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Eliades Ochoa, Medellin, concierto, Buena Vista Social Club, entrevista, son, Cuba

Eliades Ochoa, leyenda del son cubano, dialogó con EL COLOMBIANO antes de su concierto del sábado.

  • Eliades es uno de los pocos integrantes reconocidos del Buena Vista Social Club que sigue vivo. Compay Segundo y Rubén González murieron en 2003, Ibrahim Ferrer en 2005. FOTO cortesía
    Eliades es uno de los pocos integrantes reconocidos del Buena Vista Social Club que sigue vivo. Compay Segundo y Rubén González murieron en 2003, Ibrahim Ferrer en 2005. FOTO cortesía
22 de junio de 2016
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Medellín empieza a volverse una cita ineludible para cualquier sonero. Prueba de esto es que directo desde las amplias planicies con cultivo de tabaco y caña de azúcar, y desde los densos montes donde el sinsonte le canta a Cuba, Eliades Ochoa, ya una leyenda de la música de la isla, vendrá para Medellín.

Este auténtico guajiro —como se conoce a los campesinos cubanos—, llevará el son a Plaza Mayor este sábado, acompañado nada menos que por la legendaria Orquesta Aragón. Así, el nacido en Loma de la Avispa prevé una noche de guateque en la capital antioqueña. EL COLOMBIANO tuvo el honor de dialogar con él sobre este y otros temas.

¿Cómo comienza en el son?

“Desde niño empecé a tocar la guitarra, porque mi padre tocaba el instrumento. Entonces al verlo a él crecí ya con ese instinto musical, y empecé a rayar algunas notas. Así aprendí. Soy autodidacta, yo no fui a la escuela de música”.

¿Y en qué año comienza usted a sonar en Cuba?

“Yo nací en 1946 en Loma de la Avispa, Santiago de Cuba, y en 1953 ya estaba tocando la guitarra. Pero como profesional comienzo en el año 63, tocando en un programa llamado Trinchera Agraria, que se emitió después de la revolución”.

¿Con qué época de la música cubana se queda: con esa de auge del son, o con la de ahora, siglo XXI, en la que usted defiende esta maravillosa cultura como uno de sus baluartes?

“Para mí todo fue válido, porque si yo no hubiera iniciado en esa época a lo mejor hoy en día tuviera una finca o estuviera criando caballos allá en el campo. Ese momento me sirvió para iniciar en la música, para tener pasión por ella y desarrollarme en ella. Por lo tanto yo estoy agradecido con todos los momentos que he vivido en la música cubana”.

¿Cómo describiría usted ese momento en el que inicia el Buena Vista Social Club y ustedes logran fama incluso en países del norte?

“Para Eliades Ochoa, ser fundador del Buena Vista Social Club es toda una experiencia. En especial porque llevamos nuestra música a cualquier rincón del planeta. Lo digo así y no me equivoco. Con este grupo hemos logrado sonar en los cinco continentes. Como cubano, gracias al Buena Vista, tuve la oportunidad de ser un embajador del son”.

¿Antes del Buena Vista Social Club se sentía olvidado en la escena mundial?

“Para nada. Yo antes recorría distintos países de Europa, América y del Caribe, con el Cuarteto Patria, con el cual tengo muchísimos discos y he hecho muchas giras”.

Le voy a contar una anécdota. Yo estuve en Cuba el pasado diciembre, entré a un sitio en La Habana Vieja, pedí una canción de Guillermo Portabales, cualquiera, y para mi sorpresa me miraron tan mal que pensé que me iban a sacar del lugar... ¿Cuba podría estar olvidando sus raíces por cuenta de ritmos como el ‘Cubatón’ (reggaetón cubano)?

