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Niki Lauda o el héroe que volvió del fuego

Una de las más grandes figuras de la Fórmula Uno en toda su historia falleció el pasado lunes 20 de mayo.

  • Andreas Nikolaus “Niki” Lauda murió a los 70 años en Zurich, Suiza, víctima de una insuficiencia renal. FOTOs afp
    Andreas Nikolaus “Niki” Lauda murió a los 70 años en Zurich, Suiza, víctima de una insuficiencia renal. FOTOs afp
  • Niki Lauda o el héroe que volvió del fuego
  • Niki Lauda o el héroe que volvió del fuego
25 de mayo de 2019
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Circuito de Nürburgring-Nordschleife, Alemania. Domingo 1 de agosto de 1976. Se corre la décima carrera de esa temporada en la Fórmula Uno. A esa pista, la más larga del campeonato con 22,8 kilómetros de longitud y 14 vueltas, se le conoce como El infierno verde, apelativo creado por Sir Jackie Stewart, triple Campeón de la categoría, por la dificultad de su trazado, diseñado por Otto Creutz, y el tupido bosque de Eifel que la rodea. Ese año el campeonato parece tener un dueño seguro: el austriaco Niki Lauda cabalga a placer en su Ferrari, es el Campeón defensor y luce sin rivales cercanos, pues el segundo, el sudafricano Jody Schekter, tiene la mitad de puntos en la tabla.

La carrera, el Gran Premio de Alemania, se desarrolla con normalidad. Hay lluvia al comienzo, pero nada para alarmarse, el tiempo seco reina en la mayor parte de la etapa. James Hunt lidera con solvencia en su McLaren-Ford, Schekter persigue en su Tyrell. Lauda hace una carrera conservadora, no es muy amigo de este circuito por el nivel de dificultad que representa, pero igual, hay que acelerar y correr. Como dato, en 92 años de historia han dejado la vida allí 135 pilotos.

El accidente

Segunda vuelta. Niki Lauda corre con llantas para piso seco, uno de los charcos que quedan le juega una mala pasada y se sale de la pista en la curva Bergwerk. El monoplaza rebota contra las barreras de protección y el Ferrari 312 T2 retorna al circuito envuelto en llamas. Los pilotos que vienen tras él, Arturo Merzario, Guy Edwards y Harald Ertl logran esquivarlo. No así el norteamericano Brett Lunger, que embiste la pira ardiente con su Surtees.

Aturdido, amarrado a la cabina por el cinturón y en medio de una atmósfera de 800 grados centígrados, Niki Lauda pierde reacción. Por la extensión de la pista es difícil que los equipos de rescate lleguen rápido. Lauda inhala el peligroso humo, mezcla de combustible y elementos químicos de la carrocería. Parte de su cuerpo es alcanzado por las llamas. Cinco espectadores, un policía y los cuatro pilotos mencionados logran rescatar al austriaco. Recibe los primeros auxilios y es trasladado a un hospital en Ludwigshafen. El diagnóstico: graves quemaduras de primer y tercer grado en cabeza y manos, varios huesos rotos y una peligrosa intoxicación pulmonar por inhalación de gases. En el centro médico recibe la extremaunción y se le induce un coma mientras se limpiaban sus pulmones por medios mecánicos.

El milagro

Intervenciones, injertos de piel, rehabilitación. Lauda tomó al despertar la decisión que lo convertiría en leyenda. Volver a las pistas lo más pronto posible. Él era el Campeón vigente y quería seguir reinando. En ese lapso de seis semanas, el inglés James Hunt logró darle alcance en la tabla de puntos, corriendo tres Grandes Premios sin Niki. Mostrando una tenacidad sin límites, una disciplina a toda prueba y una determinación solo reservada a los grandes de este deporte, Niki Lauda volvió a las pistas para el Gran Premio de Monza en septiembre, logrando llegar en cuarto lugar. Cuando hasta los más optimistas daban su carrera por terminada, el mundo entero convirtió entonces al austriaco en su héroe deportivo. Toda una generación, la que creció en los 70, lo recuerda sin falta. Las secuelas en su rostro quedarían de por vida.

