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Los niños y jóvenes de aquel entonces (décadas del ochenta y noventa) son los grandes seguidores hoy de Atlético Nacional. Así describe Luis Fernando Suárez, exjugador verde y campeón de esa Copa Libertadores, el proyecto que, a modo de propuesta seria realizable y condujo a la conquista del primer título internacional para el conjunto antioqueño y el país.
Credibilidad en el jugador nacional, trabajo planificado, confraternidad y unión de todo una nación en una causa. Estos fueron, entre muchos otros logros de la gesta que coronó, por primera vez, a un equipo colombiano, Nacional, en la Libertadores.
Ese título continental de un elenco del Pacífico, que rompió la hegemonía de los representantes del Atlántico, quedó en la memoria de los aficionados.
Representó un punto de partida para valorar el nivel de los colombianos, estrechar lazos, crear afición y abrir el camino para mostrar poderío internacional, según jugadores, técnicos e hinchas.
Después de esa hazaña, el conjunto verde asistió sucesivamente a las Copas Libertadores de 1990, 1991, 1992 y 1993 y fue subcampeón en 1995, antes de volver a ganarla en 2016. Y creó una hinchada, incluso, fuera de los límites territoriales de Medellín y Antioquia, como gran ganancia.
“Nacional logró una cosa muy importante: divertir a todo un país, y lo hizo con responsabilidad. Demostró que haciendo familia, y unidos, se llegaba a etapas importantes. Mostró solidaridad”.
Así lo expresa Hernán Darío “Bolillo” Gómez, quien recibió de Francisco Maturana el equipo verde y lo sacó campeón de la Copa Interamericana en 1990 y primero de Colombia en 1991, siguiendo el esquema de apoyo incondicional al jugador nativo.
“Creo que se lograron cosas que en nuestro país son muy fáciles, pero las hacemos difíciles de cumplir. A veces falta que valoremos lo que tenemos. En esa ocasión había una admiración y un respeto por nosotros. Eso hizo que creyéramos en lo que teníamos y en lo que podíamos conseguir”, agrega Bolillo Gómez.
Según el actual director técnico de Ecuador, el equipo mostró una de las fórmulas más grandes del éxito: “el orden”. Esa palabra la puso en acción, en todo sentido, dentro y fuera de la cancha.
“Ese título identificó al país con cada uno de los jugadores. Distinguió a Colombia por un estilo de juego. Un fútbol con respeto, un elenco que mostró al mundo cómo jugar bien, las triangulaciones, el orden, la buena técnica. Exhibió, sin ser petulante, lo que ahora es moda”.
Para Hernán Darío, si se le suman a esas cosas de la época una buena condición física, velocidad para atacar y defender, “seríamos potencia, eramos invencibles”.
Y lo que más destaca es que “ahora todos somos amigos y cuando nos encontramos, nos miramos a la cara tranquilamente”.
Luis Fernando Suárez también vivió ese momento glorioso. Se destacó como jugador haciendo las veces de defensa central y volante de marca. Fue entrenador y salió campeón con el plantel verde en 1999.
“Cuando las cosas se hacen con tiempo hay competencia y calidad, se logran los objetivos. Ese es el mensaje más claro que nos deja esa actuación, por cuanto fueron los frutos de un trabajo efectuado en el 87, 88 y 89”, manifiesta.
Para el exjugador y ahora estratega, el legado más claro fue que se creyó en un proyecto y en una propuesta seria.
“Realmente fue un trabajo bien hecho, con jugadores de gran talento y un direccionamiento perfecto que cuidó todos los detalles para hacer del fútbol una verdadera fiesta en todo el territorio colombiano. ¿En qué parte de Colombia no se celebró? Fue un título que unió a todo un país y del cual todavía se habla”.
Para Suárez, otro de los grandes logros fue haber creado una gran afición, que creció desde esa fecha hasta convertirse en la más grande del país, como lo certifican las estadísticas de la Dimayor y la Conmebol cada año.
“Los niños y jóvenes de ese entonces son los grandes seguidores hoy. Ellos se pasean orgullosos por todos los estadios haciendo hincapié en esa Copa Libertadores y los logros que llegaron después”.
También recalca que ese Nacional marcó un derrotero para los trabajos con las selecciones de Colombia.
“Se mostró que las cosas sí se podían lograr y que había el material humano. Que no solo lo podían copiar los equipos, sino las mismas selecciones, como sucedió después asistiendo a varios mundiales con el esquema que mostró este conjunto. Eso no se puede olvidar”.
A todo eso hay que sumarle que cada uno de los futbolistas que hicieron parte de ese proceso entregaron el alma en cada partido y pusieron su capacidad al servicio del equipo y del país.
“Eran jugadores muy talentosos pero, además, le pusieron el corazón para lograr lo que querían. Por eso se convirtieron en ídolos y hoy lo siguen siendo. Nadie olvida, por ejemplo, a René Higuita. Ese modelo de Nacional fue el que abrió caminos y demostró que las cosas se podían, porque después lo corroboró el Once Caldas y lo repitió el conjunto verdolaga”.
Ese Nacional 1989 sembró semilla. Por algo el trofeo de la Libertadores se exhibe en sus vitrinas como una estrategia para contagiar a la hinchada de positivismo. También, para demostrarle al mundo que cuando se quiere, las cosas se logran. Solo se necesitan ganas y responsabilidad .