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Cómo se planea construir una base lunar

  • Esta pintura se usó como elemento visual en una conferencia celebrada en Houston en abril de 1988 titulada “Bases lunares y estrategias espaciales del siglo XXI” Ilustración Nasa
    Esta pintura se usó como elemento visual en una conferencia celebrada en Houston en abril de 1988 titulada “Bases lunares y estrategias espaciales del siglo XXI” Ilustración Nasa
  • Cómo se planea construir una base lunar
22 de julio de 2019
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Hay preguntas que inquietan sobre asentar una colonia en la Luna y entonces ir para quedarse.

Los humanos han soñado con dejar la Tierra y viajar por la galaxia, pero algunos astrónomos creen que esta generación aún nació muy temprano para ser parte de ello; otros, como el ingeniero electrónico colombo italiano Diego Urbina, dicen que tal vez no y que ante la posibilidad él se postularía para ser parte de los pioneros que se aventuren a hacer raíces en otro mundo. ¿Por qué? “Porque es difícil”, responde por teléfono desde Bruselas.

Y no solo es locuacidad, él fue uno de los participantes en la propuesta en la que tres rusos (Alexey Sitev, Sukhrob Kamolov y Alexander Smoleevskij), un francés (Romain Charles) y un ciudadano chino (Yue Wang) aceptaron el reto de aislarse por 520 días en tierra como parte de la misión Mars500, que buscaba hacer varios experimentos y estudiar el diseño de hábitats potenciales para una tripulación que estaría confinada y con limitaciones por más de ocho meses en un viaje a Marte y con apenas algunas ventanas de tiempo para volver. Estaban ensayando.

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Siguiendo una directiva de la Casa Blanca a finales de 1980, la Nasa tuvo la tarea de desarrollar planes para enviar humanos al cuarto planeta después del Sol. Esto condujo a un estudio de 90 días y la Iniciativa de Exploración Espacial (SEI). Finalmente, se consideró inasequible –por los costos, límites humanos y tecnológicos– y los planes se abandonaron rápidamente. Sin embargo, los estudios internos de la Nasa han continuado luego de la cancelación de SEI, y han llevado a la actual misión de referencia conocida como Design Reference Architecture 5.

Actualmente la tecnología existe y según estimaciones recientes de agencias espaciales como Nasa y Esa, y del sector privado, un viaje tripulado a la Luna (ya hay varias naves y robots en el espacio en este momento) podría hacerse por unos 30.000 millones de dólares en menos de 10 años. El precio es comparable con la Estación Espacial Internacional, haciendo al satélite natural un destino cada vez más atractivo como una plataforma para impulsarse a Marte para multimillonarios como Jeff Bezos, Elon Musk, Richard Branson e incluso para los gobiernos estadounidenses, europeos y orientales. Israel, China, Estados Unidos, todos tienen voluntad política mirando al lado oculto de la Luna, que a propósito es bastante iluminado, solo que es imposible verlo desde la Tierra.

Ir para establecerse

Hoy la Luna es interesante (por curiosidad científica y sus recursos), así que algunos se preguntan por qué y cómo es que no se había vuelto desde que Eugene Cernan la pisó por última vez, en 1972, en la última misión Apolo, la 17.

Entre varias razones, uno de los argumentos más explícitos es ese requerimiento de una inversión económica importante. Cada kilogramo que se lleva al espacio, cuenta Urbina, quien además tiene un Master of Science en estudios espaciales en la International Space University (Francia), cuesta un millón de dólares. Lo que tiende a la baja entre más se haga comercialización del espacio.

Urbina trabaja en Space Applications Services, una empresa que tiene contratos con la Agencia Espacial Europea para diseñar una máquina que en un máximo de seis años probará que es posible extraer el oxígeno que hay en el regolito lunar (los depósitos superficiales que cubren parte de la Luna). Poniendo el hidrógeno, adelanta Urbina, se calentaría el regolito para producir vapor de agua. Ellos quieren ser los primeros en producir 100 gramos de agua en terreno lunar.

