Jonathan Bustamante
Médico y cirujano UPB, entrenador mental y master PLN
“Al igual que todas las personas y gremios, los deportistas enfrentan hoy la pandemia de la depresión y la ansiedad, debido a causas intrapersonales y al clima generado a nivel intrafamiliar y de otros contextos. Con el agravante de la crisis global y todos los factores estresantes, que, en los atletas, se relaciona con la falta de objetivos competitivos.
Cuando dejan de competir, sus niveles de motivación pueden bajar y desencadenar síntomas depresivos y ansiosos.
En la práctica, ellos manifiestan esto porque su calendario se ha cancelado o postergado, pues algunas disciplinas no pueden hacerse de manera virtual. Mientras que en otras que están en determinado ritmo, sea presencial o virtual, manifiestan ansiedad porque su plan de entrenamiento también ha cambiado, y no se sienten lo suficientemente preparados o seguros para competir.
La sumatoria de factores extrínsecos genera un alto nivel de tensión psíquica y si el deportista no cuenta con una estructura mental sólida, como la resiliencia y la inteligencia emocional, puede verse afectado. Es por esto importante individualizar, porque hay algunos cuyos niveles de motivación han aumentado al contrario que otros que les ha disminuido, sin síntomas depresivos ni ansiosos.
Se les recomienda que establezcan objetivos derivados de la práctica deportiva en sí, más que de la competencia incierta, como mantener un estado atlético óptimo a través de retos personales o grupales, creando un clima motivacional generado por los entrenadores y los compañeros, y el entrenamiento de habilidades psicológicas para alcanzar estados de serenidad mental como la meditación. Igual, otros espacios tipo talleres para conversar temas múltiples de interés, donde los jóvenes puedan manifestar sus pensares y sentires, lo que puede resultarles bastante alentador.
En todo caso, si los síntomas persisten, será necesario consultar al médico, pues es probable que algunos requieran manejo farmacológico u psiquiátricos.
“Decir que he sentido depresión o algo por el estilo sería exagerar. Es normal sentir tristeza cuando se pierde un partido y eso, a veces, lo confunde a uno y hace que se sienta inseguro y baje el rendimiento. Pero tengo claro que no siempre van a llegar las victorias y hay que estar preparado. Otras situaciones que bajan el ánimo es cuando uno descubre personas que solo están en los buenos momentos, en la cima. El año pasado, en EE. UU. consulté con un experto porque me sentían confundido y me ayudó a tranquilizarme; es duro ser joven y dejar la familia para irse a otro país en busca de progreso, pero en mi caso me adapté”.
“En 2019, un mes antes del Mundial de Alemania, mi compañera de dupla Yuly Ayala se lesionó y asistimos diezmadas al torneo. Ese hecho para mí fue duro, porque yo había entrenado demasiado y estaba al 100 %. Me costó reponerme y pude salir adelante y dejarlo atrás solo con ayuda profesional (psicólogo). En otra ocasión y es algo que no se me olvida fue un partido ante Argentina que nos daba paso a la final de una parada suramericana. En el último set íbamos ganando 14-9 y perdimos 16-14. Me sentí frustrada por la impotencia en la cancha. Uno como deportista siempre está expuesto a situaciones mentales fuertes”.
“Cada deporte tiene diferentes situaciones y en mi caso, gracias a que estudio psicología y que siempre he tenido acompañamiento de este tipo, he sabido superarlas. En la gimnasia la presión de tener que mantener el peso y la imagen corporal bien es constante, y entre los 13 y 17 años el cuerpo sufre muchos cambios. Hay momentos que uno ni quisiera mirarse al espejo o tomarse fotos... En 2019, cuando tuve una lesión que me alejó un año de competencia, también sentí que era el fin de mi carrera, lloraba y sentía angustia. Pero el respaldo de la familia, el entrenador, los amigos y la convicción propia lo sacan a uno adelante”.
“Al comienzo de la cuarentena no sentí depresión, pero después, al saber que estaba perdiendo mi forma y nivel, empecé a desesperarme. Soy de La Guajira y no me preocupaba por salir a la calle, me la pasaba estudiando, con mi perrito, viendo televisión o realizando algunos ejercicios para no subir de peso. Pero luego de un tiempo me hacía falta ir a las canchas, lanzar, entrenar, en realidad sentía preocupación. Las videollamadas con la familia, amigos y novia fueron fundamentales, hasta jugar videojuegos. También cogía un balón y me iba al parqueadero a driblar como un loco, por suerte las ayudas tecnológicas existen para poder recrear la mente”.