Especial fotográfico
Medellín
#Rostros
DeLaCalle
POR: JULIO CÉSAR HERRERA
Retratos de la vida de calle en MedellínEl Indio
“Le dicen el Indio. Se llama Javier. Me dice que lleva más de 30 años en la calle. En esa argolla tiene escrito el Padrenuestro porque cree mucho en Dios...
Leer másDe moneda en moneda la venta de heroína, crack y marihuana mueve más de 70 millones de pesos diarios en las calles de Medellín.
Javier 'Collares'
“A Javier le dicen ‘aretes’ y ‘collares’. Lo perseguí dos o tres meses para hacerle retratos. Tenía muy mal genio. Finalmente me hago amigo de él y me lleva a su casa debajo del puente de San Juan..."
Leer másUna plegaria por la soledad y para que no haga tanto frío ni llueva en las noches. 'El Zarco' trata de conciliar el sueño dentro de un enorme tubo de alcantarillado.
Alias 'Pereira', aunque era del Urabá, de donde le tocó salir corriendo cuando la guerra estalló, a Arnaldo Escobar le decían 'Pereira'. Murió en las calles de Medellín, que fueron su casa por 45 años.
El Ciego
“En uno de mis recorridos alguien me presenta a ‘el ciego’. ‘Ciego, te presento un parcero que nos toma fotos’. Él tiene sus ojos abiertos. Me mira normal..."
Leer másWalter, 40 años en la calle
Walter viene de Urabá, tiene 54 años, y lleva 40 años en condición de calle. Dice que hace 18 años conoció a Jesucristo y que desde entonces es “un hombre nuevo en el cuerpo y el espacio...
Leer másMiguel, su esposa María y la Negra, su perra, viven en una alcantarilla de tres metros de largo por dos metros y medio de ancho. Lo llaman Las Acacias, nombre que soñaron desde pequeños para su primera propiedad. Lo tienen amoblado y con firmeza en sus palabras, lo llaman hogar.
Las manos de los habitantes de la calle son testigos de su dura realidad. Con ellas, crean arte como forma de expresión y las usan para trabajar en pequeños trabajos, demostrando su fortaleza y habilidad para sobrevivir a pesar de las adversidades.
Doble vida de Moisés
Moisés Montoya anda en los 67 años y es una persona muy particular porque tiene una casa espectacular, vive con su esposa en La América, pero todos los días a las 6 de la mañana se transforma en habitante de calle...
Leer más'El Piojo' y la casa en el árbol
Algún día decidí ir a tocar en la Casa del Árbol y me salió ‘El Piojo’. Le dije que quería conversar con él y me dijo que no, que si quería volviera otro día.
Leer másUna plegaria por la soledad y para que no haga tanto frío ni llueva en las noches. 'El Zarco' trata de conciliar el sueño dentro de un enorme tubo de alcantarillado.
Ser habitante de o en calle no es un delito y, por lo tanto, su presencia debe asumirse con enfoque social y de derechos humanos, con miras a que quienes lo deseen ingresen a procesos de resocialización para recuperar proyectos de vida. Pero no todos lo aceptan y optan por seguir bañándose en las alcantarillas.
Alias 'El Ingeniero' tiene 60 años. Se fue de su casa a los 12 y desde entonces consume crack. Ningún problema de cálculo o de medida le queda grande, ahora vive en un cambuche especial que fabricó en las orillas del río Medellín.
Marta 'La Negra', habita en la calle hace más de 20 años en las orillas de Rio Medellín, madre de dos hijos, dice que vivir en la calle no es un delito, hay gente que nos mira con desprecio, pero lo mejor es cuando llega la navidad por qué la gente se acuerda mucho de nosotros.
Cualquier escampadero sirve de trinchera en la calle. Las cerca de 3.000 personas que se estimaba que en 2019 estaban en situación o condición de calle en Medellín subieron a unas 8.000 en 2022, un incremento del 150%.
El Diablo
“Cuando yo iba de mi casa al periódico vi a una persona de pie y de pronto desapareció. Me fui a revisar y me encontré que habían quitado la tapa de la boca de acceso a una alcantarilla y cuando miré hacia abajo..."
Leer más“Creer en Dios es la única salvación para salir de este infierno llamado droga”. Con esta frase saluda Albeiro, consumidor de crack y alcohol.
