motivo, la Unidad de Búsqueda de personas dadas por desaparecidas –organismo que hace parte del Sistema Integral para la Paz, junto a la Comisión de la Verdad y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP)– ha emprendido una labor que cubre todo el mapa de Colombia y busca despejar las incógnitas que durante años le han quitado la paz y el sueño a miles de familias.
Un reencuentro de hermanos
En mayo del 2000 la familia de Darío quedó incompleta: un grupo de hombres armados lo obligó a subirse en un camión, en compañía de otros lugareños de San Antonio, Tolima. Desde entonces, Darío fue un fantasma en las celebraciones de diciembre y del día de la madre. Un fantasma entre los 1.315 desaparecidos en Tolima y Huila, inventariados por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, organismo creado en el contexto del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc.
En 12 municipios del Tolima y en 9 del Huila –en los que trabajó Plan Regional de Búsqueda Cordillera Central, de la UBPD– la violencia arrebató del seno de sus casas, de sus comunidades, a ciudadanos de diferente condición social. En este tiempo, sus familias han llevado en sí las espinas de la incertidumbre, las preguntas que no tienen respuesta. Muchas han llenado las calles y los postes de sus municipios con el rostro del desaparecido, reproducido en hojas, volantes, camisas, pasacalles.
El 5 de octubre de 2021, la UBPD realizó en San Antonio –cuatro horas en carro desde Ibagué– un taller con la comunidad. La madre de Darío se contactó con los funcionarios para pedir la apertura de la búsqueda. No fue la primera tentativa de la familia de dar con el paradero de Darío: en 2014 había presentado una denuncia en la Fiscalía General de la Nación.
Los municipios del Tolima y Huila con mayor número de desaparecidos son Ibagué (291), Planadas (145), Chaparral (134), Fresno (114), San Sebastián de Mariquita (111) y Honda (99). Un equipo interdisciplinario pronto dio con la punta de la madeja que reveló el paradero de Darío, un lugar no especificado de Bogotá. La UBPD identificó un incremento de desapariciones en la Cordillera Central en el periodo de 1999 a 2010: 779 casos, de los cuales el 72% corresponde a hombres. Hasta las primeras horas del 12 de julio Darío era un caso más. Ahora está en otra categoría: el de los desaparecidos encontrados con vida por la UBPD.
“Más de 22 años perdido por la vida, sin saber de mi hermano, un hombre sin familia como quedé yo”, dijo Darío minutos antes de fundirse en un abrazo con Julio, el hermano al que dejó de ver cuando este era apenas un niño. Julio llegó a la reunión con pocas horas de sueño: la ansiedad lo hizo pasa en blanco la noche previa al encuentro. Llegó temprano, con su mejor atuendo. “Es que esto es una celebración”, dijo antes de entrar al salón donde lo esperaba el hermano arrancado del hogar por los violentos. Una vez los hermanos se abrazaron y vieron en el otro el paso del tiempo, entraron los sobrinos de Darío. La familia volvió a estar completa: ahora le corresponde recuperar el tiempo.
Un padre vuelve a los brazos de sus hijas
Desde 1993 la familia de Hugo no se reunía en un mismo espacio: él desapareció en medio de los conflictos entre distintos actores armados. Las dos hijas –hoy de 31 y 34 años– crecieron desprovistas de la figura paterna. La expareja de Hugo recorrió los pueblos del suroccidente colombiano con la foto del desaparecido. Sin embargo, la violencia no les dio respiro: la familia debió moverse por distintos departamentos –Caquetá, Tolima, Huila y Putumayo–, huyendo de la guerra. Las pocas piezas de un posible reencuentro quedaron desperdigadas por buena parte de la geografía nacional.
El Plan Regional de Búsqueda Centro Nariño, de la UBPD, ha identificado 664 casos de personas desaparecidas en Cauca y Nariño, distribuidos en los municipios de Pasto, Yacuanquer, la Florida, Sandoná, Ancuya, Linares, Providencia, Santa Cruz, Samaniego, Llanada, Tangua, Nariño, Tambo, Peñol, Consacá y Chachagüí. Al censo le faltan datos porque la oficina de Nariño está en proceso de construcción.
Tras muchos miedos y rabias, la familia decidió reanudar la búsqueda en 2021, para lo cual se comunicó con la UBPD de Pasto. A principios de 2022, los investigadores dieron con el paradero del desaparecido, en la región del Magdalena Medio. Tras un proceso de preparación, la familia volvió a encontrarse, luego de mucha ausencia y dolor. Hugo pudo ver de nuevo a sus hijas y conocer a su nieta. Él es el séptimo desaparecido encontrado con vida.
“Para la Unidad de Búsqueda es muy satisfactorio poder ver que la labor humanitaria y la dirección de la búsqueda que se le ha encomendado va ofreciendo resultados y respuestas a familias que durante mucho tiempo no han cedido en la búsqueda de sus seres queridos”, afirmó Luz Marina Monzón Cifuentes, directora de la Unidad de Búsqueda.