Nadie puede hacer negocio con el David

Una ordenanza en Florencia, Italia, prohibe usar la imagen de la famosa escultura de Miguel Ángel con fines comerciales.

Una de las obras maestras del renacimiento es este David de Miguel Ángel. FOTO Sstock

Claudia Arango Holguín

27 de noviembre de 2017

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El cuerpo humano con todos sus músculos, venas, huesos y formas, era la obsesión de Miguel Ángel, el escultor, arquitecto y poeta italiano.

Cuentan que el artista se metía en La Basílica de Santa María del Santo Spirito, una de las iglesias de Florencia, Italia, por allá en el siglo XVI, para ver muertos y estudiar a fondo la anatomía del ser humano. Quizá por ello su escultura más famosa, David, tiene rasgos tan precisos como las manos, con venas y uñas, los ojos y hasta los pies.

Esta escultura fue un encargo de La Ópera del Duomo de la catedral de Santa María del Fiore. A Michelangelo Buonarroti le correspondió hacer este personaje del Antiguo Testamento, el valiente David que se enfrentó contra Goliat. Aunque lo que menos pensaron quienes la solicitaron era que este sería esculpido desnudo. No lo podían saber porque Miguel Ángel la hizo en completa reserva. Era un secreto del genio.

Dos años tardó el escultor en terminar esta estatua que fue entregada en 1504 y desde ese momento ha sido considerada una de las obras maestras del renacimiento y de las más famosas del mundo.

El Ministerio de Bienes y Actividades Culturales y de Turismo de Italia acaba de ordenar que su imagen, tan conocida como publicitada, no podrá ser empleada con fines comerciales sin autorización. Esta ordenanza, dijo Dario Franceschini, ministro de Patrimonio Cultural y Turismo de Italia, “es un importante paso adelante para la protección de los derechos del consumidor y la preservación de las obras maestras de arte conservadas en los museos italianos”.

Con este David no se podrá hacer publicidad, “el ministerio italiano monitoreará todos los casos de violación de la ley”. El valiente bíblico seguirá siendo una pieza gigante de mármol, un referente histórico en el arte, pero no el símbolo para hacer propaganda sobre la belleza.