La pasión se alió con el sentimiento para generar una locura colectiva y el éxtasis deportivo. Esas fueron las características que identificaron a los cerca de 3.000 hinchas que recibieron a Nacional en el aeropuerto José María Córdoba y a los más de 5.000 que derrocharon felicidad cuando los jugadores llegaron en los dos buses a la Plaza de Banderas del estadio Atanasio Girardot.
Creo que no me equivoco si comparo lo vivido entre la 1:00 y 5:00 de esta madrugada con lo acontecido hace 24 años cuando el conjunto verdolaga consiguió la Copa Libertadores. Esta vez no se consiguió el título continental como en 1989, pero en el mismo Campín de Bogotá se gestó la locura que tiñó de verde el Oriente antioqueño y puso a delirar a montones de personas.
El color verde en todas sus variedades, banderas gigantes, trompetas, bombos y aficionados con gargantas a prueba de los 14 grados centígrados de Rionegro se encargaron de hacer subir al cielo a los responsables de alcanzar la estrella 12 del Rey de Copas.
Mientras los jugadores, comandados por Juan Pablo Ángel, quien se mostró pletórico “por el logro y la felicidad de la fanaticada”, Jéfferson Duque y Stefan Medina exhibían desde el bus el trofeo de campeón colombiano, los alrededores del aeropuerto le dieron vida a una “enfermedad deportiva” que incluyó niños, adultos y ancianos.
“Gracias verdes por jugarse el mejor partido cuando era, gracias por demostrar que todavía tenemos jerarquía y Dios le pague por ratificar que en finales son otra cosa”, gritaba pletórico Nelson Vargas apenas inició el desfile con pinta de infinito.
La alegría superó tantas marcas y, como cada uno de los aficionados quería alargar el momento especial, el recorrido del primer kilómetro en la salida del José María se demoró una hora. Mientras la multitud intentaba darle paso a los nuevos monarcas al son de “y ya lo ves y ya lo ves, somos campeones otra vez” el rionegrero David Sierra le pidió a sus amigos “solicitar que el técnico Juan Carlos Osorio se quede, porque nos demostró a todos que sabe mucho de fútbol sacando campeón a un equipo que los rivales no pueden dejar despertar, porque los manda a dormir a todos”.
Pese al despelote, las autoridades abrieron paso y en otra hora más la delegación triunfadora llegó a la Unidad Deportiva, pese a la algarabía formada en Guarne y Zamora. En esos sectores se creció la caravana que hizo inolvidable y única la llegada a los alrededores del Atanasio, pues desde el colegio San Ignacio los hinchas se montaron a los árboles y con cánticos, banderas y felicitaciones salidas del corazón casi que remolcaron los dos buses, entre la carrera 70 y la 74, para que los llenaran de júbilo a las 5:00 de la madrugada.
“No importa la hora en que llegaste, seguirte campeón que te mereces este desborde de pasión luego de dar la vuelta olímpica por fuera después de 37 años, sos un duro”, gritó Cristian Caro ondeando una bandera gigante que competía con las otras mil que hicieron más pletórica la celebración del nuevo título del Nacional.
“Este recibimiento tan hermoso nos motiva para conseguir más títulos con el verde; Dios quiera que repitamos este hecho histórico en la Copa Suramericana que disputaremos muy pronto”, alcanzó a decir John Fredy Pajoy mientras Juan Carlos Osorio y varios jugadores presentaron en la tarima la nueva copa que elevó el orgullo a la máxima expresión y fue la culpable de que cerca de 5.000 personas no durmieran y terminaran embriagados “por la dicha que genera volver a ser campeón”, como finalizó Yubert Rendón, uno de los miles seguidores que pasó la noche derecho pese a que tenía que trabajar.
