La propuesta era simple, en apariencia: ¿Qué pasa si solo se depende del móvil para un día de trabajo? ¿Y qué sucede si se prescinde de él totalmente? Somos periodistas y nuestro trabajo se centra en la rapidez para encontrar recursos, personas, y en nuestra capacidad para poner en palabras rigurosas y veraces una información, aun bajo mucha presión. Implica estar conectados todo el tiempo, así como ser veloces a la hora de procesar información.
Por ello, esta experiencia, en polos opuestos, que deja ver esas posibilidades, interesantes, que muchas veces facilitan la vida, y también esas que se pierden cuando no dejamos de mirar el celular y se nos olvida que más allá de este, hay un mundo.
Tal vez la conclusión es el equilibrio y el dicho aquel de ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre. La tecnología está para ayudarnos, pero, también, para seguir siendo nosotros. En este caso, periodistas capaces de estar moviendo los dos pulgares, tan rápido como escribiendo sin que un mensaje que interrumpe se nos lleve la idea.