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El anfitrión Brasil levanta hoy el telón de la edición 46 de la Copa América frente a Bolivia y con el desafío de demostrar que es igual de favorito al título con o sin su estelar jugador Neymar, quien apenas días atrás debió abandonar el equipo tras sufrir ruptura de ligamentos en el tobillo derecho.
La Canarinha buscará el noveno título que le acredite como la mejor selección de América ante su afición, escéptica con el potencial de este elenco tras el guarapazo que supuso la eliminación en cuartos de final en el pasado Mundial de Rusia-2018.
La historia, sin embargo, está de su lado. Será la quinta vez que Brasil albergará el certamen (1919, 1922, 1949 y 1989) y el balance no puede ser más ilusionante: siempre que fue anfitrión, se proclamó campeón.
No obstante es historia, pues Brasil no gana la competición desde 2007. Pero tiene, a priori, un grupo accesible, el A, con Venezuela y Perú, además de Bolivia, como rivales.
La preparación no fue un camino de rosas, especialmente desde que Neymar se incorporó a finales de mayo. A partir de ahí se empezó a hablar más de polémicas, líos y escándalos que de fútbol.
Las consecuencias de la baja de Neymar, hasta el momento, parecen ser mínimas tras sendas victorias en los amistosos previos ante Catar (2-0) y Honduras (7-0).
Todos los focos se centran ahora en el estado de salud de Arthur, quien sufrió un fuerte golpe en la rodilla ante los hondureños y estuvo dos días sin entrenar.
Por su parte, Bolivia, campeona únicamente en la edición de 1963, afronta el duelo como si fuera David contra Goliat. Diez veces se ha medido con Brasil en la Copa América con un balance de ocho derrotas y dos victorias. No hay empates entre ellos.
Más preocupante son los 40 goles encajados contra la pentacampeona del mundo por los 13 anotados en esos diez duelos. La Verde también ha tenido problemas con las lesiones.
La idea de Bolivia es jugar con la desesperación de Brasil, por la presión que supone ser los dueños de casa y favoritos al título .