Para la última carrera de esa temporada, en el circuito de Fuji en Japón, Lauda retenía la punta del campeonato con solo tres puntos de ventaja sobre Hunt. Ese 24 de octubre de 1976 un aguacero sin precedentes se desató sobre la pista nipona, en las afueras de Yokohama. Lauda puja por no correr y se retira en la segunda vuelta. La organización sigue adelante con la prueba, en la que Hunt llega tercero, colecta cuatro puntos y por una unidad se lleva el título. Pero el ganador moral del Campeonato de 1976 se llama Niki Lauda, aunque el retiro en Japón comenzó a minar su relación con Ferrari.

El piloto

Andreas Nikolaus Lauda llegó al mundo en Viena, Austria, el 22 de febrero de 1949. A los 19 años, seducido por las carreras, abandona su incipiente carrera de hombre de negocios y se empecina en ser piloto, no sin la oposición manifiesta de su pudiente familia, la que cariñosamente le había puesto el apelativo “Niki”. La Fórmula Vee, que usaba monoplazas con motor de Volkswagen Escarabajo, fue su bautismo en las pistas.

De ahí dio el salto a la Fórmula Tres, el colegio antes de llegar, tras un jugoso préstamo bancario, a la Fórmula Dos en 1971, donde llamó la atención de los directores técnicos de la escudería inglesa March Engineering, que de inmediato le dieron un puesto en su monoplaza. Lauda ya estaba en la ansiada Fórmula Uno.

La máxima categoría del automovilismo mundial suele ser despiadada con los pilotos que no tienen el equipo y el carro adecuado para competir y Niki sufrió esos rigores inicialmente con March y BRM. Allí pasó tres temporadas de aprendizaje hasta que en 1973, su compañero en este último equipo, el italiano Clay Regazzoni, se lo recomendó a un tal Enzo Ferrari para que lo tuviera en cuenta en la Scudería.

La dolce vita con Ferrari

Lauda demostró en la temporada de 1974 que estaba para brillar. Su acertado conocimiento técnico de los carros sedujo a “Il Commendatore”, Enzo Ferrari. En su primera carrera quedó segundo en el Gran Premio de Argentina tras el McLaren de Denny Hulme. Los triunfos no tardarían en llegar y el 28 de abril de 1974 llevó al 312 B3 a la victoria, tras dos años sin ganar, en el circuito del Jarama en España. Seis poles positions y un cuarto lugar al final de ese año marcaron su paso.

En 1975 llegó su primer Mundial, ganó cinco carreras y llevó a Ferrari a lo más alto luego de años de sequía. Luego del heroico subtítulo de 1976, la siguiente temporada se selló con el segundo título para el as de Viena. Título agridulce porque las relaciones con Ferrari entraron en un punto de no retorno.

Primera despedida

Como campeón reinante, Lauda afrontó la temporada de 1978 y 1979 con el equipo Brabham, que pasaba por sus horas bajas con un complejo diseño aerodinámico y la poca fiabilidad del motor Alfa Romeo. Solo ganó dos carreras en esos dos años y decidió colgar los guantes y el casco a los 30 años.

Con sus conocimientos empresariales y certificándose como piloto de aviones, fundó la compañía de vuelos chárter Lauda Air y se enfrentó al difícil mercado aeronáutico, que terminó en demanda por parte de la aerolínea estatal Austrian Airlines, lo cual dificultó su operación inicial. Ante este fracaso comercial, Lauda comenzó a fraguar su retorno a las carreras.

El regreso

En 1982 Niki Lauda convenció a los directivos de McLaren, su gran rival siempre, de que todavía tenía condiciones para competir. Tenía su talento intacto y el mundo de la Fórmula Uno aplaudió su regreso, con la tenacidad de siempre, triunfando en los Grandes Premios de Long Beach (Estados Unidos) y Watkins Glen (Inglaterra) para firmar un quinto lugar en la temporada.

Tras un oscuro 1983, el tercer título del mundo llega en 1984. Niki, de 35 años, hace equipo con un joven piloto francés, Alain Prost, quien logra ponerlo contra las cuerdas. Por medio punto, el austriaco vence al galo, quien ganó siete carreras contra cinco de Niki, pero la regularidad de este último, con cuatro segundos lugares, le dio la triple corona.

Lauda se retiró como corredor a los 36 años en 1985, solo ganando el Gran Premio de Holanda en Zandvoort, sufriendo una fractura de muñeca tras un accidente en Bélgica y con un décimo puesto en las posiciones finales.

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