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Entre 1976 y 1983 Argentina sufrió una de las dictaduras más crueles de Latinoamérica. Bajo la batuta de Jorge Videla, se instaló un control férreo de la diferencia, tachando como inadmisible e intolerable aquella opinión o comportamiento que no se ajustara al modelo impuesto, violentamente, por la junta militar.
Miles de personas fueron víctimas de represión. Miles perdieron seres queridos en los centros clandestinos donde eran llevados aquellos a los que la dictadura consideraba subversivos, personas que, en su mayoría, nunca se volvieron a ver. 30 mil argentinos fueron desaparecidos, y entre ellos, mujeres en embarazo.
Muchas de ellas tuvieron sus niños en la clandestinidad. Al momento de nacer, sus hijos fueron enviados a otras familias, en general relacionadas con las fuerzas armadas. El criterio era que esos niños no debían volver a sus familias biológicas, contaminadas de ideas tóxicas para el régimen. Se calcula que 500 niños sufrieron ese destino.
Para recuperarlos y devolverlos a sus abuelas, se creó en 1987 el Banco Nacional de Datos Genéticos Argentino, un recurso que impulsaron las “Abuelas de Mayo” para encontrar el único legado que quedó de sus hijos: sus nietos. EL COLOMBIANO habló con Mariana Herrera Piñero, la directora de esta institución.
¿Cómo nace el Banco Nacional de Perfiles Genéticos de Argentina?
En la Argentina hubo un movimiento muy fuerte de derechos humanos. En 1983, cuando vuelve la democracia, la Argentina fue uno de los únicos países que no tuvo justicia transicional sino que decidió investigar los crímenes perpetrados por la última dictadura.
En ese marco se denunció el crimen de apropiación de menores y el gobierno democrático decidió crear un banco de datos genéticos a propuesta de las Abuelas de Mayo para dejar ahí una muestra de su sangre, y en el caso de que hubiera algún menor sospechoso de ser uno de los niños apropiados, compararse con los genes de los grupos familiares. Esto se instó por ley en 1987.
En su momento, ¿qué modelo había para seguir? ¿De dónde surge esta iniciativa como una herramienta para la búsqueda de desaparecidos?
Este banco fue el primero de su clase. La idea de la restitución de la identidad surgió por la motorización de las Abuelas de Plaza de Mayo. Ellas tienen el gran rédito de haber ido a la Convención Internacional por los Derechos del Niño y generar que la convención votara la inclusión de artículos que tienen que ver con el derecho a la identidad de los niños.
Además, sentó las bases de lo que serían los bancos de datos genéticos que hace algunos años vienen naciendo en otros países de la región y del mundo, como Colombia.
En Colombia hay preocupación sobre el uso que estos datos pueden tener, ¿se vivió lo mismo en Argentina?
El tema del uso de los datos tiene que estar muy regulado. Donde puede haber mas resquemores es en el campo criminalístico. Tiene que estar muy claro y especificado en el consentimiento hasta dónde una persona consciente que se utilice la información genética de su muestra. Desagraciadamente la ciencia avanza más rápido que los comités de bioética. De golpe estamos viendo cosas que son terriblemente cuestionables. Un ejemplo es lo que realiza el FBI con páginas como 23andme.
Esa página es una base de datos global a la cual la gente manda su sangre para tratar de saber cuáles son sus orígenes étnicos, conocer la historia de su familia o buscar parentesco alrededor del mundo. A veces por simple curiosidad. Lo que hace el FBI es subir a esa base de datos muestras que han recogido de alguna escena del crimen y buscan si hay alguna coincidencia. Eso es una barbaridad porque esas muestras la gente las manda con el propósito curioso de saber de dónde vino, no para que después les imputen un crimen.
¿Cómo es el proceso de búsqueda y coincidencia entre la muestra de la familia y la del posible nieto?
Lo que hay que tener claro es que las familias que buscan a sus nietos son grupos a los que les falta la generación de los padres. Nosotros heredamos de nuestros progenitores parte de nuestra información genética: la mitad viene de nuestro papá y la otra mitad de nuestra mamá. SI ellos no están, nosotros debemos reconstruir esa información genética a partir de la generación de los abuelos. Y ¿qué es lo que compartimos genéticamente con nuestros abuelos? Solo un cuarto de cada uno de ellos.
Hay familias en las que de golpe contamos solo con un abuelo, o con dos, lo que dificulta aún más esa reconstrucción del perfil. En esos casos se trabaja con otros familiares, por ejemplo con el hermano del padre, o exhumando los cuerpos de los abuelos que murieron. Todo ese trabajo es muy largo y se viene realizando hace más de 30 años.
