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“El fútbol es grandioso, pero puede llegar a ser cruel”: Adriano

Pudo ser una gran estrella. Sin embargo, una depresión y el desviar su ruta lo impidieron. Adriano, exjugador brasileño, habló con EL COLOMBIANO.

  • Adriano, en su mejor momento con la Selección de Brasil, en el Mundial de Alemania 2006. FOTO archivo efe
    Adriano, en su mejor momento con la Selección de Brasil, en el Mundial de Alemania 2006. FOTO archivo efe
28 de septiembre de 2020
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Cuando Adriano Leite Ribeiro, o simplemente Adriano, extravió el camino supo que ese sería el principio del fin de su brillante carrera de futbolista a la que había llegado como todo un soñador luego de afrontar una dura niñez en la favela Vila Cruzeiro, de Río de Janeiro. Allí creció recorriendo descalzo las estrechas y peligrosas callejuelas, por donde a diario lustraba zapatos y vendía dulces con su madre.

Excesos en el gusto por la rumba, el alcohol y los malos “amigos”, como lo reconoce hoy, fueron una mezcla letal en un momento de su vida tras haber superado una niñez de muchas carencias en la que, rescata, nunca le faltó cariño.

La muerte de su padre cuando Adriano triunfaba en el Inter de Milán terminó derrumbando ese mundo fantástico que había construido alrededor del fútbol y sus características de gran jugador.

‘Emperador’, como lo apodaron sus seguidores, lo tenía todo para ser uno de los mejores delanteros de la historia: potencia, velocidad, físico, definición, gambeta, garra y determinación.

En 2004, cuando sumaba 22 años de edad y estaba en la cima del éxito del fútbol italiano, una llamada desde Brasil le dio vuelta a su vida. Al otro lado del teléfono le informaban de una tragedia: su padre, de 45 años, había fallecido.

Aunque siguió jugando al fútbol, no pudo superar totalmente la depresión que le causó ese episodio de su vida. De esa situación se derivaron todos los problemas que finalmente evitaron que llegara más lejos como futbolista.

Hoy, a sus 38 años, en el retiro y rodeado de familia y amigos, y después de superar muchos obstáculos, siente que su vida mejoró, y trata de que nuevas generaciones de futbolistas no comentan los errores que le privaron de haber llegado más lejos. EL COLOMBIANO dialogó con él.

Siempre llamó la atención ese apodo que le pusieron de “Emperador”, ¿de dónde realmente apareció?

“Me sorprendió cuando me lo pusieron, no sabía que era para mí. Uno de los líderes de una barra del Inter se acercó a mí después de un partido y me dijo, de ahora en adelante, serás llamado el ‘Emperador’ y eso me puso muy contento. Fue grandioso que me llamaran así durante mi carrera. Dios bendiga ese apodo, pero la verdad es que nunca me sentí como tal”.

¿Por qué no?

“Tal vez no dimensioné el éxito que había logrado y sentía que podía caminar descalzo por las calles como siempre lo hice de niño en mi favela (barrio), creo que ese apodo me alejaba de la gente humilde, porque un emperador siempre está por encima de su pueblo”.

Su vida dio un vuelco total...

“Sí. Soy feliz y afortunado de estar al lado de mi familia y los buenos amigos, no tengo dinero, pero sí tranquilidad y eso no tiene precio, aprovecho para hablar con los jóvenes e intentar orientarlos, contarles mi historia para que se equivoquen menos. Hace poco el Inter me invitó a una charla virtual con aficionados, y me siento honrado por el cariño que aún me guardan en ese club, y también los aficionados del Flamengo”.

¿Fue duro retirarse del fútbol activo?

“Es duro no jugar más. Tuve dos operaciones en mi tendón de Aquiles y eso me causó problemas. A mi edad, casi 40, es difícil competir con ese antecedente. Me tocó dejar de jugar también con mis amigos en la favela y eso es igual de difícil. Infortunadamente las cirugías me incapacitaron para seguir. Soy alto, y no es fácil volver después de esa clase de operaciones”.

Después de dejarlo en 2016, salieron unas fotos suyas armado y lo implicaron con bandas criminales de las favelas, ¿qué sucedió?

“Me deprimí en el momento que decidí dejar de jugar, me rodeé mal, con supuestos amigos que sólo me llevaban a fiestas con mujeres y alcohol. En ese momento no pensaba en nada. Hoy extraño el fútbol y el apoyo de los hinchas brasileños y del Flamengo. Me hace falta también el Inter. Dejé atrás esas malas amistades y ahora todo cambió para bien”.

¿Por qué no pudo llegar más lejos teniendo todas las condiciones?