Con cobijas, plásticos, costales y neveras viejas de icopor. Ahí duermen mientras que el mundo sigue girando alrededor del consumismo.
Todo el que tira bazuca la mezcla con la ceniza de cigarrillo. Eso es el 50% del bazuco. Cuando hay un ventarrón prenden cigarrillos, ponen debajo una coca, la guardan en una caja de fósforos y van sacando porción por porción.
Las mascotas se vuelven las únicas compañías reales. Con ellas duermen, comen, celebran los cumpleaños y hasta les hacen entierros en algunos sectores de la ciudad.
Juan no aguantó la sed de un día caluroso y lo único que le dio aliento fue un charco de agua lluvia represada en las calles del Centro. Una manotada para calmar la sed y seguir adelante sin rumbo alguno.
Para alías 'El Diablo', el aseo sigue siendo una parte fundamental en su vida, habitar la calle no significa dejar el aseo a un lado y lo más importante no dejar de comer para poder aguantar la droga y el trasnocho.
“Yo he llegado a consumir hasta 60 bazucos al día, cuando he tenido suficiente dinero. Han sido pocas veces, lo digo con pena pero he llegado a perder la conciencia. Despierto y sigo consumiendo”.
El de 'La Aguacatala'
“Este es Ricardo Bedoya, vive debajo del puente de la Aguacatala. Unos grafiteros le dijeron que si se quería ver retratado en su hogar y le hicieron esta pinta gigante...
Leer másLas pipas para el consumo de bazuco son hechas en diferentes materiales como llaves de agua, tubos de PVC, pedazos de bambú y trozos de madera.
Sonría para la foto
Este pudo ser el cartel promocional del taller de fotografía para los habitantes de calle de Medellín.
Armazones de madera, plástico y canecas se multiplican en cualquier punto de la ciudad para armar sus cambuches y protegerse del frío y de los fuertes aguaceros.
En los alrededores del río Medellín, que es la zona donde más habitan, aprovechan el agua limpia que sale de algunas alcantarillas para lavar y extender su ropa.
Los desalojos por parte del estado son constantes, en este caso los sacaron de un sector de la ciudad que lo llaman El Inframundo por su alta soledad y peligrosidad.
Su casa es un poste
“Cuando lo abordé, él no me hablaba. Yo le dije que mi nombre era Julio César y ahí sí me contestó “solo te digo que somos tocayos”.
Leer másLos factores que más influyen para que la gente llegue a la calle son el conflicto armado y, por ende, el desplazamiento forzado, desempleo y migración.
La problemática social más frecuente que enfrenta la ciudad de Medellín es el fenómeno del habitante de calle y el consumidor de todo tipo de sustancias químicas que influyen en los comportamientos sicológicos.
En el deprimido de la oriental, este hombre junto con su hermano llevan gran cantidad de tiempo reciclando en las calles para comprar su comida que es vital para poder soportar la droga que consume a diario.
Gran cantidad de las alcantarillas de la ciudad son utilizadas para bañarse, cambiarse de ropa y para que no los vean consumiendo droga.
Los incendios en los bajos de los puentes de la avenida Oriental son frecuentes por la quema de cables para sacar el cobre que tiene un alto costo en las chatarrerías.
Los recuerdos mantienen viva la esperanza. En el tronco de un árbol en la Avenida Regional se iza una foto de antaño para tener firme la llama de lo que algún día fuimos.
Los cambuches se multiplican bajo puentes, en glorietas, aceras y parques, en la ribera del río, en la Paz, la Minorista y Niquitao, en la quebrada La Picacha, en la avenida Guayabal con la 80, en la Aguacatala.
Los habitantes en condición de calle aumentaron en un alto porcentaje el la ciudad de Medellín por la llegada de los venezolanos y la falta de empleo para estos, en el deprimido de la avenida oriental vemos algunos lavando la ropa con el agua que se filtra por las paredes.
El alto nivel de deterioro físico, los trastornos mentales y la adicción a las drogas son algunas de las causas de los habitantes de calle de Medellín que se han rehusado a ser atendidos por los programas de atención y rehabilitación.
