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Una escultura de tres ángeles es la señal para tomar el desvío a la vereda El Carmín, justo antes de entrar al casco urbano del municipio de Anorí, Nordeste de Antioquia.
A partir de ahí son casi dos horas de carretera destapada, que en un día de verano se vuelve un poco más transitable; a tan solo media hora de camino, en los muros de algunas casas y casetas comunales se pueden observar letreros que advierten la presencia del Eln, en otras pancartas la invitación a votar por el Sí en el plebiscito. “Acá llegaron y nos explicaron lo de los acuerdos (de La Habana), que todo va a cambiar para bien, y dejaron esas pancartas”, asegura una mujer, habitante de la vereda La Primavera, quien a su vez no quiso dar detalles de los avisos del grupo guerrillero.
Cuarenta minutos después, aún con los mensajes mencionados, más algunas hectáreas cultivadas con coca, la vía comienza a bajar, y al pasar una curva en la que hay precipicios a lado y lado se observan banderas blancas y un pasacalle con la frase “Todos por la paz con justicia social”. Así se da la bienvenida a la vereda El Carmín, población de aproximadamente 200 habitantes que ha tenido una presencia histórica del frente 36 de las Farc.
El pequeño poblado cuenta con una escuela donde se da primaria y bachillerato (aunque los más pequeños están sin profesores hace más de dos meses). Hay servicio de energía eléctrica, aunque como dicen los pobladores “se corta si usted estornuda”, y la mayoría de casas tiene agua que llega de un acueducto veredal.
Margarita* llegó hace un mes a la vereda con sus dos hijos a reencontrarse con su hermano, un integrante de las Farc a quien no veía hacía 11 años. “Cuando lo vi no lo reconocí. Fue mucha la alegría, es que imagínese, 11 años sin verlo, incluso nos habían dicho que estaba muerto, pero por fortuna era mentira”.
La mujer de 32 años montó una tienda en El Carmín con la esperanza de tener un trabajo para rato. Sobre su hermano dice que se le ven las ganas de cambio: “ellos ya están en otro modo, solo piensan en la paz, en los cambios que vienen, están muy comprometidos”, y afirma que los tomó por sorpresa lo de la zona campamentaria, porque ella estaba convencida que su hermano y sus compañeros iban para otra zona de Antioquia.
Don Chepe tiene siete hijos y lleva más de 30 años en la vereda, donde administra una tienda y cree que la época que se avecina va a traer cambios drásticos, pero positivos, aunque dice no entender mucho todo lo que ocurrió en La Habana. Él, como muchos habitantes de El Carmín, vive de la coca que cultiva en una pequeña parcela y añade que de lo que ha intentado sembrar, es lo único que le asegura sustento.
Al preguntársele si sabe a quién venderle la coca luego de la entrada en vigencia de los acuerdos entre el Gobierno y las Farc, responde sin vacilar: “no, si ellos por acá no compran coca, por estos lados entra otra gente a comprar, sin problema, lo que pasa es que a ellos (la guerrilla) hay que pagarles un impuesto, eso lo sabe todo el mundo”.
Jorge Elías Ortiz Lopera es el presidente de la Junta de Acción Comunal de El Carmín y reconoce que muchos habitantes comen gracias a la coca: “para nadie es un secreto, acá todos vivimos indirecta o directamente de la coca, no han dado garantías para que se cultive otra cosa. Si esta será una zona de ubicación vamos a pedir que no se metan con los cultivos hasta no tener otra oportunidad. Esperamos que el proyecto piloto que hay en Briceño tenga buenos resultados”.
En medio de la conversación arriban cuatro personas: una mujer y tres hombres en dos motocicletas, cada uno viste botas militares o pantaneras, pantalones azul oscuro y camisas blancas en las que se puede leer “todos por la paz” y “Frente 36 Farc-EP”. Cada uno porta una pequeña mochila en la que al interior se puede escuchar un radio de comunicaciones y donde también, aparentemente, guardan armas cortas.
“Tenemos órdenes de vestir de civil, de no llamar mucho la atención”, dice uno de ellos. En el radio no han llegado instrucciones desde los Llanos del Yarí, donde están sus comandantes participando de la X Conferencia Guerrillera.
Sobre la presencia del Eln y sus carteles en la carretera, uno de los integrantes del frente 36 de las Farc afirma que “llevan puestos más de dos meses, pero ellos no están cerca en estos momentos”. Dicha información la reafirma Jorge Elías, quien añade que “en esta zona siempre ha estado el frente de guerra Darío Ramírez Castro del Eln, pero van y vienen, no están posicionados en esta zona, hace rato no se ven”.
En El Carmín aún esperan la verificación por parte de la comisión oficial, algo que estaba programado para el día de ayer, sin embargo no ocurrió.
La voz en El Carmín es colectiva: apoyan el proceso de paz, esperan cambios positivos para la comunidad, que el Estado llegue para quedarse y que la eventual desaparición de las Farc como grupo armado signifique prosperidad .
guerrilleros vivirían por seis meses en El Carmín, Anorí.