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De esos animales que no son humanos

20 de junio de 2008
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Hay personas que actúan como animales. También, como dicen las señoras, perros y gatos a los que solo les falta hablar. El asunto de las diferencias entre humanos y otras especies de animales volvió a saltar como tema de actualidad.

En Animal Cognition, Mathias y Helena Osvath de Lunds University Cognitive Science, en Suecia, reportaron el miércoles que los grandes simios planifican para su futuro, tal como lo hacemos los humanos: mediante autocontrol e imaginando sucesos futuros.

¿Qué tenemos nosotros que no tengan los animales (¿o viceversa?).

New Scientist había vuelto a poner el tema sobre la mesa en mayo con varios informes apasionantes. La pregunta fundamental: ¿somos únicos?

Distintos autores, en ocho años de este siglo, han documentado seis rasgos considerados exclusivos de los humanos, que parecen encontrarse en los animales. Algunos hallazgos están por comprobarse aunque cada vez hay más evidencias que, también es cierto, a veces se confunden con la anécdota, que no tiene fundamento científico.

Y las comprobaciones en este campo no son fáciles: ver los animales como nuestra extensión es la primera amenaza. Es decir, pensar en sus rasgos desde nuestra posición de humanos.

El tema es atractivo. No es difícil suponer que en dos decenios, la visión que tendremos de los animales habrá variado mucho. Y eso traerá profundas implicaciones para nosotros.

Esos rasgos que se han considerado únicos de nosotros y que ahora se documentan en animales, son: cultura, lectura de la mente de otros, uso de herramientas, moralidad, emociones y, sexto, personalidad.

A hoy se han ilustrado 17 tipos de conductas culturales en ballenas y delfines, como el canto según circunstancias. Buzos que liberaron una ballena de una red, describieron cómo se volvió hacia ellos, se acercó hasta unos 30 centímetros, se movió con gracia y se alejó, en gesto de agradecimiento. Una osita, cuya madre fue muerta por un humano, alimentó y cuidó del hermano herido en el ataque: cazó salmones para él, hasta que se recuperó. Una urraca que yacía muerta y sus compañeras que, una a una, fueron hasta ella, la miraron y lentamente se alejaron. Simios que parecen tener una inteligencia maquiavélica y, faltaban, los cuervos de Nueva Caledonia: usan y fabrican sus herramientas para proveerse alimentos. ¿Meras anécdotas? No todas.

Existen más ejemplos. Esta es una selección que sugiere, solo sugiere, que animales y humanos compartiríamos más de lo que creemos y, quizás, de lo que queremos.

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