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El próximo miércoles 22 de enero, la Sala Plena de la Corte Constitucional podría sentar un nuevo precedente en el país sobre si los animales tienen o no derechos.
Esta determinación se registrará con el estudio del caso del oso de anteojos Chucho, ya que por medio de una tutela presentada por el abogado Luis Gómez Maldonado se solicitó la liberación del animal, tras haber estado más de 17 años en cautiverio.
El primer debate que tiene la Corte durante este año es establecer si los animales pueden tener acceso al habeas corpus, recurso judicial que es usado exclusivamente en los seres humanos para obtener su libertad, y que fue usado por Gómez para que Chucho tuviera pronta liberación.
La ponente del caso es la magistrada Diana Fajardo quien citó a audiencia pública en 2019 para esclarecer si los animales pueden tener acceso a dicha acción judicial.
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En la diligencia pública, a la que fueron citados no solamente el abogado de Chucho sino también directivos del zoológico de Barranquilla donde permanece recluido y expertos internacionales, se formó un fuerte debate.
Quienes cuidan en este momento del oso dicen que se hace necesario que se quede en el lugar donde está, dado que le sería casi imposible subsistir porque está acostumbrado a que los humanos lo alimenten, además no está expuesto al riesgo de su hábitat natural.
Los expertos internacionales, por su parte, están a favor de que Chucho esté en una reserva natural y sacaron a colación el caso de la orangután Sandra y la chimpance Cecilia, ambas argentinas, quienes fueron beneficiadas con el habeas corpus y hoy se encuentran en una reserva en Brasil.
Con los argumentos divididos, Chucho y su abogado esperan noticias de su libertad durante esta semana.
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La historia de Chucho
Este oso de anteojos, de al menos 70 años de edad, nació a mediados del siglo 20 en la reserva natural La Planada en Nariño, y desde entonces ha vivido en cautiverio.
A sus cuatro años fue trasladado a la reserva Río Blanco en Manizales. Allí llegó con su hermana Clarita para formar parte de un programa de reproducción en el que no tuvieron ninguna cría por su condición de familiaridad. Además, Clarita falleció años más tarde por cáncer de útero.
Después de eso, Chucho escapó varias veces del lugar donde estaba (sin causar daño a los humanos) y en 2017 la Corporación Autónoma Regional de Caldas, Corpocaldas, decidió donar el oso al zoológico de Barranquilla, en el cual estaría acompañado de una osa andina que había perdido a su pareja.
#FelizViernes ¡Hoy es un gran día para apreciar nuestra naturaleza! pic.twitter.com/UHctivN2GX
— Zoo de Barranquilla (@zoobaq) January 10, 2020
Han pasado un poco más de 18 años desde que Chucho se enfrentó al cautiverio y pese a que no hubo malos tratos por parte de quien lo cuidaba, no tenía un veterinario adecuado que estuviera al tanto de su salud.