viernes
7 y 9
7 y 9
En la piel de María Isabel Arzuaga González están las huellas de su paso por la natación, patinaje, gimnasia, fútbol sala y atletismo. Cicatrices queloides (crecimiento del tejido que se produce tras la curación de una herida), manchas de quemaduras y hasta rasguños hacen parte de ese sinnúmero de marcas que le recuerdan todos los días lo que ha vivido en el deporte.
“Son mis heridas de guerra”, comenta, con orgullo, la joven de 20 años.
Sin embargo, ninguna de ellas han sido a causa del rugby, disciplina que practica y que le devolvió su amor por el deporte, pues una decepción en el salto triple, el cual comenzó a practicar mientras vivió en España, la hicieron desistir de continuar su carrera deportiva.
Soñaba con superar a Caterine Ibargüen y “tenía con qué”, asegura Jaime Herrera, quien entrenó a María Isabel en la Liga de Atletismo de Bogotá.
Con su mejor marca, 11 metros, 41 centímetros, representó a Colombia en Suramericanos, Centroamericanos y el Mundial de Menores de Cali (2015). “Estaba en un pico muy alto, pero la curva empezó a descender. Tuve algunos problemas y decidí dejar de entrenar para estar tranquila. Yo amaba el salto pero no estaba disfrutándolo, me sentía frustrada, fue un golpazo para mi”, comenta María, estudiante de cuarto semestre de Estadística de la Universidad Nacional sede Medellín.
Un año después y tras graduarse del colegio, esta bogotana con raíces costeñas y que ahora es paisa por adopción, partió a Alemania con el reto de aprender un tercer idioma, ya que domina el español y el inglés. En ese viaje, en el que recorrió varios países de Europa, se convirtió en una “ciudadana del mundo”.
“Siempre me ha gustado explorar y mi familia me ha ayudado con eso, mi mamá es enfermera y docente, viaja mucho por asuntos académicos y siempre nos ha arrastrado, a mi hermano y a mí, a nuevos lugares”.
Tras su año sabático como trotamundos regresó al país y con una beca que obtuvo gracias a dos subcampeonatos en el salto en los Juegos Supérate, ingresó a la Nacional.
Y aunque quería estudiar Ingeniería de Sistemas, optó por la Estadística, carrera que en el futuro quiere poner al servicio del deporte.
En los planes de “Misi” como cariñosamente la llaman familiares y amigos, no estaba volver a practicar un deporte de alto rendimiento. El gimnasio y un paseo en bicicleta sobre su “burrita” eran las únicas actividades que alternaba con la academia.
El fútbol profesional, cuenta su hermano Tito, se le cruzó por la mente a su hermana menor; sin embargo, fue el rugby el que se atravesó en el destino.
“Como buena primípara en ese tiempo, estaba en un evento de la Universidad, “El Cuentacho”, y me encontré con una amiga, Alejandra Monsalve, ella jugaba rugby, y me invitó a un encuentro con sus compañeras, allí conocí a la capitana del club de la U, Daniela Ortega, quien me invitó a entrenar. Me insistió tanto que fui”.
En Cabras, equipo de la Nacional, María conoció a Sol Angie Delgado, instructora que meses después se convirtió en su compañera en Tucanes, la Selección Colombia de rugby seven’s.
“Aunque a veces compartamos equipo, para mí ella es mi maestra, le pido consejos para saber qué puedo mejorar de mi técnica y siempre está dispuesta a ayudarme a mejorar”.
Juntas, en la cancha del Estadio Moderno de Barranquilla, el pasado 2 de agosto, “Misi”, Sol y diez integrantes más de las Tucanes, retuvieron la medalla de oro en el rugby femenino en los Juegos Centroamericanos, proeza que también repitieron los hombres, convirtiendo a esta disciplina en el único deporte de conjunto en triunfar en ambas ramas.
“Fue un momento emocionante, la tribuna hasta coreó mi nombre, no lo podía creer, y aunque no me gusta que mi familia me vea competir, tener a mi mamá en el estadio hizo de este título algo único”, relata, emocionada.
Y aunque el rugby aún no le ha dejado cicatrices en la piel, sí le ha sacado muchas sonrisas, las cuales quiere prolongar hasta Tokio-2020, su sueño.
“Mi hija es muy disciplinada, tiene una fuerza de voluntad enorme que la ha hecho destacarse en todos los deportes que ha practicado. Haberla visto triunfar en los Centroamericanos me llena de orgullo porque fue el premio por muchos sacrificios y privaciones que hace por amor al deporte. Ojalá lleguen más logros en esta disciplina”.
“Una de las virtudes de María Isabel es la perseverancia. Se caracteriza por ser muy polifacética porque ha practicado diferentes deportes y ha rendido de una manera muy competitiva, conmigo jugó waterpolo y siempre se destacó. Además, tiene disciplina y siempre ha sabido equilibrar la vida académica con la actividad deportiva”.
Sol Angie Delgado
Entrenadora de la Universidad Nacional
“La mayor virtud de Misi es su disciplina, es segura de sí misma y cada cosa que se propone la consigue trabajando duro, con esfuerzo, por eso en tan poco tiempo ha obtenido los logros que ha conseguido en el rugby”.