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DIM, a las puertas de una fiesta para disfrutar con cabeza fría
Personajes del fútbol hablan del reto que significa jugar en un estadio como La Bombonera.
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La generación más joven de hinchas rojos aún no ha visto un momento emblemático del DIM a nivel internacional. Este plantel tiene el reto de lograrlo. FOTO carlos velásquez
09 de marzo de 2020
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Por juan felipe zuleta valencia y luz élida molina marín
Jugar en La Bombonera es una fiesta del fútbol de la cual se puede salir muy mareado si no se está preparado para ello.
Medellín, con un equipo conformado por jugadores con poco rodaje internacional, intentará asaltar el templo de Boca Juniors el próximo martes, con una dosis extra de presión por la derrota en casa ante Libertad en el arranque de la fase de grupos en Copa Libertadores.
A los futbolistas que tendrán la oportunidad de jugar allí, nadie les quitará lo bailao. Sin embargo, algunos colombianos que han vivido partidos de alta intensidad en el recinto xeneize repiten hasta el cansancio la necesidad de “armarse” con una preparación mental especial y blindarse grupalmente.
El estímulo previo
Aldo Bobadilla tendrá el honor de ocupar el banquillo del rojo en el particular escenario que ubica inusitadamente cerca al cuerpo técnico del hostil público local.
Pero fue Víctor Luna el primero que lo hizo como entrenador del Poderoso. Ocurrió el 20 de febrero de 2002. Y aunque la derrota fue 2-0 para el rojo, Luna recuerda que en todo momento se sintió seguro y satisfecho del equipo que intentaba hacer frente al escenario agreste.
“Lo peor que le puede pasar a un equipo es sentirse minimizado y nosotros, en cambio, nos sentimos capaces en esa campaña que tuvimos que jugar en La Bombonera, en Portoalegre y Sao Paulo, en gran medida, por el cobijo que sentíamos de la afición, de la ciudad y del país”, detalla el entrenador.
Y concluye: “Escucho a veces que el DIM se agranda cuando nadie confía en el equipo. Yo digo que, al contrario, Medellín y todos los clubes del país amplían sus posibilidades en torneos internacionales cuando los rodea un entorno óptimo”.
Partiendo de este postulado habrá que decir que el momento en el que llega el club rojo a Buenos Aires no es el ideal. La conexión entre equipo y afición, rota antes de la llegada de Aldo y recuperada por él con carisma, resultado y entendimiento, ha vuelto a languidecer.
Claro está, dependiendo de cómo se mire, el encuentro del martes puede redefinir el momento de la institución.
“Tocarse” ante la adversidad
Alfonso Sosa, el motivador encargado de “trabajarle” la cabeza al plantel de Once Caldas que hizo historia al ganar la Libertadores frente a Boca, orientado por Luis Fernando Montoya, explica la importancia de saber penetrar en el ámbito emocional del grupo.
“Lo fundamental es que sea un grupo sin discrepancias. Luego, hay que ser muy estratégico para convertir esas dificultades que pueda vivir el equipo allá en estímulos positivos. Por ejemplo, cuando jugamos con Caldas allá no nos dieron transporte. Ese tipo de cosas, en lugar de ponerlos nerviosos, logramos que fueran alicientes, logramos tocar a los jugadores para responder en la cancha”.
Otro componente que toma alto realce es ese punto de color familiar que se agita en algún lado de la tribuna.
Desde hace dos semanas hay convocatoria de excursiones hacia Buenos Aires para garantizar ese tan necesario aliento al equipo desde las particulares tribunas del estadio bonaerense.
En el último piso del estadio y luchando contra el bullicio de la hinchada local, amplificado con la acústica natural del escenario y otras veces hasta con parlantes gigantes, ese puñado de hinchas rojos que viajan con ilusión, intentarán poner todo de su parte para hacer realidad uno de esos momentos de gloria que tanto adolece la historia del Equipo del Pueblo n
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