“La muerte de mi padre me dejó un vacío enorme, acabé sintiéndome muy solo y me aislé. Fue lo peor. Me vi solo, triste y deprimido. Empecé a beber todas las noches y no podía parar, llegaba borracho a los entrenamientos y después tuve que abandonar al Inter”.

¿Cómo ocurrió la muerte de su padre?

“Murió joven, tenía solo 45 años, los médicos dijeron que fue por causas naturales, pero él tomaba muchos medicamentos para el dolor de cabeza, porque cuando yo era niño, durante una balacera, un tiro le dio en el cráneo y tuvo que vivir con esas consecuencias hasta el día de su muerte”.

¿Recuerda cómo se enteró de ese episodio?

“Obviamente. Estaba en el bus con mis compañeros del Inter, y mi celular sonó: ‘Papá está muerto’. Fue lo único que escuché y todo se nubló, pensé que era una pesadilla. Entré en pánico, no puedo describir mi desesperación . Nunca sentí un dolor tan desgarrador e insoportable”.

Usted compartió vestuario con el colombiano Iván Ramiro Córdoba, ¿qué puede decirnos de él?

“Grandísima persona y excelente jugador, fue de los que más me apoyó en esos momentos difíciles, me aconsejaba, pero yo no escuchaba a nadie en esa época. Me decía que yo era una mezcla de Ronaldo e Ibrahimovic y que podía ser el mejor del mundo si me lo proponía. Siempre tendrá mi respeto y amistad”.

Su niñez, como buena parte de los chicos brasileños, fue de necesidades...

“Tuve muchas carencias pero nunca me faltó cariño, me tocó lustrar zapatos y a mi mamá vender dulces para poder sobrevivir en la favela de Vila Cruzeiro, una de las más pobres y violentas. No fue fácil, pero tenía en mi cabeza el fútbol a toda hora y sabía que quería ser jugador”.

¿Cómo lo logró?

“Desde niño amaba el fútbol y mi familia lo sabía. A los 7 años entré a la escuela del Flamengo sin tener con qué pagarla, pero antes de que llegara el primer cobro demostré que tenía condiciones para quedarme. De ahí en adelante tenía claro que sería futbolista, el fútbol vino hacia mi y yo a él. De otra forma no hubiera logrado lo que alcancé”.

¿Cuál es su consejo para quienes aspiran a ser futbolistas hoy?

“No es fácil, la gente puede pensarlo, pero requiere mucho trabajo duro y sacrificio. Hay que superar bastantes obstáculos para sobresalir, y tener una actitud correcta. Debes mantenerte por un mismo camino. Los que quieren ser profesionales deben hacer que suceda. Es así de simple. En la carrera hay altibajos, debes superarlos y nunca desviarte como me sucedió a mí”.

¿Cuál fue la mayor satisfacción que le quedó de su vida futbolística?

“Ver la alegría de mi familia cuando me iba bien, eso no tiene precio. También era muy satisfactorio observar a los hinchas felices, además del orgullo que produce alcanzar tus metas”.

¿Cómo fue firmar por el Inter, uno de los mejores clubes de Europa?

“Fue un sueño, siempre veía los partidos por televisión, algo increíble. Fue maravilloso llegar allá. En mi primer partido anoté un gol de tiro libre frente al Real Madrid, un gran momento para mi carrera. Hice realidad ese sueño, trabajé duro para lograrlo y Dios me dio esa oportunidad”.

¿Cuál considera hoy fue el punto más alto de su carrera deportiva?

“Cuando ganamos la Copa América con Brasil ante Argentina en 2004. Es un momento de mi vida que no olvidaré jamás, ponerme la camiseta de la Selección era un sentimiento inigualable, significaba representar a mi país y fue el mejor momento de mi carrera”.

Siempre hay desafíos por superar, unos grandes y otros chicos, ¿cuáles fueron los más importantes que enfrentó en la vida y en el fútbol?

“El más grande fue haber perdido a mi padre, cuando jugaba siempre podía confiar en él, después de su muerte me sentí muy triste. Esa es la vida, pero hay cosas que son muy difíciles de comprender. Eso fue lo más duro que enfrenté”.

¿Y el secreto para triunfar?

“Nunca rendirse e ir siempre tras tus objetivos con mucha dedicación. El fútbol es grandioso, pero si no tienes cuidado también puede ser cruel. La clave es la perseverancia sumada al deseo de mejorar”.

Igual hay que afrontar con determinación situaciones críticas...

“Si tienes un sueño, en verdad, no hay que tirar la toalla, incluso cuando esos momentos lleguen. Hay que seguir los objetivos y Dios está ahí para nosotros. Esos son los fundamentos para alcanzar tus metas en la vida. Tampoco se puede olvidar a la familia, porque nuestros padres son muy importantes. Hay que tener en cuenta que algún día seremos modelos a seguir para alguien más que debe estar orgulloso de nuestra manera de actuar”.

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