Desde hace varias décadas se estudian los recursos del satélite como el oxígeno, que aunque hay en pocas cantidades, es clave porque sería una carga menos en viajes constantes hacia ella. En septiembre de 2009, un mapeador de minerales en este lugar sugirió la presencia de hielo de agua en los polos, lo que se confirmó en 2018: en el sur, la mayor parte del hielo se concentra en los cráteres, mientras que el hielo del norte está más extendido, según dice un boletín del Jet Propulsion Laboratory de Nasa.

Tanto el excoronel de la Fuerza aérea colombiana Raúl Gutiérrez, el ingeniero aeroespacial de la Universidad de Kansas, quien trabaja en la trinchera trazando rutas a la Luna para la misión que enviará a la primera mujer a pisarla, César Ocampo, como el coordinador del pregrado de ingeniería aeroespacial de la Universidad de Antioquia, Julián Mauricio Arenas, están de acuerdo en que la inversión es poca para el retorno que pueden generar los recursos del satélite natural de la Tierra. “Se convertirá en un campo de juego para ir a otros lugares, porque desde allá se contempla más factible la partida a otra región del vecindario cósmico”, dice Ocampo, quien agrega que permitiría un cúmulo de descubrimientos y recursos que podrían beneficiar la vida en la Tierra. Sin titubear asegura que “ir a la Luna para quedarse daría inicio a una nueva carrera espacial y sentaría las bases para que el humano se disperse por el Sistema Solar y más allá”.

Clavar una bandera

En la primera fase de la colonización lunar, los exploradores demostraron que es posible llegar. Los viajes hechos entre 1969 y 1972 probaron que un nuevo mundo pudo ser alcanzado. Esta carrera comenzó hace 60 años con las misiones Apolo, y desde entonces satélites como el American Lunar Reconnaissance Orbiter han mapeado la Luna, mientras que los rovers como el Yutu chino han estudiado la composición de su superficie.

La Luna no es un lugar acogedor para los seres vivos. Un día dura 29 días terrestres (el tiempo que le toma hacer una rotación completa sobre su eje en comparación con el Sol, el mismo que le toma orbitar la Tierra), y su temperatura varía de -233 grados centígrados en el día hasta 123 grados en permanente sombra en los cráteres de los polos. No hay atmósfera que proteja de los meteoritos, o de la radiación cósmica al estar en su superficie. Y peor aún, la superficie lunar está cubierta por una capa de desagradable polvo irregular.

Es hostil y dura y aunque los humanos parecen ser buenos haciendo cosas difíciles –se adaptan a temperaturas extremas y pueden recuperarse de largas estadías en el espacio–, dice Jorge Zuluaga Callejas, doctor en astrofísica y cofundador del pregrado de astronomía de la Universidad de Antioquia en Medellín, “no estamos listos, si se trata de vivir en la Luna, eso no está cerca”.

Hábitats inflables, que son algunas de las ideas contempladas, serían atravesados por la radiación ionizante. No obstante, otros ya han propuesto recubrirlos con polvo y roca lunar para protegerlos de los rayos X.

Diseñar habitáculos no es fácil, agrega Zuluaga. Por eso, primero, añade por su parte Arenas, habría que pensar en una infraestructura arquitectónica para un transporte espacial de frecuente uso. Incluso algunos han propuesto construir el primer ascensor espacial en el Sistema Solar para transportar personas y carga a través de un cable de acero, que iría de la Tierra a la Luna. La idea consiste en usar la fuerza centrífuga de la rotación del planeta, como si fuera una cuerda atada a una pelota de fútbol que se hace girar. De esta manera, naves espaciales, astronautas y materias primas podrían traerse desde la órbita lunar sin necesidad de utilizar naves.

