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Don Giovanni llega para seducir

13 de agosto de 2009
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Suat Arikan dista mucho de ser como Don Giovanni, a pesar de que le presta su cuerpo y su alma para que se muestre en la ópera.

Suat es un cantante turco, director del Teatro Estatal de Estambul, quien esta noche subirá al escenario del Metropolitano a encarnar a ese personaje mítico, don Juan, el experto en el arte de la seducción de que habló Tirso de Molina en El Burlador de Sevilla, novela que da origen a Don Giovanni, la pieza lírica compuesta por Lorenzo de Ponte, en su libreto, y Wolfgang Amadeus Mozart, en la música.

"Don Giovanni es un ser sin principios; malo, aunque por fuera es elegante. Tiene doble cara. Contrario a ese personaje, yo me considero un hombre bueno: amo la Naturaleza y a las personas", dice Suat, en italiano, mientras conversa con Juan Fernando Tangarife, el dueño de una voz de bajo muy profunda y oscura que cuando emerge del pozo de su garganta, no sólo para cantar sino hasta para saludar o hacer bromas, parece que temblaran los cimientos del mundo.

Tangarife es de Valparaíso, Antioquia. Encarna al Comendador, personaje que, con su muerte muy prematura en la obra, da paso a que se desencadene la historia que oscila entre tragedia y comedia y que, al final, por más que sean los vivos quienes preparen la venganza del hombre aquel que se burla de los caballeros y seduce a las mujeres, es él, desde la muerte, quien logra vencerlo.

Vestidos con los trajes de sus personajes, don Giovanni con capa y el comendador con espada, hablan tranquilamente tras bambalinas, antes de subir a escena, lo cual resulta cómico sabiendo los roles adversos que representan en las tablas.

Tangarife cuenta que llegó al canto lírico de una manera curiosa. Dueño de esa voz poderosa, la cual le apareció de un momento a otro cuando tenía doce años, "como después de una gripa", él quería ser médico veterinario y con esa idea viajó a Bogotá, a los 18 años.

Fue en una fiesta con amigos, en la que los demás cantaban y tocaban instrumentos, cuando él, con dos o tres tragos en la cabeza, se animó a cantar Dolor sin nombre, de Libardo Parra Toro, más conocido como Tartarín Moreira. Uno de los asistentes, impresionado con su voz, lo llevó a la Universidad Nacional y en tres meses estaba cantando zarzuelas con Jaime Manzur. Adiós vacas, adiós perros y gatos.

De pronto, un colega, el caleño Juan Carlos Mera, le propuso un negocio: se lo llevaría a Alemania a cambio de que él cuidara de su hijo y, tras pensarlo un poco, pues no resulta tan fácil decidirse a limpiar mocosos, aceptó. Lleva 13 años en ese país como cantante free lance cantando sin parar en los escenarios de América y Europa, como su colega, el turco que ahora lo escucha.

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