Esas lágrimas que salen de los ojos de María Grajales lo dicen todo. Dicen que los recuerdos de esa mañana trágica del 31 de mayo de 2008 no se han ido del todo y dicen también que en El Socorro el dolor sigue.
Parada frente al morro de la Piedra Lisa, el mismo sitio donde un alud brotó al amanecer de ese sábado 31 sepultando 18 casas y dejando un saldo letal de 28 personas muertas y 30 familias damnificadas, doña María recuerda esos momentos cuando, sacando fuerzas no supo de dónde, logró rescatar con vida a su hermano Gustavo, que estuvo a punto de morir.
-Yo creí que ya había sanado mi dolor, pero este llanto indica que no y por eso mejor me iré del barrio-, dice esta señora, que tenía una casa de tres pisos que quedó en pie y que luego le vendió al Municipio porque allí se construirá un parque conmemorativo de la tragedia.
Ella, además de que sobrevivió al deslizamiento, también ayudó a rescatar a su hermano y a dos niños de 15 y 9 años que vivían en su residencia como inquilinos.
Dice que la madre de ellos se salvó porque la pieza en la que dormía quedó destruida por el alud, pero ella había madrugado a trabajar ya que cogía turno a las 6:00 de la mañana y la tragedia se originó casi a esa hora.
-Yo quedé de pie con mi hijo Jorge Andrés y logramos salir con esos niños, pero luego oí que mi hermano me llamaba pidiendo auxilio, entonces mi hijo fue rápido por una sierra, yo metí la mano por la reja, Gustavo me la agarró y supo que estábamos ahí, entonces se colgó de la reja mientras mi hijo la cortaba y por ahí logró salir... fue un milagro de Dios que ayudó a que mi hijo hiciera todo eso con rapidez-.
Es ahí cuando las lágrimas le brotan. Y le salen aún más cuando evoca al mejor amigo de su hijo, John Mario Cortez Mira, quien murió con seis familiares más en la casa vecina. María dice que a él lo rescató del lodo Juana María, una labradora mascota de su hijo y que también se salvó de morir sepultada.
-No he podido superar esa muerte, era apenas un muchacho de 22 años y lo queríamos mucho, fue un dolor muy grande-, relató.
"No era mi día"
Marleny Mejía, otra señora que ocupaba una de las casas afectadas y logró salir con vida, cuenta que su esposo Carlos Arturo Torres Rueda está vivo gracias a que ella lo sacó de entre la tierra y los escombros.
-Yo salí con heridas, pero él quedó enterrado, me tocó escarbar y sacarlo arrastrado, en ese momento nadie me ayudó, yo lo hice sola, actué con tranquilidad. Creo que Dios no quiso que ese fuera mi día ni el de él-.
Una semana en el hospital y tres meses en la casa con los brazos fracturados marcaron las secuelas de Carlos, que no olvida la tragedia.
No es para menos, pues estuvo a unos segundos de morir y sólo el valor de su mujer lo salvó del final. Hoy siguen juntos y habitan otra casa en el mismo barrio.
Una valla en donde antes estaban las casas arrastradas por el alud anuncia que se construirá un parque. Así el recuerdo de los que murieron nunca irá al olvido y tal vez ayude a espantar el dolor, ese dolor que aún sigue allí, como una sombra, en las esquinas de El Socorro.
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