Por elección o por genética, el look calvo atrae como un imán. Y así sucede por dos razones: ilumina el rostro y quita años. Dos motivos más que suficientes para usarlo, apunta el peluquero José Antonio Ospina.
De hecho, hay quienes optan por decolorar el cabello para mimetizar la calvicie con el tono de piel, y logran parecer más tecno y alternativos; y existen los que están más que aburridos con las prominentes entradas y resuelven el asunto de una buena vez con una barbera.
Sin embargo, ser calvo no es para todo el mundo. Aunque no lo crea necesario, hay que tener una buena forma de cabeza, porque el cráneo queda expuesto, afirma Ospina.
En esta misma línea opina el asesor de imagen, Héctor Ruiz, quien cree que una cabeza lampiña no le queda bien a los rostros redondos, -que necesitan el volumen del cabello para compensar-, sino a los alargados.
Por este efecto es que una persona que se esté empezando a quedar calva, debería empezar a cortarse el cabello bajo y corto.
En contraste, cuando el hombre decide dejar crecer el cabello en la parte cercana al cuello, para distraer la atención, lo que hace es volver más notoria la calvicie.
"Hay que asumirlo", dice Ruiz, quien ostenta este look desde los 21 años. Y aunque a la mayoría de los hombres, este asunto puede cuestionarles bastante, también podrían elegir disfrutarlo, porque para algunas mujeres los calvos les resultan muy atractivos y hasta sexy.
Una opinión de la que podría dar fe el jugador de fútbol sueco, Fredrik Ljungberg, quien ha decidido sacarle provecho a su look calvo y la barba de tres días, el cual atrajo a la marca de ropa Calvin Klein.
A esta tajante decisión se unen artistas y actores, que mantienen el cabello al rapé, como una manera de atraer miradas.
A lo que no pueden sustraerse, sin embargo, es al mantenimiento que hay que darle a su apariencia de bebé. Una afeitada, con productos para evitar la irritación, puede costar 20 mil pesos, y hay que mantener la regularidad, si se quiere ser ortodoxo con el look.
Una opción que, sin duda, propone una segunda mirada.
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