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Arden cruces

21 de noviembre de 2008
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Durante la carrera por la candidatura demócrata algunos de los asesores de Hillary Clinton se dolían de la mala suerte de enfrentar a un candidato negro: "Si Obama fuera un hombre blanco no estaría en esta posición. Sucede que tiene mucha suerte de ser quien es. Y el país está cautivado por el concepto". La insinuación era clara: Obama implicaba un reto para muchos electores, un desafío para demostrar que el racismo era una memoria desafortunada. Su color no era un obstáculo sino un valor.

La sensación de hacer historia y borrar viejas vergüenzas inclinaría a muchos electores hacia la figura de Barack Obama. Luego de la elección Estados Unidos entró en lo que Cristopher Hitchens llamó un momento de "autocongratulación", América había vencido un fantasma: "Esto ha pasado antes, por supuesto, con el bombo que se dio a la Nueva Frontera, a la Gran Sociedad y al Nuevo Amanecer en Estados Unidos".

Pero los fantasmas se resisten a morir y las manifestaciones más duras del racismo, los gestos viejos de las minorías extremistas, han crecido luego de la victoria del joven de Hawai.

El mismo día de la elección fue quemada una iglesia de fieles negros en Massachusetts y en las semanas siguientes han aparecido las cruces ardientes del KKK en los jardines de las casas, las esvásticas en los parabrisas de los carros, los grafitos que mencionan la cuerda en casa del ahorcado y los insultos racistas en la boca desmedida de los colegiales. La página oficial de los supremacistas blancos se sobrecargó el martes de elecciones.

El hecho de que la mayoría haya vencido los prejuicios raciales puede significar un nuevo aliento para una minoría radical que se siente acorralada. La derrota electoral y la euforia de los ganadores alimentan la paranoia de los fundamentalistas.

Las declaraciones de Tomas Robb, director nacional del KKK, son más que elocuentes: "Hay una guerra contra los blancos. Pero nuestra gente -mis hermanos y hermanas blancos-, seguirán comprometidos por una resolución no violenta. Una resolución que debe consistir en la solidaridad entre las comunidades blancas alrededor del mundo.

El odio hacia nuestros hijos y su futuro está creciendo y es alimentado día tras día". Nada más peligroso que los extremistas a la defensiva. El odio es ahora una disculpa además de una herramienta. Para muchos blancos el "país que construyeron sus ancestros" ha sido arrasado. Los demógrafos dicen que los blancos serán minoría en el 2040 y los sociólogos hablan de una crisis de identidad entre muchas comunidades del centro de Estados Unidos.

Las épocas que señalan grandes rupturas, sean ciertas o retóricas, siempre despertarán resistencia. El hecho de que los escenarios escolares sean los más propicios para el aumento de las manifestaciones racistas demuestra que el grito es burdo y fanfarrón pero tiene vigencia. Los adolescentes son un buen medidor de las fiebres sociales que el recato oculta.

Los historiadores recuerdan que el KKK nació luego de la abolición de la esclavitud, cuando el látigo parecía vencido para siempre.

Y hablan del gobierno de Harold Washington, primer alcalde negro de Chicago en 1983, cuando la ciudad se dividió como nunca y sufrió batallas raciales que le merecieron el título de la "Beirut del lago".

El triunfo de Obama fue un logro racial para la sociedad de Estados Unidos, pero también puede ser un impulso para sus más burdos instintos de discriminación. Un aguijón para los pirómanos que se encienden con el hockey por televisión.

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