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Vestido con el hábito de la orden de San Francisco de Asís, Peter Tabichi recordó, en la ceremonia del Global Teacher Prize en Dubái, que enseñar era parte de su historia, una suerte de herencia que llevaba consigo a todas partes.
Su padre y sus primos también fueron maestros en Kenia, en las mismas calles sin asfaltar que Tabichi recorre en moto, todos los días, hasta el KeriKo Secondary School, un colegio en la aldea de Pwani en el que algunos estudiantes tienen que caminar por horas para llegar.
El franciscano keniano de 36 años consiguió este 2019 el galardón educativo más importante del mundo, entregado cada año por la Fundación Varkey, de Dubái. Allí el jurado lo reconoció entre 10.000 candidatos de 177 países y destacó su aporte como maestro de física y matemáticas en la zona rural de Kenia, en donde Tabichi dona el 80 % de su sueldo para suplir algunas de las necesidades básicas de sus alumnos, como la alimentación.
A pesar de que para sus clases solo cuenten con un computador conectado a Internet, el franciscano consiguió que sus estudiantes ganaran la competencia nacional de Ciencias y que se clasificaran para un torneo científico en Estados Unidos.
Ayer Tabichi llegó a Medellín para conocer la experiencia de educación en la ciudad. Ya había estado el lunes en la Casa de Nariño junto al presidente Iván Duque y este martes el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, enfatizó durante su visita que la educación debe ser el pilar con el que “vamos a transformar la ciudad y el país”.
En una conferencia en el Centro de Innovación del Maestro (Mova), el keniano se dirigió a cerca de 300 maestros de la ciudad. Allí, entre otras cosas, mencionó que más allá de los logros educativos, una de las enseñanzas fundamentales es la de las emociones sociales. Y en esta tarea, dijo, son fundamentales los maestros, quienes deben garantizar que sus alumnos se integren a la sociedad desde sus habilidades. Porque más que las calificaciones o las buenas notas, un profesor debe guiar, ayudar a los estudiantes a inspirarse.