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El séptimo arte que llega al culto

El cine de culto tiene diferentes características, pero es el público quien entrega el título

  • En la imagen tres cintas de culto: El padrino, Blade runner y The rocky horror picture show. FOTOS Cortesía
    En la imagen tres cintas de culto: El padrino, Blade runner y The rocky horror picture show. FOTOS Cortesía
03 de enero de 2017
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Definir qué características convierten una cinta en una película de culto trae consigo detalles que van desde el director, pasando por la fotografía y la historia, hasta llegar a elementos como el presupuesto que se invirtió.

Detalles que combinados le entregan el título a aquellas producciones.

Filmes como The Rocky Horror Picture Show (1975) dirigido por Jim Sharman o Blade Runner de 1982, protagonizado por Harrison Ford y que este año tendrá su secuela después de 35 años de espera, son considerados de culto. Pero... ¿por qué llegan a recibir ese título?

Las adoptadas

Las películas de culto tienden a ser generalmente aquellas marginadas, ya sea por su estética diferente, poco presupuesto o porque no recorren el mismo camino del cine de su época. Un nicho del público y de los críticos las adoptan ya que ven en ellas una “belleza interior” que otros no ven: el tema tratado, el estilo del director o la poca calidad cinematográfica.

“Son entonces pelis que en un primer momento no tienen gran reconocimiento del establecimiento o del público masivo, las que por tener una estética en particular, ser género B o tocar ciertos temas se vuelven de culto. Por ejemplo filmes como The Little Shop of Horrors o falsos documentales como Holocausto Caníbal”, expresa Francisco Pulgarín, exdirector de la Comisión Fílmica de Medellín.

No son necesariamente malas ni buenas películas, como lo indica el crítico de cine, Samuel Castro.

“Son filmes que conectaron con una base de seguidores desde su estreno, caso Volver al Futuro o que ganaron esa audiencia con el paso de los años como Reservoir Dogs de Quentin Tarantino, gracias a elementos iconográficos que se convirtieron en parte de la cultura popular”.

No hay que dejar pasar a Rodrigo D: No Futuro (1990), filme de culto dirigido por Víctor Gaviria que partió la historia del cine nacional “por su propuesta narrativa, de puesta en escena y temática”, como lo explica el crítico Oswaldo Osorio en su blog Cinéfagos.

O esas películas que llegaron en el momento justo para expresar un sensación general como el desasosiego que refleja Trainspotting (1996).

“Alguien pensó que ‘el universo’ que narran era más grande incluso que la película, y se quisieron quedar a vivir en él. Eso es una película de culto”, concluye Samuel .

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