“No, no. La verdad que eso que te pasó fue un poco extraño. ¿No recuerdas qué lugar era? Todas las agrupaciones de pequeño formato que hay, en cualquier parte de Cuba, se saben todos los temas tradicionales y lo hacen muy bien. Los mismos que hacemos con Buena Vista Social Club: El carretero, El cuarto de Tula, Chan Chan, A la luna yo me voy. Todas esas se las saben los pequeños grupos que hay por ahí trabajando en las calles. Y yo nunca he visto en la isla un maltrato a nuestra música. Al contrario, cuando paso por algún lugar de esos, los músicos me piden tocar con ellos”.

Hablando de Portabales, ¿qué influencias tiene?

“Estas vienen de mi padre y mi madre. Y de lo que escuchaban, que yo también oía cuando pequeñito: Trío Matamoros, el dúo Los Compadres, María Teresa Vera, María Teresa Linares, Septeto Nacional, toda esa gente. Celina y Reutilio, yo oía a toda esa gente, me gustaba todo el son. Pero yo no lo hago igual que ellos, porque aprendí solo mis cosas. Yo toco y canto como Eliades Ochoa, un guajiro que salió de las montañas pero siguió guajiro. Y eso me ha valido mucho, porque tengo mi sello”.

En 2015 ese guajiro estuvo en la Casa Blanca, tocando ante el presidente de EE. UU, tras décadas de enemistad que hubo con la isla...

“Eso fue algo histórico. Fuimos los primeros músicos cubanos que entramos a la Casa Blanca, y nos recibe el propio Obama. Nos saludó con mucho respeto, mucho cariño, se rio, se tomó fotos con nosotros. Todos nos sentimos muy bien esa noche. Y esa sonrisa suya no fue hipocresía, era la alegría de saludarnos y de oír nuestra música. A nosotros, además, nos dio mucha felicidad saber que después de todos los problemas entre Estados Unidos y Cuba, logramos hacer un aporte para que avance esa reconciliación”.

¿Ustedes se ven como una parte de este proceso? Por supuesto aportando desde la cultura y música...

“Nosotros política no hacemos. Pero desde la música llevamos alegría a cualquier país. Ese sería nuestro aporte. Y yo he llevado alegría a EE. UU. desde hace muchos años, la primera vez en el año 89. Siempre he recibido allá cariño y respeto, no tengo nada malo que decir, porque algo que me gusta mucho de lo que hago es que a donde quiera que voy soy muy bien recibido. Otra cosa que me alegra es que va a escucharme gente joven, y acude a mis conciertos sabiendo que lo que yo voy a hacer es música tradicional”.

¿Es otra prueba de que el son está más vivo que nunca, inmortal, patrimonio de Cuba para la humanidad?

“El son ha echado raíces en esta tierra. Profundas. Gozando siempre de buena salud”.

¿Cómo se ha sentido en sus visitas a Colombia?

“No es la primera vez que voy, he ido varias veces. Y siempre me ha pasado lo mismo: yo sé que gusta mucho la música cubana, y eso lo siento por cómo me tratan. Me reciben con cariño, me piden muchas canciones de mi repertorio, y no solo lo nuevo. Muchas personas me sacan discos del Cuarteto Patria, de los años 80, para firmarlos. Hacen fila para tomarse fotos conmigo. Eso es muy bonito y como sonero me siento muy bien siempre que voy a Colombia. Eso a la larga lo retribuyo porque si quieren Chan Chan, lo toco, si quieren Lágrimas Negras, lo toco. Yo me debo a mi público colombiano”.

¿Esa fama que tiene ahora lo ha cambiado en algo?

“Yo sé que la fama existe, he oído hablar de ella y sé que hay muchos famosos. Lo que pasa es que yo todavía no la conozco (risas)”.

¿Qué les diría a los paisas que acudan a su concierto? ¿Que se tomen su roncito?

“Lo que les puedo decir es que me voy a sentir muy bien haciendo mi música en Medellín, que yo sé que gusta mucho allá. Pero más que nada porque sé que me voy a sentir en familia, porque somos una familia grande la que gusta de esta música. Así que no está mal que la gente se tome sus copitas, eso es bueno para la circulación (risas)”.

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