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Es 19 de octubre de 2016 y hace una temperatura increíble en Palma de Mallorca (España), perfecta para jugar al tenis. En Londres, Andy Murray (que un mes y un día después alcanzaría el primer lugar del escalafón mundial) celebra su título del Masters 1000 de Shanghai. Mientras tanto, en Moscú, los colombianos Robert Farah y Juan Sebastián Cabal disputan la segunda ronda en dobles de la Kremlin Cup, que terminarían conquistando el domingo siguiente.
Pero estamos en Palma de Mallorca. Es la inauguración de la Academia Rafa Nadal, un complejo de 24 mil metros cuadrados, con 26 canchas de tenis, una de fútbol, dos piscinas y demás equipamientos. Y aunque el protagonista natural tendría que ser Rafael Nadal, alguien más se lleva la atención de los presentes: Roger Federer, quizá el rival más importante en la carrera del español.
Ambos han dominado el tenis a su antojo, Nadal es apodado “el rey sobre tierra batida” y Federer es conocido como “su Majestad” y sobre el césped es el mejor de la historia. Entre los dos suman la histórica cifra de 31 torneos de Grand Slam) y aunque el mundo del tenis haga hasta lo imposible para venderlos como enemigos, algo así como la eterna disputa entre el bien y el mal, Nadal y Federer son grandes amigos. “Hay un gran respeto mutuo entre Rafa y yo, al margen de la tensión lógica por conseguir nuestros respectivos objetivos”, afirmaría Roger horas después en una rueda de prensa.
“Ojalá pudiéramos jugar un partido de caridad”, diría el suizo, a manera de broma. Y es que, para desgracia de los asistentes, los tenistas no podrían disputar siquiera unos puntos de exhibición. Federer, de 35 años, había anunciado en julio que se retiraría por unos meses para finalizar su recuperación de una operación de meniscos, que se sumaba a los constantes dolores en su espalda. Nadal, por su parte, continuaba con problemas en su muñeca izquierda y se planteaba no volver a jugar más por el resto del año, decisión que confirmaría tan solo unos días después.
La ilusión de ver en un enfrentamiento a los dos más ganadores de torneos de Grand Slam (Federer cuenta con 17 y Nadal lo sigue con 14), se desvaneció porque el regreso de ambos a las canchas estaba planeado para enero, cuando inicia la temporada de tenis en Australia.
Al primer Grand Slam del año acudieron con grandes expectativas pero sabiendo que los favoritos eran otros: Murray se encuentra en el mejor momento de su carrera y Djokovic ha dominado el circuito desde 2011 y ganado 5 de las últimas 6 ediciones del torneo.
Sin embargo y contra todos los pronósticos, este domingo a las 3:00 de la mañana hora de Colombia, el suizo y el español se volverán a encontrar frente a frente y en esta ocasión no será para disputar un partido benéfico, ni para inaugurar unas canchas, la leyenda de ambos se seguirá escribiendo y uno de los dos volverá a alzar el trofeo del Abierto de Australia, Federer lo ganó por última vez en 2010 y el año anterior a ese lo había levantado Nadal.
Las estadísticas favorecen al español
La rivalidad entre Federer y Nadal es, sin duda, una de las más grandes de la historia del tenis. Para muchos, incluso, la mejor. Mientras Federer batió todos los récords y dominó el circuito sin aparente rival, entre 2003 y 2008, el único que pudo arrebatarle los torneos más importantes fue Nadal. Luego vendría la época dorada de Rafa, en la que siguió disputando partidos inolvidables ante Federer como sería la final del Abierto de Australia de 2009, que ganaría el español en 5 sets. 8 años después se encuentran en esa misma instancia, en Melbourne, donde Nadal ostenta un récord de 3 - 0 ante el suizo (también le ganó las semifinales del 2012 y 2014).
El historial general dice que, de los 34 enfrentamientos entre ambos, Nadal ganó 23 y Federer 11. En Grand Slams se mantiene la estadística: 9 - 2 a favor del español (las dos victorias del suizo fueron en las finales de Wimbledon de 2006 y 2007). El más reciente enfrentamiento fue en la final del ATP 250 de Basilea, ciudad natal de Federer, en 2015, que ganaría el local.
¿Volverán a dominar el circuito?
No es la primera vez que Nadal vuelve imparable después de una lesión. Ya tuvo un regreso con una actuación superlativa en 2013, año que finalizaría como número uno del mundo, y sumando dos Grand Slams y cinco Masters 1000 a su vitrina de trofeos.
Para Federer sí es una experiencia nueva. El suizo ha tenido pocas lesiones en su carrera y ninguna con un periodo de incapacidad tan amplio como esta. “Quiero jugar dos o tres años más, y para hacerlo debo descansar por estos meses”, afirmó Federer cuando anunció el final de su temporada en 2016.
Lo cierto es que, más allá de sus lesiones, desde 2004 (cuando despegó Nadal como jugador profesional) estos dos tenistas han estado en lo más alto del ranking y disputando grandes títulos. Ni las rivalidades de Sampras y Agassi, o Borg y McEnroe, dominaron el circuito con tal intensidad y por tanto tiempo.
Lo de Federer es un punto aparte. A sus 35 años está ofreciendo pinceladas del juego que lo llevó a ser, para muchos, el mejor jugador de la historia de este deporte. Para él, más allá de recuperar el número uno del escalafón (es el tenista que más semanas ha ostentado ese lugar - 302 -, seguido de Sampras con 286), su interés principal parece estar centrado en demostrar que es capaz de obtener un título más de Grand Slam. Su último triunfo en este tipo de torneos data de Wimbledon, en 2012.
En la inauguración de su academia, Nadal afirmó que él y Federer volverían a jugar partidos importantes. Tenía razón. Ojalá Australia sea solo el primero de estos.
* Colaboración especial para EL COLOMBIANO