Créditos
Luz María Sierra - Directora
Julio César Herrera - Reportero gráfico
Germán Calderón - Macroeditor multimedia
Tobias Mira - Diseñador web
Sonia Rodríguez - Editora gráfica
Alfonso Buitrago - Coordinador pódcast
Daniela Sánchez - Producción sonóra
Ana María Plata - Editora redes sociales
El Indio
“Le dicen el Indio. Se llama Javier. Me dice que lleva más de 30 años en la calle. En esa argolla tiene escrito el Padrenuestro porque cree mucho en Dios. Trabaja como cotero en el barrio Colombia y lo que consigue lo consume. Le pregunté que si me permitía un retrato y me dijo que no había problema, que los únicos que les huían a los retratos eran los delincuentes. Cuando vio su imagen en la cámara se puso a llorar. Hacía 25 años que no se veía en foto”.
“Yo creo mucho en el universo y creo que uno tiene feeling con gente. Yo soy muy frentero para decir las cosas con respeto. Y cuando él me dijo que si lo iba a retratar para algo yo le dije es que yo no vine para eso. Yo estoy en otro trabajo. Y él me dijo ‘yo confío’”.
‘El indio’ me presentó a un muchacho que ya es recuperado tres veces. Cuando me lo presenta viene por cuarta vez a habitar la calle. Ha salido tres veces de la calle y vuelve y cae en calle. Esta última vez viene muy bien vestido, y me explican que es uno de los capos que vende la droga en el Río Medellín. El vende papelito amarillo. Son cuatro plazas de vicio: se conocen como papelito amarillo, rosado, blanco y azul clarito. Él está entre los dueños y los que la venden. Yo me hago amigo de él. Y me dice “te voy a llevar a los submundos de la calle con la condición de que no me vas a mostrar a mí”.
Javier 'Collares'
“A Javier le dicen ‘aretes’ y ‘collares’. Lo perseguí dos o tres meses para hacerle retratos. Tenía muy mal genio. Finalmente me hago amigo de él y me lleva a su casa debajo del puente de San Juan. ‘Te presento mi casa’, me dice. Era un colchón, con unas cobijas viejas y tapado con un plástico negro. Me dijo que llevaba 33 años viviendo allí. Le pregunté por unos huecos en el piso: ‘¿Por qué no los tapás?. “Por más de que los tapo las ratas los destapan. Yo vivo con las ratas. Encima de las madrigueras de ellas están los cambuches míos. Si no les doy comida no me dejan dormir”. En un restaurante le regalan bolsas con comida, “yo me como la más limpia y la otra se las riego por la tarde o por la noche para que no me muerdan”. Yo fui varia veces y vi las ratas.
En una de las idas donde Javier lo vi muy enfermo. Me dijo que le dolía mucho el estómago. Pedí ayuda, llegó una ambulancia, él se puso a llorar y dijo que solo se iba conmigo. Lo acompañé hasta la unidad de salud de Castilla. Luego de atenderlo lo devolvieron a su lugar. Yo le llevaba comida para él, sobrados para las ratas y le conseguí una silla de ruedas, porque seguía muy enfermo. Un jueves iba en misión de trabajo del periódico y pedí que nos fuéramos por San Juan para saludarlo. Cuando pase vi la silla de ruedas encima del plástico negro y pensé está dormido. Volví el lunes y los habitantes de calle me dijeron que cuando yo pasé él ya estaba muerto debajo del plástico. Yo creo que el preparó todo, puso la silla encima del plástico para que no se levantará y se arrastró debajo. Ya el lunes no estaba Javier (dice Julio visiblemente conmovido). Yo creo que esta, la foto de Javier dentro de su casa, es la foto más linda que yo tengo.
Walter, 40 años en la calle
Walter viene de Urabá, tiene 54 años, y lleva 40 años en condición de calle. Dice que hace 18 años conoció a Jesucristo y que desde entonces es “un hombre nuevo en el cuerpo y el espacio. Yo soy un servidor y aplico lo que usted necesite. Yo soy lo que usted necesita que le sirva. Si necesita que haga mandados ese día son mensajero”.
El Diablo
“Cuando yo iba de mi casa al periódico vi a una persona de pie y de pronto desapareció. Me fui a revisar y me encontré que habían quitado la tapa de la boca de acceso a una alcantarilla y cuando miré hacia abajo, como 6 o 7 metros en lo profundo, se estaba bañando ‘El diablo’. Yo ya lo conocía. Se vistió abajo, salió con la ropa mojada en la mochila y se puso la máscara para asustarme. Luego supe que eso vive destapado y hacen fila para bañarse y lavar la ropa porque el agua no es sucia, pues sale de la piscina de la Universidad Nacional”.
