Lo que aparentemente se ganó en las calles en el Día sin Carro, por una menor contaminación, se perdió en casi todos los establecimientos comerciales, que prácticamente pasaron su jornada en blanco.
Aunque la ciudadanía acató el llamado, por conciencia ecológica o a regañadientes para librarse del parte pedagógico, el medio ambiente fue poco lo que tuvo a su favor debido al aporte contaminante por el alto consumo de diesel o Acpm de la masa de buses, que se movió a sus anchas y la mancha amarilla que fue reforzada por cientos de automotores de otros municipios del Valle de Aburrá.
Las motos proliferaron, no así las bicicletas, que brillaron por su ausencia en las ciclovías habilitadas en una ciudad con poca cultura por la bici.
Pico y Placa Medellín
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