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La mujer que es considerada como el último eslabón del extinto cartel del Norte del Valle, el grupo banda narcotraficante que llebó de cocaína a EE. UU. y Europa en la primera década de los 2000, acaba de ser condenada en Nueva York.
Se trata de Hilda María González López, quien a sus 47 años fue sentenciada a pagar 10 años de cárcel y 5 millones de dólares por ser ficha clave de una red ilegal que extendió sus tentáculos desde el Valle del Cauca, pasando por Centroamérica –tuvo lazos con carteles mexicanos– y llegó hasta varias calles de Estados Unidos.
De hecho, fue una corte federal de Brooklyn –en Nueva York– la que emitió esta semana la condena en su contra y le puso punto final a la historia criminal de alguien que, incluso, llegó a tener su propia oficina de sicarios con alcance en suelo estadounidense.
“Durante años, la acusada se benefició del tráfico de cocaína y de la operación de una ‘oficina de cobro’, que dependía de sicarios para cobrar las deudas de drogas”, aseguró el fiscal federal Breon Peace.
Esta mujer se movía entre los círculos de poder de Cali y fue allí donde logró conectarse –a través de intermediarios dedicados a traficar armas y drogas– con Javier Antonio Calle Serna, alias Comba.
Eso sucedió sobre el año 2005 y fue un paso clave, porque le permitió a González López –la recién condenada– comenzar a codearse con altos mandos criminales del Cartel del Norte del Valle y lo que después derivó en el grupo armado ilegal los Rastrojos.
Con esos contactos, y haciendo uso de los sobornos y las amenazas violentas, esta mujer, conocida también con los alias de ‘Daniela’ y ‘Boyaca’, consolidó un imperio criminal independiente que la llevó a tener su propio equipo ilegal de trabajo.
Según el expediente, por el que fue capturada el 12 de julio de 2019 y extraditada a Estados Unidos el 5 de marzo de 2021, esta mujer se valió de sus lazos con el jefe de ‘los Rastrojos’ para que le redujeran el valor del impuesto que se paga por sacar cocaína de Colombia y así entablar sus propios contactos en países como México para subir la droga a Estados Unidos.
“Entre 2005 y 2011 (...) aprovechó su relación con narcotraficantes poderosos y violentos, incluido Calle Serna. González López comenzó a intermediar sus propios envíos de cocaína (...) desde Colombia a México, y América Central, para su distribución final en los Estados Unidos. Coordinaba rutas de transporte de drogas y pagaba ‘impuestos’ de exportación a los Rastrojos”, se lee en un apartado del dosier al que EL COLOMBIANO tuvo acceso.
De hecho, existe evidencia de que las alianzas criminales que logró tejer, y que pasan –como se dijo– por una “oficina de cobro”– le permitieron ejecutar actos sicariales fuera de Colombia para cobrar deudas derivadas del narcotráfico.
Incluso, según estableció este diario, aún se indaga si alguno de esos crímenes se ejecutó en suelo estadounidense.
¿Nuevos expedientes?
“González López estaba al mando de una operación de narcotráfico que organizaba envíos de cocaína, negociaba ‘impuestos’ con otros narcotraficantes y empleaba sicarios para cobrar deudas”, confirmó el agente especial Ricky J. Patel, del HSI (Homeland Security Investigations).
EL COLOMBIANO estableció que se mira qué otro tipo de colaboración se logra con esta mujer, pues se sabe que tenía contactos en esferas de poder que les permitirían a las autoridades estadounidenses –e incluso colombianas– llegar hasta los cerebros de quienes mantienen las rutas y cultivos que en su momento fueron de ‘los Rastrojos’.