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Brasil abre la puerta a la nueva generación

  • Richarlison marcó en el reciente triunfo de Brasil ante Catar. A sus 21 años se convirtió en el fichaje más caro del Everton (US$50 millones). FOTO REUTERS
    Richarlison marcó en el reciente triunfo de Brasil ante Catar. A sus 21 años se convirtió en el fichaje más caro del Everton (US$50 millones). FOTO REUTERS
12 de junio de 2019
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Cuando Ronaldo hizo la fiesta en la Copa América de 1999 y despidió el siglo siendo el gran fenómeno del fútbol mundial 72 jugadores de los que estarán presentes en el certamen en Brasil apenas si podían caminar por ellos mismos o pronunciar algunas palabras. Algunos, incluso, no habían nacido aún.

La gran mayoría de ellos tampoco tienen consciencia del momento en el que Lionel Messi debutó en 2004, marcando un día de octubre como el inicio de una nueva era del balompié.

Pertenecen a la nueva generación de futbolistas que se formaron bajo la influencia de Messi y el otro Ronaldo, el portugués, cuyas carreras extraordinarias cambiaron definitivamente los parámetros de rendimiento en el fútbol.

71 de los 276 jugadores que estarán en la Copa América tienen entre 18 y 23 años. La cifra representa poco más del 25 por ciento de los deportistas presentes en el certamen. Si se excluyen los 18 japoneses, los 10 cataríes y se toma solo a los suramericanos (43), la cifra de futbolistas en este rango de edad asciende al 17 por ciento del total, lo que sigue siendo un número bastante representativo y que ilustra de buena forma la exuberante producción de talento en la región, que acelera el proceso de depuración para el ingreso a la élite del deporte.

Y es que la mayoría de estos jugadores a tan corta edad ya tienen en su hoja de vida una respetable carrera europea, títulos, sueldos y fichajes exorbitantes y protagonismo en sus selecciones absolutas, logros que una década atrás tardaban en llegar incluso hasta una edad madura.

“Estamos ante profesionales que crecieron con una exigencia mayor. Ya no es mérito suficiente llegar a Europa, ni marcar diferencia allí en poco tiempo, es una obligación. Pero esa exigencia es buena porque nos obliga, a quienes formamos, a hacerlo cada vez mejor. Si cedemos terreno el lugar del futbolista latinoamericano lo van a ocupar los africanos, que llegan en mayor número a Europa y hasta los mismos asiáticos”, explica el estratega Óscar Pareja, técnico del Tijuana.

Para Pedro Lopes, periodista de UOL Brasil y exasesor de comunicaciones de la Federación Brasileña de Fútbol, la renovación del fútbol suramericano tiene puntos a revisar.

“Hay que analizar las cosas a profundidad. Brasil, por ejemplo, tiene siete jóvenes en la Copa, pero a diferencia de Uruguay y Venezuela, los resultados en selecciones menores, a pesar de la calidad de los jugadores, son preocupantes. Como se ha perdido el rumbo, en cuanto a filosofía de juego, a los futbolistas les cuesta más ese tránsito hacia la exigencia de las selecciones mayores y por eso no logran sostenerse en la misma”, explica.

En contraste, Venezuela y Uruguay, aunque tienen al igual que Brasil siete jugadores sub-23 para el certamen, estos vienen de disputar los mundiales sub-20 recientes (2015 y 2017), mientras los brasileños atraviesan una crisis en sus combinados menores y sufren la prematura fuga de talentos hacia Europa.

Esa reestructuración en los procesos base de selecciones es una deuda generalizada en la región, pero con todo y esto, la cantidad de caras nuevas y su protagonismo (20 de los 43 suramericanos ya son titulares fijos en sus combinados) demuestra que quienes tomarán las banderas de las estrellas actuales ya van en camino de llevar el balompié de este lado del mundo a otro nivel.

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