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Jürgen Klopp dirigirá su octava final mañana cuando Liverpool y Tottenham se enfrenten por el título de Champions League en el Metropolitano de Wanda en Madrid.
Será un momento definitivo en su carrera como entrenador: el que lo dejará cobrarse una deuda pendiente levantando, por fin, un trofeo o sumirse en un mar de superstición.
En Liverpool, mitad en broma y mitad en serio, se habla de una “maldición” después de tantas finales perdidas. Pero Klopp no entiende de superstición o mala suerte.
“Yo sé lo que todos dicen sobre las finales (perdidas), pero esta será la cuarta con el Liverpool y eso, en sí, ya es bastante especial”, dijo el técnico alemán.
Klopp sabe que el resultado, como en ningún otro momento, dejará marcado su legado en el Liverpool. Para bien o para mal. Por segundo año consecutivo, se encuentra ante la posibilidad de conquistar su primer título de Champions, luego de la decepcionante derrota 1-3 ante el Real Madrid en la última edición.
La de Kiev ha sido la sexta final consecutiva que acabó en derrota para el alemán, que solo ha logrado proclamarse campeón cuando Borussia Dortmund levantó la Copa de Alemania en 2012 tras vencer por 5-2 al Bayern Munich.
Sus pobres resultados en finales obscurecen una carrera, que resulta brillante. Esta, según sus críticos, es la gran posibilidad. Aparece favorito .