El Eln llega a la mesa formal de negociación con el Gobierno mostrando su talante de posiciones pétreas, difíciles de modificar y su característica de tomar decisiones en forma colectiva, pero en procesos lentos.
Así lo ha mostrado el largo forcejeo sobre el secuestro y liberación del dirigente político chocoano Odín Sánchez, que estuvo a punto de hacer fracasar este intento de iniciar un diálogo formal.
Sin embargo, este miércoles, al anunciar desde Ibarra (Ecuador) que el próximo 7 de febrero será instalada la fase pública de los diálogos de paz, en un comunicado conjunto Gobierno y Eln acordaron que el excongresista -secuestrado desde abril pasado- será puesto en libertad el próximo 2 del mes entrante y, simultáneamente, se dará el indulto de dos guerrilleros de esa agrupación ilegal que actuarán como gestores de paz.
La otra característica de esta guerrilla es que confía en tener bases sociales fuertes y más amplias que las de las Farc.
Tres expertos en asuntos de seguridad consideran que la principal fortaleza del Eln es, precisamente, esa base social, además de que militarmente a esa guerrilla no se la puede desestimar, pues hay evidencias de que ha venido adquiriendo armas, de que se está moviendo por sectores donde no era costumbre verla y de que su flujo de caja ha aumentado.
“Al Eln no se le puede medir militarmente como se medía a las Farc”. Esta es la premisa de la que parte Ariel Ávila, a la hora de responder por las condiciones en las que llega esta guerrilla a la mesa de negociación en Ecuador.
En criterio de este analista, a la hora de comparar los dos procesos es necesario entender que “las Farc son una organización militar tratando de hacer política y el Eln una organización política intentando hacer la guerra”.
Al mirar al Eln ‘con lupa’ se establece que sus operaciones se han cumplido en 109 municipios de los 1103 que tiene el país (las Farc lo hacían en 242 municipios). En el tema social las cosas cambian un poco y la balanza se inclina a favor de la primera, que según cálculos extraoficiales, mientras suma entre mil y tres mil combatientes en armas, cuenta con, al menos, cuatro mil milicianos que los respaldan fuera de las selvas.
El respaldo social que tiene el Eln en ciertas zonas del país se explica porque casi durante toda su historia (de 52 años) se ha integrado a las actividades comunitarias.
A este criterio se suma Jairo Libreros, para quien es claro que “la base social con que la guerrilla llega a la mesa es amplia, por el apoyo recibido desde zonas urbanas populares, de estudiantes, de sectores sindicales y en algunos casos hasta de la propia Iglesia Católica”.
En ese sentido es posible entender por qué para el Eln lo más importante en el diálogo con el Gobierno es la mesa social, al punto de ser el aspecto que siempre se ha dicho, será el primero en discusión en la mesa.
“Uno de los valores que debe reconocérseles a los guerrilleros del Eln es que a pesar de tener una estructura con fisuras al interior de su Comando Central (COCE), tienen objetivos precisos para buscar una alternativa política que les permita tener un lugar en la historia nacional”, dice Libreros. Pero, aclara, esa fortaleza se ha visto afectada por las debilidades militares internas.
“Hay que tener en cuenta que un sector importante ha terminado permeado por la delincuencia y la criminalidad, mediante la minería ilegal y el narcotráfico. Esto puede significar una situación crítica que afecta la capacidad militar”.
Podría haberse recuperado militarmente
Además de la ‘degradación’ como organización militar por sus vínculos con el narcotráfico, el Eln ha conocido la presión militar y ha visto como el Estado ha accedido a zonas que históricamente eran de su influencia, lo que tenía a esa guerrilla muy disminuida en los últimos años.
Sin embargo, el analista León Valencia considera que “el Eln se ha recuperado militarmente después de duras derrotas en el sur de Bolívar, Antioquia y la Costa Caribe. Además, estaba fuera de foco por cuenta del proceso que se cumplía con las Farc, pero con el plebiscito del 2 de octubre y lo que pasó en las siguientes semanas, tomó un nuevo aire, porque recuperó el argumento de la participación ciudadana en las negociaciones de paz”.
Dice que tampoco se puede desestimar su vigencia en algunas regiones del país, pues se trata de lugares con minería y producción del petróleo lo cual les permite un margen para presionar sobre las necesidades de producción del país, al igual que la riqueza. “Ellos han basado su fuerza en el sabotaje económico y en eso han sido fuertes, han tenido cómo presionar los diálogos. Hoy tienen más fuego para hacer exigencias”.
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