En la reciente cumbre de comandantes del Ejército de Liberación Nacional (Eln) que se realizó a comienzos del presente año, quedó claro que la segunda guerrilla del país definió -al parecer por consenso- su hoja de ruta: o negocia la paz con el Gobierno Nacional, o se expone a sufrir la embestida militar del Estado.
Y es que si bien el Eln aún no ha sido derrotado militarmente hasta su aniquilación, sí está muy disminuido debido a los golpes que sufrió en los últimos años, especialmente en los noventa, y que han afectado su capacidad bélica.
Hasta hace dos décadas el Eln era fuerte y tenía presencia activa en el bajo Cauca antioqueño, el sur de Bolívar, los Montes de María, los Santanderes, la Sierra Nevada, parte de la costa Caribe, y en las comunas de ciudades como Barranca, Bucaramanga y Medellín, de donde fue expulsado.
Hoy tiene entre 2.500 y 3.000 hombres/fusil distribuidos en cinco frentes de guerra, todavía cuenta con una red importante de milicianos y una gran presencia sobre todo en movimientos sociales.
Cuenta, además, con tres frentes muy activos, siendo el más importante el "Domingo Laín", que opera en el departamento de Arauca y que constituye su columna vertebral en lo militar y lo económico.
A diferencia de las Farc, su cúpula permanece intacta, lo que facilita la toma de decisiones, y aún conserva una importante capacidad desestabilizadora, sobre todo en las zonas de extracción minera y petrolera, que es donde hace mayor presencia (Arauca, Casanare, Boyacá, parte de Antioquia y el Catatumbo).
Los expertos sostienen que después de un largo período de poca actividad militar y reorganización interna, debido a los reveses militares, los territorios perdidos y al desperdicio de oportunidades reales de paz como la que tuvo en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, esta vez ese grupo subversivo está ‘al alza’.
Ello, sumado al avance de las negociaciones de paz con las Farc, ha estimulado a esa guerrilla y al Gobierno a buscar una nueva oportunidad de paz.
Tanto así que el propio presidente Juan Manuel Santos dijo recientemente que “la paz sin el Eln es una mesa coja”, postulado en el que también coinciden los analistas consultados por Colprensa.
El analista León Valencia explica que el Eln ha recuperado presencia en algunas zonas del país de donde había sido expulsado, y ha reforzado su accionar en territorios donde ha permanecido siempre, como Arauca.
Allí, justamente, logró ‘hacer las paces’ con las Farc, guerrilla con la que tuvo duros enfrentamientos que le significaron cientos de muertos y deserciones; ahora realizan operativos conjuntos en Arauca, Cauca y el sur del país.
También, dice Valencia, el Eln ha reactivado otras fuentes de financiación como el contrabando de gasolina, el narcotráfico y el secuestro, lo que le permite la compra de armas, material logístico y de campaña y el mantenimiento de la tropa.
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