En algunos casos tenemos éxito pues logramos generar un grupo familiar lo suficientemente completo para tener una información genética que nos permite dar certeza sobre un vinculo, en caso de que aparezca un potencial nieto. Hay otros casos donde no podemos definirlo con claridad porque no tenemos más familiares.
¿Cuántas identidades de nietos se han logrado restituir?
Se han encontrado 128 nietos.
Cuando hay coincidencia, supongo debe ser todo un acontecimiento
Nosotros analizamos 1200 personas al año y la mayoría da negativo. Cuando aparece un nieto es una revolución dentro del laboratorio. Es muy importante no solo verlo en la estadística que arroja la prueba, sino ver que toda la información preliminar concuerde: por ejemplo la fecha de inscripción del joven. Todo esto se hace en una carrera contra el tiempo porque ya quedan poquitas abuelas buscando a sus nietos.
Aunque hay otros familiares buscando a los jóvenes, es un poco triste cuando uno encuentra que no llego a tiempo. Cuando hay un abuelo o una abuela viva, todo se redimensiona. Es darle sentido a tanta búsqueda, a tanta lucha. Todos los nietos son especiales y todos tiene sus particularidades: hay jóvenes que les cuesta mas caer en la cuenta de lo que significa haber recuperado su identidad y lograr generar ese vinculo con los grupos familiares; hay otros que lo toman con mucha alegría.
¿Ellos, los nietos, esperaban ese reencuentro?
Sucede que en el fondo siempre hay una duda en los jóvenes. Todos llegan a la conclusión de que algo percibían, de que había algo que no les cerraba en su vida, y de golpe ver el abrazo de un nieto con sus familiares, es completar un rompecabezas al que le faltaba una pieza.
Desgraciadamente han pasado muchos años. Han pasado más de 40 años desde la dictatura, y todavía la Argentina tiene una deuda pendiente porque ha habido un pacto de silencio entre los militares que no ha permitido lograr una mayor efectividad en la búsqueda de los nietos.
¿Cuál debe ser el papel del Estado en la búsqueda de desaparecidos?
El Estado tiene que asumir el compromiso de la reparación hacia las familias. Parte de eso es legislar, generar todas la leyes de búsqueda de personas desaparecidas, pero sobre todo, el Estado debe estar dispuesto a tener un diálogo con las víctimas. Si hay algo en la Argentina que logró el éxito en la búsqueda de desaparecidos fue que las asociaciones de familiares fueron incorporadas y escuchadas por el Estado.
Se les dio la oportunidad de ser una herramienta para la búsqueda. Y en ese sentido, los Estados de todos los países de Latinoamérica, cuando inician un proceso de reparación, tienen que incorporar a los familiares porque es muy importante que se genere una sincronía y una confianza entre el Estado, que muchas veces participó de la victimización, y la sociedad civil.
¿Este proceso de búsqueda ha logrado generar una reconciliación en Argentina?
En Argentina las fuerzas armadas no fueron capaces de hacer una revisión de los crímenes que cometieron. No ha habido arrepentimiento de estos crímenes. Han hecho un pacto de silencio tan brutal que no ha permitido que, de alguna manera, puedan colaborar con la búsqueda. No hay ninguna posibilidad de reconciliación entre la sociedad civil y los militares.
A hoy, viejos como están, en prisión domiciliaria o en las cárceles, no se arrepienten de lo que hicieron y justifican los crímenes que cometieron. Esos crímenes se siguen perpetrando y ellos siguen siendo culpables.
Yo creo que ustedes están en otro tipo de proceso. Que con el proceso de paz muchos militares, paramilitares y gente de la guerrilla ha hablado, ha dicho o ha señalado lugares donde pueden estar las personas desaparecidas. Eso es un proceso distinto que acá no se vivió. Acá no quisieron hablar.
¿Cuál es el proceso interno que deben tramitar las familias?
Algunas veces el reclamo de los familiares es que van, dejan la muestra en Medicina Legal y nunca los llaman. Esto es así. En Argentina las familias dejaron su muestra con la confianza de que en el momento en que hubiera una identificación, el banco o el laboratorio lo informarían. Y para eso pueden pasar años. En ese sentido tiene que haber un manejo de comunicación interna y de dialogo con los familiares para que entiendan que dejar una muestra no significa que inmediatamente se logre una identificación de la persona que buscan. Que pueden pasar años hasta que ese proceso sea efectivo.