Base lunar humana: cómo se podría construir

Buscando agua, hielo y metales

Es caro enviar cohetes a la Luna, así que la apuesta (se lee en la edición especial de la revista internacional revisada por pares New Space de marzo de 2016) es enviar lo menos posible.

Si se estableciera una base, como es uno de los planes, esta deberá ser ligera, poco más que los hábitats inflables para tripulaciones de no más de doce, que se desplegarían en algún lugar con un refugio natural. Las opciones incluirían cuevas, como túneles subterráneos de tubos de lava, o cráteres cerca de los polos, donde los días duran seis meses. Estos astronautas no se quedarían mucho tiempo. Es probable que las bases iniciales sean abandonadas entre misiones.

Es de esperarse que el primer equipo esté formado por científicos e ingenieros que estudien la composición de la Luna con el fin de explorar formas de utilizar el material disponible y ser capaces de solucionar problemas.

Desde ya se adelantan esfuerzos por purificar el hielo lunar y convertirlo en agua para uso humano. Y el agua es importante para mucho más que tomarla, sería de uso frecuente para experimentar con el cultivo de plantas como alimento. Las semillas llevadas al espacio por Chang’e-4 –la misión china a la cara oculta de la Luna que pisó suelo lunar en enero de este año con instrumentos para analizar la geología de la región– brotaron, informó la Administración Nacional del Espacio de China (ANEC). Aunque las plantas murieron congeladas, es la primera vez que cualquier materia biológica crece en la Luna, algo que es visto como un paso relevante para la exploración espacial a largo plazo. La Chang’e 4 es la primera misión que llega a la parte más lejana del astro, la que no está orientada hacia la Tierra. Pero esto aún no establecería una colonia. La base sería abandonada, si se deja de financiar. Si se quisiera prosperidad para una tercera fase, esta debe volverse autosuficiente y mantenerse a sí misma a través de las exportaciones a la Tierra, agrega Arenas.

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Por otro lado, dividir hidrógeno y oxígeno en la Luna sería obtener combustible para cohetes y tal vez de manera más económica, también se podrían extraer metales preciosos, abundantes en cráteres de impacto y otras materias primas del regolito lunar, como la prometedora posibilidad de la minería de helio-3, un isótopo que algún día podría usarse en reactores de fusión nuclear, algo que el programa chino de exploración lunar está estudiando actualmente. Incluso los futuros colonos podrían exportar helio-3 de regreso a la Tierra, brindando a la humanidad energía de fusión barata y limpia. Otros sueñan con la posibilidad de arrastrar asteroides a la órbita de la Luna para ser minados.

Autosuficiente y productiva

El suelo lunar tiene los ingredientes necesarios para hacer concreto. Los avances en impresión 3D permitirían producir casi todo lo que necesitan las tripulaciones. El crecimiento sería gradual y abarcaría más que solo científicos, ingenieros, pilotos y contratistas que representen a países y corporaciones. Se requerirá crear ambientes sociales estables, actividades estimulantes, dice Nory E. Muñoz, magíster en psicología de la Universidad de San Buenaventura y especializada en psicología en el espacio.

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Incluso hay quienes estudian lo que sucederá cuando dos de los habitantes lunares tengan el primer niño extraterrestre. ¿Será la Luna solo un lugar para que los científicos e ingenieros trabajen, o también donde la gente viva y críe una familia? Visionarios atónitos con esta colosal roca en el cielo dicen que puede convertirse en un centro de actividad económica en una escala que es difícil de imaginar. Otra inquietud es quién sería el propietario de la colonia cuando los tratados existentes impiden a cualquier nación poseerla.

Esta es, por ahora, la única idea de garantizar la supervivencia como especie muchos siglos en el futuro. Y si los planes de colonizar el Sistema Solar de Nasa, Esa o privados dicen que hay que empezar en alguna parte, salta una pregunta: ¿por qué no allí, que ya se pisó una vez?

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