En tales circunstancias es necesario y urgente un diálogo que refrene la violencia, evite el sacrificio de vidas humanas y permita un restablecimiento de las libertades y los derechos de los ciudadanos que reivindican su opción de pensar distinto.
¿Hay garantías y están dadas las condiciones para ese diálogo? La situación no es la más propicia, pero será peor si la polarización, la violencia callejera y la represión estatal siguen escalando intensidad, en medio de la actitud contemplativa, cómplice o timorata de los países vecinos y de buena parte de la comunidad internacional.
Incluso deja mucho que desear que la propuesta de diálogo provenga de una entidad como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), conformada a instancias y a la medida de los intereses muy específicos de Hugo Chávez y de sus amigos beneficiados con el petróleo, para dar validez a sus tesis del llamado "socialismo del siglo XXI".
¿Hasta qué punto la cuerda que lanza Unasur para tender puentes con la oposición no sirve para apuntalar el Gobierno del presidente Nicolás Maduro y avalar sus acciones en contra de la oposición y de los derechos humanos de quienes han salido a las calles a protestar?
No puede olvidarse que en Venezuela hay presos políticos, que son débiles los contrapesos y la división entre los poderes del Estado, que se silencia y persigue a autoridades locales e incluso a una diputada de la Asamblea Nacional y que la prensa independiente ha sido sometida a la censura y a la asfixia económica, ante la negativa de divisas para comprar e importar papel.
Sin embargo, tras una primera reunión exploratoria entre el presidente Nicolás Maduro y la Mesa de Unidad Democrática (MUD), queda claro que el diálogo es posible si se da de cara al país e involucra a todas las partes, incluyendo los estudiantes que iniciaron las protestas el 8 de febrero en San Cristóbal y el 12 en Caracas, y que han tenido una respuesta represiva y violenta que deja 39 muertos y cientos de heridos.
Pensar que la salida de Venezuela se va a producir por la vía de un golpe militar, es convocar al demonio, y tampoco es posible pensar que las protestas ciudadanas van a derrocar al régimen sin que se produzca un deplorable baño de sangre.
Creemos en la posibilidad de un diálogo para procurar una salida democrática a la crisis de Venezuela y buscar solución a todos sus problemas.
De entrada, hay peticiones que el Gobierno tiene que atender para propiciar la normalización del ejercicio político democrático, como la liberación de los presos políticos; el desmonte de los colectivos paramilitares; y una comisión de la verdad para aclarar los desafueros gubernamentales.
¿A qué está dispuesto Maduro para probar su real intención de buscar una salida a la crisis? ¿Podría poner cese a la represión y convocar unas elecciones anticipadas bajo la supervisión de organismos internacionales? ¿Aceptaría la oposición una solución que no contemple el cambio de Gobierno?
Las posiciones parecen irreconciliables, pero el diálogo es la opción más realista como un punto de encuentro para comenzar a conciliar los intereses de la dirigencia chavista con los del pueblo venezolano.
UNO ESTÁ OBLIGADO A SER OPTIMISTA SOBRE EL DIÁLOGO ENTRE GOBIERNO Y OPOSICIÓN
Por ANTONIO LEDEZMA
Alcalde del Distrito Metropolitano de Caracas y dirigente opositor.
Uno está obligado a ser optimista, porque en estas circunstancias está prohibido ser fatalista. En todo caso, ojalá que cualquier proceso de diálogo produzca resultados concretos, porque de lo contrario sería una frustración y una manera de desprestigiar una vía que es fundamental para resolver la confrontación que hay en Venezuela. Para mí el diálogo es un instrumento que hay que cuidar como el más fino cristal, porque si se usa el mecanismo de diálogo como un teatrillo, la gente terminaría entonces muy desanimada y eso podría más que resolver, agravar la crisis venezolana.
Habría que ver si Unasur quiere contribuir a resolver el problema del Gobierno o a resolver la crisis de Venezuela, que son dos cosas muy distintas. Una cosa es sacarle las patas del barro a Maduro y otra cosa es ayudar a crear las condiciones para que en Venezuela haya gobernabilidad. Yo agradezco el esfuerzo de Unasur, pero debo ser muy franco diciendo que Unasur ha tenido una inclinación que la compromete con el Gobierno de Maduro. No la veo tan imparcial como debería ser.
En la oposición hay unidad, pero hay diversidad de criterios y hay unas guías fundamentales para que lo que se vaya a acordar en la supuesta reunión con Maduro produzca la solución de algunos problemas que tenemos en el país, como el tema de la violación de los derechos humanos, el principio de la separación de poderes, la injerencia cubana en los asuntos internos de Venezuela, la transparencia en la rendición de cuentas por la distracción de importantes recursos del Estado venezolano, que se haga justicia a los crímenes que se han cometido y se deshaga a los grupos violentos.