El de la Aguacatala
“Este es Ricardo Bedoya, vive debajo del puente de la Aguacatala. Unos grafiteros le dijeron que si se quería ver retratado en su hogar y le hicieron esta pinta gigante. Él nos decía que era del suroeste y que buscando a su familia había caído en la mendicidad. Hicimos vaca entre varios en el periódico, le compramos muletas para un problema de rodillas que tiene, ropa nueva y los tiquetes para que se fuera en bus a buscar a su gente. Una periodista lo despachó en la terminal de trasportes; todos estábamos contentos, ella incluso le dio al conductor del bus el número de teléfono para que la llamara y le contara el final de la historia. Pero resulta que Aicardo se bajó del bus a las tres cuadras. Él no consume y nos dimos cuenta de que a él le va muy bien debajo del puente. De pronto se sintió presionado por el bien que le queríamos hacer y por eso nos siguió la corriente”.
El Ciego
“En uno de mis recorridos alguien me presenta a ‘el ciego’. ‘Ciego, te presento un parcero que nos toma fotos’. Él tiene sus ojos abiertos. Me mira normal. Eso si no podía moverse y mandó a comprar 10 cositos con un compañero y que sacara 2.000 pesos para él. El ciego me conversa y me dice que está yendo a un grupo de oración y que le están ayudando a recuperarse porque antes se tiraba hasta 60 bazucos al día y que ya ha bajado la dosis gracias a la oración. La foto en un gesto de oración se la hago cuando me dice que por encima de todo está el Dios padre. Yo me moví para tomar más fotos y él siguió hablando y mirando para el lugar en el que yo estaba antes. Y yo le dije “vos por qué me estás hablando para allá”. Y el me respondió: “¿es que vos no te das cuenta que soy ciego?”.
La doble vida de Moisés
Moisés Montoya anda en los 67 años y es una persona muy particular porque tiene una casa espectacular, vive con su esposa en La América, pero todos los días a las 6 de la mañana se transforma en habitante de calle. Es hermosísimo, se mantiene impecable, limpio, le hace honor al Moisés el de la Biblia, con su barba larga. Cuando podan árboles, pide los troncos más gruesos y hace tallas de madera en la calle y las vende. En un solo bastón, por ejemplo, talló toda la historia del transporte en Medellín desde cuando la gente montaba a caballo hasta llegar al metro de hoy. Por la noche, noche, se devuelve a su casa. Solo va a dormir.
Su casa es un poste
“Cuando lo abordé, él no me hablaba. Yo le dije que mi nombre era Julio César y ahí sí me contestó “solo te digo que somos tocayos”. Se llama Julio César Múnera, me contó que a los 62 años empezó a habitar la calle, que no la conocía pero que cayó en el bazuco. Es un ser humano muy bonito, me dijo que lo único que él quería cumplir en su vida era darles estudio a sus hijos. Sus hijos son estudiados y tienen buenos puestos. Cuando uno pasa el puente de la avenida Colombia, del centro hacia el estadio, usted mira para el río ve un poste y esa es la casa de Julio César. Cuando yo digo casa es porque todos los días de su vida usted lo encuentra en ese poste recostado o durmiendo al lado”.
'El Piojo' y la casa en el árbol
Algún día decidí ir a tocar en la Casa del Árbol y me salió ‘el Piojo’. Le dije que quería conversar con él y me dijo que no, que si quería volviera otro día. A los dos días, hice un mercadito y se lo lleve, bajó, me dijo que él era El Piojo, me contó que hace 25 años hizo la primera casa en un árbol en la avenida 33 y se la tumbaron. Entonces buscó muchos días un árbol que resistiera la casita en un lugar donde no perjudicara a nadie. La casa adentro tiene como 2 metros de ancho por 5 de largo, tiene luces rojas, verdes, cocineta, cama, bafles, tiene todo. La mantiene impecable porque la novia lo visita seguido. Él es trapito rojo, limpia carros y cuida carros. Tiene abajo su bicicleta y mantiene el jardín y todo impecable alrededor del árbol.