viernes
7 y 9
7 y 9
En diciembre de 2002, cuando la ciudad hirvió con el festejo del DIM postergado durante 45 años, al coronarse campeón del fútbol colombiano sobre el Pasto (2-0 y 1-1 en la final), Juan Manuel Cuesta era apenas un bebé de 10 meses. Fue él quien hace una semana se convirtió en el primer futbolista nacido en el presente siglo en anotar un gol con el cuadro rojo por Liga.
El fútbol del mañana ya está ante los ojos de los aficionados. Y es que los jugadores nacidos a partir del año 2000 se han ido tomando paulatinamente el balompié mundial. En noviembre de 2016, el italiano de origen africano, Moise Kean (16 años), tuvo el honor de ser el primer “hijo del siglo XXI” en disputar un partido de Champions League.
En abril y noviembre de 2018, las dos ligas más poderosos del planeta, la española y la inglesa, fueron el escenario del estreno goleador de dos jovenzuelos oriundos de este milenio: Bryan Gil, en España y Ryan Sessegnon, en Premier.
Pero no se trata solamente de lo anecdótico de ver futbolistas que tienen, cuanto mucho, la mayoría de edad, destacando en diferentes latitudes. El fútbol que conoció esta generación es completamente ajena a la realidad histórica que reinó. Para los menores de 19 años no existe tal cosa como la eterna dicotomía entre Diego Maradona y Pelé, sino entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Y, a partir de este espejo, ellos mismos han creado un panorama completamente diferente.
Para Cuesta, crecer bajo el influjo de dos deportistas que llevaron la competencia a nuevos niveles “ha sido benéfico para esta generación porque nos ha mostrado que ningún esfuerzo, cualidad o éxito son suficientes. Siempre hay que obligarse a más”.
El canterano rojo destaca de Cristiano, por ejemplo, “la ambición que mantiene. Lo que para un jugador grandioso sería motivo de orgullo suficiente, como ser campeón en Inglaterra, España, y goleador, para él, apenas es un paso más. Por eso los nuevos tenemos una vara más alta”, dice.
Lo que manifiesta Juan Manuel lo respalda el entrenador Javier Álvarez, quien reflexiona acerca de las diferencias del futbolista actual y los de la “vieja guardia”. “Antes, el jugador tenía un pensamiento lineal de su carrera. Es decir, aprendía de su oficio, acumulaba experiencia y agotaba su capacidad física y mental hasta el retiro”. Y contrasta: “El de ahora, no, al jugador contemporáneo lo motiva el idealismo; tiene dinero, fama y más oportunidades, pero su búsqueda va más allá, le gusta reinventarse, aprender nuevas cosas, saberse capaz de rendir en varios puestos”, detalla.
Nuevos métodos y ayudas
Esa búsqueda del perfeccionamiento como futbolista ha ido de la mano fundamental de la tecnología y la incursión de ramas complementarias, como la sicología, que hoy son indispensables.
Dispositivos que eran impensados hace una década, como esos famosos chalecos negros que usan los jugadores debajo del uniforme, y que sirven para medir con total precisión aspectos de la técnica y la biomecánica, y que les permite, tanto al deportista como al cuerpo técnico tomar decisiones y mejorar rendimiento.
El futbolista actual ha tenido una acelerada evolución. Según Jonny Northeast, director del departamento de Ciencia Deportiva del Swansea, de la Premier League, “en fútbol se corre menos distancia, pero se está acelerando más, hasta el punto que en los últimos años los jugadores hacen, en promedio, un 80% más de aceleraciones, recorren un 2% menos de distancia y las acciones a máxima velocidad han aumentado en un 30%”, según explica en un artículo para la BBC titulado “El castigo al que los futbolistas profesionales someten su cuerpo”.
Un aprendizaje tras otro
Cuesta, quien ofició como capitán, tanto en el club Palma Azul como durante todo su proceso en inferiores en el DIM, atribuye el precoz aporte de futbolistas jóvenes en la alta competencia a una mejor predisposición mental para aspectos específicos del juego como la capacidad de desarrollar tareas, tomar decisiones y asumir liderazgos.
“Lo más difícil, cuando uno está comenzando en el profesionalismo, es tener concentración táctica y hacer todas las funciones que pide el técnico y, al mismo tiempo, atreverse a hacer algo diferente. Yo, por eso, admiro a Neymar, capaz de cumplir tareas y tomar riesgos. En ese aspecto la ayuda de sicólogos y el aprendizaje continuo son importantes”, piensa el extremo rojo a quien apodan Eto’o.
Por sus participaciones en Selección Colombia sub-17, tanto Cuesta como su compañero en el DIM, Guillermo Tegue, figuran en reportes del Cies (The International Centre for Sports Studies), un observatorio de análisis y estadística de la Fifa, con valores prometedores en el balompié de la región.
Ambos hacen parte del censo de futbolistas en el mundo que asocian a Zinedine Zidane con el cabezazo a Marco Materazzi y no con su elegancia futbolística, que no recuerdan a Ronaldinho en el Barcelona haciendo real lo imposible y para quienes Ronaldo es el luso y no el brasileño.
Pertenecen a una generación que va camino a formar un fútbol más atlético, más exigente. Los ídolos del futuro próximo. Mejor dicho, como dice un personaje del escritor y cineasta español David Trueba en la novela Cuatro amigos: “La juventud termina el día en que tu jugador de fútbol favorito tiene menos años que tú”. Según esto, la juventud de muchos aficionados está próxima al ocaso