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En enero de 2016 Tatyana Zambrano, artista y publicista de Medellín, le envió un correo al exlíder guerrillero Timochenko en la que le ofrecía diseñar la imagen del nuevo partido político de las Farc. Diseñó el logo y un paquete de piezas (camisas, gorras, botones y hasta abanicos) que tenían palmeras en lugar de fusiles, con colores de una estética de “tropicalismo kitsch”, según ella.
Zambrano tuiteó un video en el que explicaba la estrategia publicitaria para la institucionalización de estos grupos. Al día siguiente los medios y las redes sociales viralizaron su obra, la insultaban y le decían que era una asesina más.
Así fue como nació el proyecto que ahora se puede ver en un costado de los Talleres Robledo del Museo de Arte Moderno (Mamm). “Era una parodia, pero lo insólito es que salió en las noticias sin comprobación alguna”, comenta una de las curadoras, la venezolana Isabela Villanueva.
Esta obra hace parte de la exposición Al dictado. Arte y conflicto en Centroamérica, en la que participan 19 artistas jóvenes de la región, donde la guerra es una realidad cotidiana. Las piezas presentan de manera indirecta y metafórica muchas de esas violencias que se dan en países como Honduras, Nicaragua y Panamá.
Una de ellas se encuentra a la entrada de la sala. Consiste en una pila de detergente para lavar de casi dos metros coronada por una bola de mota de ropa. Según la curadora Villanueva, se trata de la obra del panameño Adán Vallecillo, quien “trabaja con la asepsia: una pila de crímenes y la impunidad como una pelusa”.
Parte del interés de los curadores de esta sección surge porque el arte centroamericano suele estar poco estudiado y representado, “en una una zona mediada generalmente por la violencia”.
Un artista antioqueño
En la galería central del Mamm se encuentran algunas esculturas del paisa Jorge Julián Aristizábal, quien fue elegido para la muestra semirretrospectiva del programa Revisiones –Juan Mejía, Maria Isabel Rueda y Beatriz Olano fueron los anteriores–.
El trabajo recoge los últimos 30 años de su producción artística. En la Sala B hay piezas conocidas del autor como las pinturas de los caramelos de chocolatinas Jet “muy instaladas en la mente de los colombianos”, según Emiliano Valdés, curador jefe del Mamm, o la serie de acuarelas en las que dibuja los escándalos de la historia colombiana reciente.
“Creo que la obra de Jorge Julián es infrarreconocida. Sin embargo, es muy valiosa por su consistencia, lo prolífico y porque ha abordado temas absolutamente pertinentes para esta ciudad y el país”, comenta Emiliano.
La política, la idiosincrasia antioqueña, el género y la sexualidad. Así mismo se ve la cantidad de estilos, formatos y técnicas que ha empleado el autor a lo largo de su carrera. “Me cuesta más hacer escultura por el manejo de la tridimensionalidad”, dice Jorge Julián mientras revisa los últimos detalles de su montaje.
Revelar la imagen
Para la exhibición A cielo abierto, Esteban Duperly y Carlos Uribe seleccionaron 22 fotografías de Gabriel Carvajal, el fotógrafo antioqueño de quien la Biblioteca Pública Piloto conserva ahora su archivo, especialmente de negativos.
El conjunto elegido consiste en una serie de imágenes “lúdicas” tomadas en recorridos y paseos. “Cuando Carvajal salía de viaje ensayaba poses que había visto en revistas, practicaba su capacidad de dirección de una modelo, miraba encuadres y eso hacía de eso su archivo personal”, explica Duperly. “Intuimos que ejercitaba su ojo haciendo ese tipo de cosas”.
Duperly precisa que estas fotos no estaban pensadas para ningún producto, pero que con el paso del tiempo tomaron una “estética retro” que les permitió ver cómo practicaba el fotógrafo y luego cómo hacía producciones de estudio.
Tres ejes complementan el programa artístico del Museo en los que se destaca la presencia de autores jóvenes.
Uno es Juan Caicedo. Ya había estado en el anterior bloque expositivo en el que hizo un performance que consistía en romper tubos halógenos en medio del público. Esta vez también el desastre es parte de sus temas: carros chocados, muros derribados, latas retorcidas. Con ironía Valdés comenta que el artista “sigue haciendo algunos daños”.
El Lab 3, el espacio de experimentación sonora del Mamm, presenta una instalación del mexicano Daniel Lara Ballesteros en la que el artista “habla” con árboles de yarumo de la región de Antioquia a través de la radiestesia y otros saberes antiguos.
Lara interpreta las vibraciones de los árboles para trasladar sus frecuencias a través de una plataforma de madera para que el público, sentado o acostado, perciba la vibración y sonoridad y sus propiedades terapéuticas.
Finalmente, la entrada del Museo exhibe la instalación de Marcela Cárdenas, quien a manera de collage inserta imágenes de partes del cuerpo fusionadas con especies vegetales. “De alguna forma en la piel se sienten los efectos de la violencia política que hay sobre el ser humano”, comenta Emiliano.
Según el curador, la violencia es un tema permanente que nos rodea y es la razón por la que también persiste en esta muestra, que estará abierta al público durante dos meses .