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Gamboa crea un escenario de incierta paz

Volver al oscuro valle, novela de Santiago Gamboa, muestra a Europa azotada por el terror y a Colombia saliendo de este.

  • Santiago Gamboa Samper ha sido diplomático en Europa y columnista. FOTO Cristian Mosquera
    Santiago Gamboa Samper ha sido diplomático en Europa y columnista. FOTO Cristian Mosquera
26 de diciembre de 2016
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Volver al oscuro valle es la nueva novela de Santiago Gamboa. Plantea un escenario de terror en Europa y otro de imperfecto renacer en Colombia.

¿De dónde proviene el título del libro y qué sentido pretende que tenga?

“De un verso de William Blake. Pretende unir la idea del regreso ‘al oscuro valle’, con la de ‘reanudar de nuevo sus tareas’. Como si el volver fuera marcado por una actividad y no por un lugar, pues al fin y al cabo el hombre ha sido siempre un migrante y la propia vida es en sí misma un viaje. Somos lo que hacemos, lo que aprendemos y olvidamos. Es ahí donde radica nuestra identidad. El lugar, en cambio, es siempre un lugar de paso, pues desde hace 30 mil años el hombre se desplaza por el planeta poblándolo, moviéndose de un lado a otro, mientras que la propia Tierra gira y gira solitaria en medio de un universo enorme del que desconocemos casi todo”.

En la novela se presenta un escenario de violencia y miedo en Europa, contrapuesto a otro de posconflicto en Colombia. ¿Intenta inscribirla entre las primeras de posconflicto?

“Intento hablar de una realidad posible, pero incluso en mi novela se ven las rendijas oscuras del país. Colombia es vista como la ‘república de la bondad’, donde el nuevo paradigma social es el perdón y la reconciliación, pero mis personajes, al llegar a ella, sienten que aún existe el mal, pues lo detectan en ciertas miradas. Y no solo ellos. Todos los que regresan sienten un poco de miedo”.

Hay sordidez en los relatos de la poeta Manuela Sáenz, personaje de la obra, alusivos a una infancia marcada por el vicio y la desprotección. ¿Ese viaje en el recuerdo también es un volver a oscuros valles?

“La literatura lleva dos mil años dándole vueltas al tema del regreso a la infancia, representada en la Ítaca de Ulises. Solo que no siempre ese regreso es feliz. Hay personas que han tenido una infancia aterradora y que buscan a través de la literatura un lugar distinto al cual poder volver. La infancia no es siempre el paraíso. A veces hay que buscarlo por fuera de la propia vida, de ahí la idea que tienen mis personajes de encontrar un lugar para poder volver a él. Es el impulso del poeta Rimbaud, que murió intentando regresar a su ‘oscuro valle’, que era una polvorienta ciudad en Etiopía, y que es donde acaban mis personajes”.

En novelas actuales, la elaboración —caracterización de personajes, construcción de escenarios y hasta la motivación para escribirla— ocurre ante los ojos del lector. ¿Cómo la concibió?

“La novela contiene mi visión de la realidad contemporánea, la crisis de un mundo y el nacimiento de otro. El personaje Tertuliano, en mi novela, sueña con reconstruir un paraíso en América Latina, pero para hacerlo está dispuesto a recurrir a la violencia. Los demás ven cómo frente a sus ojos se desmorona un proyecto racionalista de civilización, en Europa, y por eso buscan otro lugar a donde ir. Se convierten en prófugos de la civilización, como tantas personas hoy”.

¿Cómo fue tejiendo las historias de personajes separados? ¿Planeó desde el principio la unión de seres distantes o se dio cuenta de esto a medida que escribía?

“Escribo con brújula, y esto quiere decir que a medida que voy avanzando las cosas se van haciendo claras. Es el único modo en que puedo escribir. Escribir novelas es el gran enigma de mi vida, pues para mí consiste en encontrarlas. Escribo para encontrar las novelas que quiero escribir. Nunca tengo un plan preconcebido, ni siquiera claridad en la historia central. Parto de escenas que se van organizando y, sobre todo, de personajes que acaban por imponerse y, al contar su vida o sus preocupaciones, me ayudan a comprender mejor mi propia vida”.

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