El rostro es el mismo, aunque para ellos el color de piel es distinto. "¿Sí es Johanna?", pregunta José Luciano Moreno, el padre orgulloso de Eli Johanna, atleta colombiana que estará en los Juegos Olímpicos.
La mirada del José Luciano se pierde en las hojas de un periódico con varios días de guardado que acaba de traer Irene, su esposa.
En una de las páginas está "la niña de mis ojos, mi consentida", acepta José Luciano, a quien se le infla el pecho cada vez que habla de su hija, la mejor lanzadora de martillo que tiene Colombia, y que mañana saldrá con el grupo de atletas para los Juegos Olímpicos.
"La cara sí es la de la niña, lo que pasa es que está muy blanquita. No sé qué le pasó", comenta Irene, madre de Eli y quien completa más de 25 años de matrimonio con José Luciano, del que han salido ocho hijos, de los cuales tres viven en medellín, incluida la deportista.
La imagen de la pareja es para portarretrato. José Luciano, recién afeitado, con los tres botones de la camisa apuntados y las manos de un hombre que ha trabajado durante toda la jornada.
Doña Irene, toda de blanco, pide un permiso para cambiarse y ponerse colores más alegres, siempre conservando la falda.
La familia la reconoce por la pañoleta de Nacional, que le vieron la última vez que la visitaron en Medellín, hace no más de dos meses. Ella, por Carepa, no va mucho. Tiene su casa en Medellín y solo ha ido un par de veces en los últimos años.
"Ella casi no viene, pero porque mantiene concentrada. Es una excelente hija, mire que nos ayuda con la remodelación de la casa", dice José Luciano, quien alguna vez tiró unos golpes para ser boxeador, pero que no llegó a ningún lado pues prefirió hacer familia.
Doña Irene, de sonrisa permanente, le ha entregado su vida a la religión, y en su fe tiene cimentado el progreso de su niña. "Yo siempre pongo en las manos del Señor las actuaciones de Eli Johanna. Él la protege y la lleva por buenos caminos". Y ya está con rumbo a China.
"Estamos esperando la llamada. Ella no viaja sin antes llamarme a despedirse. Y en esta oportunidad, así sea a los Olímpicos, ella llamará", explica la madre, ama de casa de tiempo completo, y quien recorta los pedazos de periódico en que su hija sale en fotos grandes.
Una llamada
"Llamó justo a tiempo. Si señorita, acá está la visita. Están preguntando varias cosas. Ella ya debe estar por llegar. No se preocupe... Dios la bendiga".
Una llamada en medio de la historia de las bananeras interrumpió el relato de José Luciano. Era su hija, desde Bogotá, que ya se iba a viajar, los últimos detalles de la preparación olímpica.
José Luciano, hijo de Sipí en Chocó, se pone nervioso cuando habla con su hija. Sus palabras, siempre pausadas, se aceleran cuando dialoga con su niña.
"Yo me siento demasiado orgulloso por mi niña. Estoy muy contento porque ella está llegando muy lejos", explica el padre, quien recuerda los días en una finca bananera de Inversiones Gómez Jaramillo, en donde nació Eli Johanna hace 23 años. Allá, en el campamento, Eli tuvo sus primeros años de infancia, montada en las garruchas y corretiando por los anchos platanales de Carepa.
"Era muy pasiva, muy calladita, no era inquieta. Solo en los momentos de descanso que se montaba en las garruchas y ahí disfrutaba", recuerda él, quien todavía trabaja con los sembrados de banano.
Con el tiempo, y con la mejora de la situación económica de la familia Moreno Valencia, decidieron hacerse a una casita en Carepa, a todo el frente del estadio de atletismo y a una cuadra de la institución educativa Luis Carlos Galán Sarmiento. Allí descubrieron a la atleta.
Johnley Mosquera, uno de los precursores del deporte en Carepa, fue el encargado de verla en las clases de Educación Física de la institución.
"No había plata para los implementos, y el desarrollo deportivo no se podía parar", recuerda Johnley, su entrenador en Carepa.
"Ella estaba aún en el colegio y nos tocaba hacer jabalinas con palos de las escoba y las pesas eran tarros llenos de cemento. Uno tiene que rebuscársela", dice el entrenador de este municipio urabaense, uno de los pocos que tiene certificación de la Federación Internacional de Atletismo.
Con el tiempo, Moreno Valencia se fue consolidando como la mejor en el lanzamiento de martillo, a tal punto de obtener la marca B para los Juegos, y romper tres veces, en los últimos dos meses, la marca nacional de la modalidad.
Los atletas viajarán mañana en un primer contingente a Pekín. Allí estará Johanna, quien, como siempre, llamará a casa a despedirse, a pedir una bendición y la fuerza que le trasmiten el viejo José Luciano y doña Irene.
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