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El museo de Amalfi rinde homenaje a su historia

Este municipio del Nordeste es más que un tigre. Su pasado es digno de recordación.

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El museo de Amalfi rinde homenaje a su historia
08 de marzo de 2015
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Amalfi, el municipio del Nordeste antioqueño que debe su nombre a un pueblo italiano en el mar Tirreno, es más que un tigre, o más bien un jaguar que anduvo por aquellas tierras en los años 40.

Célebre por este felino, terror de humanos y animales, inspirador de cuentos, poesías y leyendas, el municipio de cerca de 23 mil habitantes tiene más que mostrar que monumentos al jaguar, de los cuales conté tres en mi visita, y sus bellas zonas turísticas.

El pasado

Quien ingrese a la Casa de la Cultura amalfitana, será recibido por la fachada verde y roja del Museo Arqueológico.

El espacio, aunque es algo pequeño para albergar toda la vida de esta zona del departamento, tiene en su interior la historia de los primeros pobladores de la subregión, contada por los indígenas tahamíes y yamesíes que vivieron a las orillas del río Porce así como los momentos en blanco y negro que marcaron al municipio de 177 años.

“El Museo comenzó su camino hace 10 años cuando se edificó la Casa de la cultura. Desde su construcción pensamos en destinar un lugar que serviría como exhibidor más adelante de las piezas arqueológicas descubiertas en las obras hidroeléctricas de Porce II y Porce III”, explica el director de la entidad, Albeiro Berrío.

Algunos años antes, luego de que arqueólogos y antropólogos encontraran piezas indígenas en los trabajos de Porce II, estas fueron presentadas en una escuela del municipio. Por ello, se pensó en el Museo para que vasijas, hachas y otros elementos no regresaran a Medellín y se expusieran en Amalfi.

Al fin de cuentas fueron encontrados en jurisdicción amalfitana.

Entre 2005 y 2006 se terminó la Casa y con ella el Museo que en un principio, como dice Albeiro, “era más bien como una bodega arqueológica a dónde llegaron las más de 900 piezas que tenemos a disposición en este momento. No tenía disposiciones técnicas para exhibir”, explica, mientras empezamos el recorrido por el Museo que ahora sí se puede llamar así por la transformación que sufrió.

El sitio ahora

Al pasar por la puerta de vidrio que separa el Museo Arqueológico de la Casa de la Cultura y encender la luz, desaparece la idea de una bodega.

De ese espacio oscuro que fue y que Albeiro me describió con algo de vergüenza, no queda ningún rastro.

Las dos salas de exposición no tienen nada qué envidiarle a las salas del Mamm o el Museo de Antioquia en Medellín.

La primera sala es la más grande y la que da apellido al lugar. Ocho vasijas, hachas y otros azadones fabricados en roca y madera así como otros utensilios se encuentran exhibidos en urnas acrílicas y una gran vitrina.

Herramientas como placas de mano de molienda con las que los antepasados molían los frutos y algunas plomadas que hacían parte de las redes para pescar, integran la exposición arqueológica que data, según Albeiro, de 3.500 años antes de Cristo.

“Tenemos también unas pequeñas vasijas donadas por los señores José David y Orlando Calle, mineros de la región que encontraron durante su trabajo estos tesoros muy conservados”, dice.

Una transformación que fue posible, cuenta el director de la Casa de la cultura, al presentarse a la convocatoria Iniciativas del Patrimonio del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia.

“Participamos para tener recursos y adecuar el Museo. Ganamos y con 40 millones 80 mil pesos, 4 millones de ellos puestos por Amalfi, hicieron la remodelación, plata recaudada del IVA a la telefonía móvil”, explica el guía mientras me señala información del río Porce impresa en el muro que divide la galería en dos.

Allí, se muestra el recorrido de la vertiente que da nombre a las hidroeléctricas que se ciernen allí.

El guía, con ayuda del mapa, me revela aquellos lugares donde se encontraron los vestigios de las comunidades tahamíes y yamesíes, antes de llegar a la segunda sala en la que tendría la oportunidad de dar un recorrido por los 177 años de Amalfi con ayuda de pinturas, canciones y fotografías.

Más que el tigre

En la segunda sala de exhibición nos encontramos con la vida de Amalfi.

Fotos antiguas, una máquina de escribir y un cuadro de gran formato nos cuentan la historia de este municipio del Nordeste que tiene entre sus hijos ilustres a personas como el compositor y cantante Camilo García, quien hizo parte del Dueto de antaño.

Este hombre compuso el himno de Amalfi y según cuentan los pobladores llevó su música a toda Colombia y más allá de sus fronteras.

El Museo exhibe un disco de oro, un libro de la obra del Dueto de Antaño así como reconocimientos del Concejo de Medellín, Asamblea de Antioquia y otros que le dieron a García en vida.

Y no podía faltar su música: un LP firmado y con partituras del maestro se encuentran allí, donaciones de la familia del músico que nació en 1910 y falleció en 1993.

“Tendremos a la familia de Camilo García en la inauguración oficial del Museo que está prevista para el próximo viernes 13 de marzo. Ese día se abrirá al público”, sostiene el guía.

Acompañando a García, sobre la pared más grande del segundo salón, se pueden ver 18 fotografías representativas del pueblo, momentos que cambiaron la vida de la gente por la época en que la iglesia no tenía ni torres, por allá en 1930.

Hay fotos de bandas marciales que con instrumentos musicales recorrían las calles, además de fotos panorámicas del municipio cuando no tenía más de 10 calles.

“Tenemos la foto del tigre de Amalfi, que en verdad no era tigre sino jaguar, que son como primos hermanos. Si en América hay un tigre libre en la selva es porque se voló de un circo”, asegura entre risas Albeiro.

Las fotografías expuestas también enseñan sobre la primera vez que llegó un avión a la zona.

Corría el año 1942 cuando la aeronave DC3 con 28 pasajeros aterrizó el 6 de enero en el aeropuerto amalfitano.

De esa manera llegó primero el transporte aéreo que el terrestre al municipio.

Al final de la ruta y como cierre de la visita, nos encontramos con las prácticas funerarias ancestrales que practicaron los primeros habitantes del sector.

En este punto del recorrido, Albeiro habla que durante los barridos arqueológicos que se hicieron en la construcción de Porce II encontraron restos de entierros indígenas que fueron llevados a la capital antioqueña. En el momento esperan que sean repatriados para ser exhibidos en el Museo arqueológico.

“No sabemos si alcance a llegar para la inauguración o después, se están eligiendo cuáles podríamos exponer aquí”, agrega Albeiro.

Pero lo que sí sabe es que todos los amalfitanos: estudiantes, abuelitos, papás, mamás, hijos y hasta los turistas podrán aprender sobre la huella del pasado en este museo y contarles a Antioquia y Colombia que Amalfi es más que un tigre.

13
de marzo, viernes, se hace la inauguración oficial del nuevo Museo Arqueológico.
Infográfico

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