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Civiles y militares

  • Gral. (r) Henry Medina Uribe | Gral. (r) Henry Medina Uribe
    Gral. (r) Henry Medina Uribe | Gral. (r) Henry Medina Uribe
02 de febrero de 2012
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Decía en columna anterior que el fin de la cultura organizacional militar colombiana debe ser el desarrollo pacífico y sustentable del país, buscando que esté exento de amenazas. Ello implica conocer las amenazas potenciales y las vulnerabilidades, priorizarlas según los niveles de riesgo y luego aplicar la acción coordinada del Estado y la sociedad para preservar la soberanía, la independencia, la integridad territorial y el orden constitucional vigente, a la vez que mitigar los efectos de catástrofes y emergencias originados por la naturaleza.

Para que lo anterior sea posible es indispensable la coherencia entre los objetivos militares y los de la sociedad en general, en ámbitos tan diversos del conocimiento como los económicos, políticos, culturales, deportivos o artísticos. Eso conlleva, necesariamente, alta preparación del liderazgo militar y sólidas sinergias entre civiles y militares.

En épocas ya lejanas, líderes nacionales como los generales Tomás Cipriano de Mosquera, Rafael Reyes, Benjamín Herrera y Pedro Nel Ospina, fueron claves en la construcción del país. Más cerca, los generales Camacho Leyva, Landazábal Reyes, Valencia Tovar y Samudio Molina, han sobresalido dentro del ámbito castrense y han sobrepasado tal dimensión para impactar con sus ideas y ejecutorias la realidad nacional.

La modernización del país y de su institución castrense hace evidente que los militares no pueden direccionar su capacidad solo a confrontar la subversión armada, puesto que el espectro de amenazas es mucho más amplio.

La sociedad civil debe tener más en cuenta el pensamiento militar en temas de impacto nacional, diferentes a la confrontación bélica. Civiles y militares conformamos una sola sociedad, por lo que es sano y conveniente dar mayor participación al estamento castrense en el análisis de las complejidades del Estado, previsión de riesgos futuros que afecten los aspectos esbozados en el primer párrafo y diseños estructurales para minimizar las vulnerabilidades.

Las atinadas políticas sobre relaciones civiles -militares, expuestas por Alberto Lleras Camargo en 1958 como Presidente electo-, aunque eran indispensables para la coyuntura, hoy son dignas de revisión.

En tal sentido, el señor General Álvaro Valencia Tovar, como director de la Escuela Superior de Guerra, creó en 1974 el Curso Integral sobre Seguridad y Defensa Nacionales (CIDENAL), con el propósito de amalgamar conceptos, construir visiones compartidas de Nación y establecer sinergias entre miembros destacados de la sociedad civil y los Coroneles y Capitanes de Navío, alumnos del Curso de Altos Estudios Militares, CAEM, próximos a ostentar los grados de Generales y Almirantes de la República.

Como las tareas que buscan construir Nación son de largo aliento y no de un año académico, con acertada visión el Sr. General Valencia Tovar creó la Asociación de exalumnos de los cursos CAEM y CIDENAL, con el nombre de ASOCACI, que hoy es grande en propósitos y campos de acción, pero tímida en ejecutorias. Organizaciones como tal, pero con altos niveles de eficacia son, en mi sentir, esenciales en la solución del conflicto.

Hay conflictos emergentes que deben ser analizados a profundidad para evitar serios males en temas que afectan al país y, por ende, a las Fuerzas Militares. La compra por parte de multinacionales de grandes extensiones de tierras en el nacimiento de las mayores fuentes hídricas del país y en la Orinoquia son acciones que potencialmente pueden afectar la soberanía nacional.

Las demandas contra el Estado que, como lo anunció el Presidente superan los $1.000 billones, buena parte contra los Ministerios de Agricultura y Defensa, son aspectos que comprometen el desarrollo, la seguridad, la convivencia y la paz. ¿Y qué opinar del reciente y nefasto fallo del Tribunal de Bogotá? Todos ellos son muestra de temas de cuyo análisis no se pueden excluir a las Fuerzas Militares.

Como bien dijera Raúl Benítez Manaut, en los países en desarrollo las Fuerzas Armadas, además de la defensa ante amenazas externas, deben cumplir misiones dentro de las fronteras bien para apoyar procesos de modernización o para cubrir vacíos en la capacidad de gestión del Estado en otros ámbitos.

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