En el primer impulso no es mucho lo que se mueve. En el segundo avanza un poco más, tanto que la persona de la izquierda le cae encima a su compañero. En el tercero se toma confianza y algunos gritan. Después, el Blue Fire arranca rapidísimo y gritan otros más.
La nueva atracción del Parque Norte es un tren de alta velocidad que puede alcanzar unos 70 kilómetros por hora. Son unas ocho vueltas en una pista corta.
"Es impulsada y conserva la velocidad durante todo el recorrido", explica Giovanny Urrego, el coordinador de mantenimiento.
El Blue Fire tenía otro nombre, llegó al parque en 1984 y estaba en otro lugar, pero no funcionaba hace dos años. Así que después de buscar recursos, de mirar los procedimientos y las necesidades técnicas, hace unos ocho meses empezaron a trabajar en su remodelación y la pusieron a funcionar en este diciembre.
El nombre de ahora, señala el administrador del Parque Norte, Darío Chávez, "es simbólico, pero la idea es por el destello que deja cuando alcanza su máxima velocidad".
Y no es sino darle una vuelta para hacerle un control y ya los visitantes del parque que están haciendo fila. "Muy bacana. Cuando voltea uno se siente que se va a caer", dice Manuela Arango, todavía despeinada por el viento.
El Blue Fire tiene ocho carros, en los que caben cuatro personas. Cada uno de ellos pesa unos 250 kilos. Es impulsada por ocho motores, que se traducen en unos 190 caballos de fuerza.
Al ser de impulso, por eso se necesitan los tres movimientos incompletos del principio y luego sí, la velocidad que se siente, en compañía de los gritos emocionados, de las charlas de "bájenme ya" o las risas durante todo el recorrido.
"Es muy buena, por todas las vueltas y las velocidad", expresa John Edison Jaramillo, quien también la probó.
Velocidad y adrenalina serían las palabras para describirla. Por eso, quizá, hace parte del pasaporte extremo.
El Blue Fire se suma a las 21 atracciones que tiene el Parque Norte. Sólo es medir más de 1.25 metros, ajustarse bien la barra de seguridad, esperar los tres empujones y dejar que la velocidad, haga de las suyas.
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